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Bután (XVI), Paro

Viernes, 26/03/2010 (y 3)

El templo del dzong está cerrado por la fiesta, pero ya hemos visto también bastantes templos, hasta en la biblioteca había uno. Bajando por las escaleras Kuenzang nos señala las banderas de oración blancas. Se sitúan en postes verticales y se colocan de 108 en 108. Es el mismo número que las stupas de Dachula. Se debe a que el Buda de la compasión tiene 108 manifestaciones. Es por eso que sus rosarios tienen también ese mismo número de cuentas.

Desde aquí tenemos la posibilidad de volver al hotel a descansar, lo cierto es que la espalda se ha cargado de estar sin apoyarse. La otra posibilidad es ir a visitar una granja. La economía butanesa se basa en la agricultura. No estamos tan cansados y, aunque la opción de ver la granja mañana existe porque sólo tenemos el trekking de por la mañana, pero puesto que el festival cambia cada día nos interesa la idea de volver mañana aquí. Le decimos a Kuenzang que nos lleve a la granja ahora.

Nos enseña la vaca, que separan de sus terneros para que puedan sacarle leche para vender. La verdad es que la granja no tiene nada de sorprendente ni novedoso. No es nada que no hayamos visto ya antes ni que no haya en España o en Italia. Nos pregunta si no queremos sacar una foto de la vaca… pues no, no es más que una vaca.. Luego nos muestra las tierras que tiene la granja. Nos explica que se van repartiendo entre los herederos, así que cada vez son más pequeñas las parcelas. Pero si uno se queda en la casa de los padres cuidándolos su parte es mayor.

La casa es como una casa de pueblo de hace muchos años, pero tiene su propio templo. Kuenzang nos dice que todas las casas tienen uno en el que se hacen las oraciones por la mañana y por la noche cuando se vuelve del trabajo. No hemos visto a los dueños. Resulta que suelen quedar con los dueños para tomar un té o un café y dar un presente al tiempo que se da la bienvenida. Como ya sabe que no tomamos ni té ni café (y además estamos convencidos de que no tenía muchas ganas de venir hoy, sino de hacerlo mañana) no les ha llamado. Mejor, así no nos sentiremos violentos por entrar en la casa de alguien estando allí el dueño.

Ahora sí que nos vamos al hotel. Cuando salimos del dzong descubrimos una nueva pegatina en el capó del coche. Le han puesto el logo de la agencia, Bhutan Scenic Tours. Además Kuenzang nos ha dicho que tiene un par de camisetas como las que llevan ellos para nosotros. Para que mañana podamos ir los cuatro con la misma mientras hacemos la ascensión. También nos dan un par de postales a cada uno con los sellos puestos. En Bután parece que cualquiera puede imprimirse sus propios sellos y que sean de curso legal, las postales que nos han dado (con el nombre de la agencia) llevan sellos también con el logo de la agencia. Nos dan todo al dejarnos en el hotel y nos dicen que el jefe de la agencia quiere conocernos también. Si es posible mañana después del trek, en la comida, y si no hay tiempo en la cena.

En el coche le preguntamos por el precio de su traje tradicional. Le decimos que todo lo que hemos visto en tiendas de recuerdos es muy caro, le comentamos el collar de 600.000 rupias del otro día. Nos dice que depende mucho del material del que estén hechas las cosas. Estamos de acuerdo, pero respecto al traje todo el mundo tiene al menos uno así que no puede ser muy caro si todos se lo pueden permitir. Vuelve a decirnos que depende mucho de la calidad… No quiere mojarse. Al final es él quien nos pregunta por cuánto dinero estaríamos dispuestos a pagar en el caso de que quisiéramos comprar uno. No tenemos ni idea y tampoco queremos “insultarle” diciendo un precio demasiado bajo. Dice que es para avisar a los vendedores de los que nos tienen que enseñar, los de seda dice que son muy caros. Lo que está claro es que los baratos tienen que costar muy poco para que todo el mundo pueda tener uno… eso o es que se los subvenciona el gobierno. En cualquier caso, mañana saldremos de dudas.

Como esto está lleno de turistas, ya he dicho que su concepto de multitud es muy distinto del nuestro, nos dice que bajemos a cenar a las seis y media (aunque la cena no empieza hasta las siete) para que podamos coger sitio.

No le hacemos caso. Descansamos en la habitación y al encender a Sungin descubrimos que ¡hay internet! Estamos en Bután leyendo el correo electrónico. Nuestros móviles siguen sin señal pero podemos leer el correo. Además es gratis, aunque llega a nuestra habitación con muy poca intensidad y se va con facilidad.

A las siete bajamos a cenar y nos llevamos a Sungin para ver si el router está en recepción y desde el restaurante cogemos mejor señal. Así es, podemos leer el correo y responder con más tranquilidad.

La cena empieza con una sopa de verduras que nos traen a la mesa. Después ya podemos acercarnos a las fuentes a coger lo que queramos. Arroz (que no falte, del blanco), espaguetis con un fuerte sabor a ajo, pero no a sus especias, pollo empanado (no tan seco como de costumbre) y la joya de la corona: filetes de panceta de cerdo con un sabor estupendo y sin picante ni nada parecido. Tampoco comemos demasiado que no tenemos el estómago para fiestas. Otra vez de postre sandía. No les ha llegado la cultura del chocolate…

Nos sentamos en recepción conectados a internet. Por curiosidad buscamos cuál es el sueldo medio de Bután y encontramos una página que indica que en 2.007 era de 40 rupias al día. Kuenzang nos ha dicho que 100, mucho nos parece que ha aumentado el nivel de vida en poco más de dos años. Nos están cobrando el agua como un día de su sueldo. Esta noche en la cena ni se han acercado a preguntarnos si queríamos algo para beber así que eso que hemos ahorrado. Deben estar cobrándonos el agua a precio de oro. Bien es cierto que en España también se cobra muy cara en los hoteles que tienen la comida incluida, pero al sueldo de un día nos parece excesivo.

A la habitación. Mañana madrugamos un poco más, saldremos a las siete y media para hacer el trek antes de que el sol pegue demasiado fuerte. El problema es que se ha puesto a llover a cántaros mientras estoy con el diario… esperamos que mañana no llueva al subir.

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