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Sudáfrica (XXVIII)

Jueves, 03/09/2.009 (2)

A las doce hacen una ceremonia en recuerdo de la apertura del castillo. Sale al balcón el enviado del gobernador que les da la llave a una pequeña guarnición de gala. Estos se dirigen a la puerta que abren; tocan la campana, la más antigua de África traída desde Amsterdam; dos se quedan en las garitas; y el resto vuelve a dar el parte al enviado del gobernador. Después de eso disparan una salva con un mini cañón muy ruidoso.


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Ahora al mercado callejero de Greenmarket Square. Según la guía es un mercado espectacular con productos de todas las zonas de África. Debe ser en verano con calor, y cuando acaben las obras de la plaza, porque ahora son unos pocos puestos con un aire triste.

Está claro que los dos días en Cape Town de más no van a ser muy de provecho. El cielo sigue amenazando lluvia y el Table Mountain no se ve por la niebla. Confiemos en que esto no afecte a los aviones tanto como a los barcos.

Volvemos al albergue pasando por uno de los parques de la ciudad, los Jardines de la Compañía, rodeado por la galería nacional de arte sudafricano y el parlamento. Está lleno de árboles del norte de Europa, los colonos holandeses e ingleses traían a la ciudad los mismos árboles que tenían en sus jardines. Además de árboles también muchas palomas, patos egipcios (nos los presentó la guía de la península del Cabo) y ardillas. Muy bien cuidado, tiene una oficina de información turística en su interior, y muy bonito.


Ayer se nos acabó internet antes de mandar un correo y también queremos mirar la cuenta, el banco nos ha mandado un sms para decirnos que estamos en números rojos. Resulta que ahora mismo no se puede, están actualizando los equipos. Salimos a buscar un sitio donde comer mientras esperamos la hora de coger el taxi al aeropuerto.
Encontramos uno con buena pinta frente al supermercado. Entramos y vemos a varios con el ordenador encima de la mesa. Tienen wifi así que no hay que esperar para mandar el correo y mirar el banco. También mandamos de nuevo el correo al Brown Sugar con los detalles de nuestro vuelo porque el de ayer no llegó. Nos responden inmediatamente que lo tienen controlado y que estarán allí esperándonos. La comida está muy buena, lo mismo que ayer la verdad: hamburguesa y chicken-pie, le añadimos un brownie de postre y sigue siendo mucho más barata que el tour de ayer.

En la furgoneta del Ashanti vamos cuatro al aeropuerto. Dos a vuelos internacionales y nosotros a nacional. Una de las otras es la inglesa de ayer que hoy ni hace el esfuerzo de buscar conversación. Al llegar, como el precio es de 100R para el primero y 40R para los demás, Sara le dice al conductor que entre todos es 220R. Dice que sí, aunque da toda la impresión de que quería cobrar 100 por cabeza. Hace la cuenta rápido a 55R cada uno y del tirón dice que él no tiene cambio, así que podemos pagar 60 cada uno que de todas formas es barato. Tremendo lo de los taxistas de la ciudad, éste no es taxista pero como si lo fuera. Juntamos todos el dinero y se lo damos justo cambiándonos entre nosotros. Además la inglesa nos da todas sus monedas porque vuelve a Inglaterra.

El último servicio al aeropuerto desde el albergue era a las 15:30, nuestro vuelo sale a las 18:50. Tampoco había mucho más que hacer y por eso lo hemos cogido, pero ahora tenemos por delante unas cuantas horas de espera. Facturamos nada más llegar, a las cuatro, y después de ponerles las pegatinas a los Symbios el del mostrador nos dice que nos los llevemos y se los volvamos a llevar a eso de las 17:45, que es muy pronto todavía y no se pueden quedar allí. Hay un vuelo de South African Airlines para Jo’burg cada hora y no queremos que se hagan un lío.

Para pasar el tiempo jugamos a las cartas hasta re-facturar las maletas. En las pantallas no se ve ningún vuelo retrasado, así que la niebla no debe ser tan densa. La zona de embarque de los vuelos domésticos está en obras y ahora mismo es una carpa temporal con la calefacción a tope. Otras manos de cartas aquí hasta que entramos en el autobús para el avión y al avión.

En el autobús nos encontramos con un español que trabaja aquí. Nos comentó que cada vez hay más españoles trabajando en Sudáfrica y la verdad es que hemos encontrados a unos pocos. De hecho nos preguntó si el viaje era de trabajo o por placer.

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Comentarios

  • JAAC
    17 noviembre, 2009 a las 21:47

    jajajaj, Tranquila, que ya está acabando (para cuando escribo la respuesta a tu comentario ya se ha acabado de hecho).

    Tampoco es que todos los días no metiéramos un homenaje, pero cuando toca comer en restaurante es para que luzca 😉

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  • conxa
    4 noviembre, 2009 a las 19:08

    que hambre me está entrando….

    tengo que leer mas despacio, pero no veas el retraso que llevo..

    Responder