Martes, 30/03/2010 (2)
Lo más importante del templo de Muktinath es que está rodeado por ciento ocho fuentes de aguas sagradas. La gente hace de todo. Algunos, como nuestro guía, van poniendo la mano debajo de cada uno y se lanzan un poco de agua sobre la cabeza. Con el frío que hace y lo fría que debe estar el agua que baja de las montañas esta opción ya nos parece una locura. Otros se lanzan algo más que un poco de agua de cada fuente. Los más atrevidos pasan por debajo de los chorros, ¡de los 108!, y acaban duchados. Vemos a varios hombres y mujeres haciendo esto último. Después corren a donde tienen las bolsas con las toallas y algo de ropa seca y se cambian allí mismo.
Keisi sí que ha entrado al templo y ha hecho el donativo de una especie de collar con imágenes de Vishnu. Los donativos pueden ser de dinero o de objetos que traigan la gente. Nosotros íbamos a dar 10 rupias, pero al no dejarnos entrar tampoco podemos. Mientras estoy esperando a ver si Sara puede o no entrar, yo había decidido que no me quitaba las botas (me recordaba demasiado al frío que pasamos descalzos en Takayama), veo que algunas mujeres también se meten en las piscinas de delante del templo. Es más, se meten en una, salen y se meten en la otra. Me da frío sólo de verlo.
Por un camino de cabras (ya nos estamos acostumbrando a este tipo de caminos) que sigue ascendiendo llegamos al templo budista.
En su interior se encuentra una piedra que arde y agua que arde. Las dos cosas sin intervención humana lo que demuestra el poder del budismo. Las estatuas son del Buda de la compasión.
Aquí sí que nos hemos descalzado. No había nadie dentro rezando y tampoco nos ha puesto pegas la que lo cuida cuando nos ha visto. Así que éste se ha llevado las 10 rupias.
Desde aquí caminamos hasta el monasterio. Está más abajo que Muktinath por lo que bajamos una cuesta considerable, el templo está más alto. Cuando llegamos está cerrado. Keisi llama y le abren. El monasterio tiene muy buena pinta, es más ya nos gustaría haber dormido aquí esta noche, parece que las puertas encajan y las ventanas cierran. Están en meditación pero nos dicen que si queremos podemos pasar y hacer fotos tratando de molestar lo menos posible. Ya hemos estado en otros sitios y pasar por en medio es un poco desagradable.
Ahora toca volver al Muktinath. De nuevo subida, todo lo que habíamos bajado. Nos estamos dando unas palizas estos dos días que no es normal. En el hotel elegimos de nuevo el desayuno ligero: dos huevos (tortilla esta vez), patatas cocidas y fritas y dos tostadas. Sara té y yo leche. Es mejor no andar con muchas exquisiteces mirando los cubiertos porque no merece la pena. A esta hora ya ha salido el Sol y entra por el ventanal. El frío que hemos pasado ha desaparecido. Antes de llegar al hotel nos hemos tenido que volver a registrar en la oficina de trek. Ayer cuando llegamos debía estar cerrada.
Subimos a lavarnos los dientes y a por Okihita. La habitación todavía era nuestra. Mientras desayunábamos Keisi bajó a por el jeep. Volvió diciendo que no dejaban más que veinte minutos entre la reserva y la partida, así que habría que reservar cuando bajásemos. Así lo hacemos. No esperamos casi nada porque ya hay un montón de gente que quiere bajar a Jomsom.