Una vez terminada la celebración litúrgica la catedral
se quedó bastante vacía (también había dejado de llover). Nosotros nos quedamos dando una vuelta por el interior. No se puede ir a Santiago y no recorrer la catedral con calma.
La particularidad de la catedral es que posee la tumba del Apóstol Santiago (o eso afirma la Iglesia). Debido a esto se convirtió en un importante centro de peregrinación a partir del siglo IX. En la actualidad la cantidad de gente que sigue recorriendo el camino hasta llegar a la plaza del Obradoiro sigue siendo enorme (aunque no todo el mundo por los motivos religiosos de antaño). En 1884 el papa León XIII promulgó la bula “Deus omnipotens”, en la que confirmaba la autenticidad de las reliquias del Apóstol Santiago y exhortaba a peregrinar a Compostela.
Bernardo el Viejo y Roberto iniciaron la construcción de la catedral románica en el año 1075, bajo el reinado de Alfonso VI. Tras esta etapa inicial las obras se suspendieron hasta 1100 a cargo del Maestro de Platerías. En 1168 se encargó la terminación y la construcción del coro al Maestro Mateo. La consagración de la Basílica tuvo lugar en 1211 en presencia de Alfonso IX.
A pesar de que mucha gente se había marchado la cola para abrazar al santo seguía siendo excesiva para una visita de ida y vuelta. Todos habíamos estado ya antes allí y todos le habíamos abrazado.
Lo que me llamó la atención es que la columna de la entrada, esa en la que está marcada la forma de una mano debido al desgaste, todos los peregrinos colocaban la mano y golpeaban con la cabeza la estatua que está justo debajo, ahora está acordonada y no se permite hacer el ritual.