Martes 23/03/2.010 (1)
Después de meter en los Symbios las zapatillas del baño y los cargadores (esta noche hemos cargado todo a tope que no sabemos cuándo podremos volver a enchufar) bajamos a desayunar. A estas horas todavía no está la chica que prepara las tortillas así que volvemos a abrir las fuentes de metal para ver con qué nos sorprenden hoy. En la primera hoy hay bacón frito. Sara se salta los tomates porque dice que tienen un sabor raro, pero sí que se echa zanahoria cocida de la tercera fuente. La cuarta son las patata cocidas y rehogadas y el quinto es de nuevo el puré con mala pinta. Hoy tampoco cogemos dulce. La bebida corre de nuestra cuenta, hemos bajado una de las botellas de agua que compramos ayer porque aquí sólo hay zumo (que a estas horas todavía no está) y leche. Mientras estamos allí vemos como tratan de alejar las moscas de la fruta fresca cortada… sería más útil ponerle una mosquitera o similar que el ventilador. Miedo nos da en pensar cómo será esto en verano con el calor y la humedad.
Ayer le preguntamos a Paras por el animal que veíamos en las carnicerías. Al igual que en el mundo árabe no hay cámaras y la carne está colgada o apoyada sobre el mostrador sin más protección. Pero lo que nos llamó la atención era el color naranja fuerte. Paras nos dijo que era cerdo (la vaca es un animal sagrado) y que el color se debe a las especias que utilizan para conservarlo.
Bajamos a esperar al coche a las siete menos diez y nos encontramos con uno de los que estaba en el aeropuerto esperándonos a nuestra llegada, lo que todavía no está es el coche. Llama por teléfono y nos dice que esperemos un momento que ya está de camino. Esperemos que no se meta en un atasco como ayer Prachanda que llegó casi una hora después de lo que tenía previsto y no creo que los aviones nos vayan a esperar por muy buenas relaciones que tenga nuestro amigo.
A las 7:20 llega el coche y en menos de lo que esperábamos, unos quince minutos, llegamos al aeropuerto. Aquí se despiden de nosotros y nos dice que cuando volvamos de Paro el 28 él estará allí esperándonos también, supongo que será para llevarnos a la oficina y acabar de pagar el viaje antes de salir para Pokhara.
El aeropuerto es todavía más pequeño de lo que nos pareció el primer día. Hay un mostrador para facturar sólo para Drukair (las líneas aéreas de Bután, Royal Airlines). Le preguntamos a la chica de facturación si la compañía forma parte de alguna alianza para ver si sirve alguna de nuestras tarjetas para sumar puntos. No nos entiende y tampoco es sencillo explicarlo.
Después de facturar está el trámite de inmigración que pasamos sin ningún problema después de rellenar la tarjeta de salida y desde allí pasamos al control del equipaje de mano. Aquí tampoco ponen ninguna pega para pasar con la botella de agua, pero no sabemos muy bien como pero la perdemos. Además del detector te cachean (ya lo hicieron en la entrada del aeropuerto donde tuvimos que escanear a los Symbios). Tras el control hay un montón de mesas en rectángulo, para salir de allí un policía comprueba que el billete está sellado. Para conseguir el sello tienen que revisar tu equipaje de mano (que ya pasó por el escáner… lo que nos lleva a pensar en cómo funcionará si luego es necesario una inspección manual en todos los casos). El policía se sorprende con la linterna, es de las de dinamo, funciona dando vueltas a una manivela.
El aeropuerto tiene cuatro puertas de embarque pero en ningún sitio pone qué vuelo sale de cada una. Parece que están divididas por compañía aérea más que por otra cosa. Entramos en la sala uno que tiene un cartel de Drukair y mirando las guías que llevan los demás turistas confirmamos que es aquí donde hay que esperar para Bután. Mientras esperamos llegan varios monjes con sus túnicas tradicionales.
Bután vamos para allá.