Sábado 16/05/2009 (y 3)
Toca la fortaleza del Callao. Para llegar hasta allí hay que coger un combí en la avenida Tacna, la de ayer con sus tiendas de santería. Parece más fácil de lo que en realidad es. Cerca de la avenida hay una calle Callao y casi todos los combís que llevan escrito Callao en su lateral se refieren a esa calle. Los combís son pequeñas furgonetas de 12-14 plazas que hacen recorridos por el interior de la ciudad. Desde el interior van gritando los puntos por los que va a pasar y recogen gente en cualquier parte. Tampoco tienen paradas para bajar y tú le dices donde quieres en cada momento. Para ayudar en sus laterales llevan escritos los principales puntos por los que pasan.
Después de un rato viéndolas pasar sin encontrar la que queremos una señora de una de las tiendas nos pregunta y nos dice que ella nos avisa cuando llegue. Para el Callao son autobuses más grandes, antiguos autobuses escolares USA. Con su ayuda conseguimos montar en la que nos interesa. Aunque es más grande el modo de funcionamiento es el mismo, también gritan los destinos. Se paga en el interior al voceador.
Le pedimos que nos avise cuando estemos cerca del fuerte. El trayecto es más largo de lo que pensamos, también es cierto que esto hace miles de paradas. Las zonas por las que vamos pasando dejaron de tener buena pinta hace mucho tiempo. Para asustar más una señora nos dice que tengamos mucho cuidado en el Callao poco antes de bajarse.
El bus no nos deja en la fortaleza. Nos deja en la calle que lleva a la fortaleza y nos indica que todo recto llegamos a la entrada. Para volver en la otra acera. Echamos a andar. La avenida es muy ancha y no tiene mal aspecto, pero a medio camino dos mujeres con chalecos de seguridad le dicen a Sara que esconda la cámara. Nos preguntan que a donde vamos y nos acompañan hasta la puerta del fuerte. Además nos piden que cojamos un combí allí mismo y que no volvamos caminando por esa avenida que es peligrosa, sobre todo para los turistas. Es más, se lo dicen a los de la puerta para que «nos obliguen». A nosotros no nos había parecido tan mal, pero esto debe ser peor que el Bronx.
En la puerta del fuerte un hombre vestido de militar nos dice que está cerrado. Cierra a las cuatro y son las cuatro y diez. No podemos pasar. Nos pide que cojamos el colectivo ya. Le decimos que por lo menos verlo desde fuera, que vamos a dar una vuelta al edificio. Negativo, la zona está llena de rateros y es peligroso alejarse de la puerta. ¡Cielos! Esto parece una zona de combate, si hasta hemos tenido escolta para llegar aquí, ¿dónde nos hemos metido? Sabíamos que Lima era peligrosa y que hay ciertas calles que no hay que pasar porque no son seguras. Es cierto que las hemos pasado con mucho para llegar aquí, pero pensábamos que un sitio turístico estaría un poco más «limpio».
Se apiadan de nosotros y nos dejan entrar a ver el patio. Hay un grupo que está comenzando la visita, pero la boletería ya está cerrada y no nos podemos unir. La verdad es que con toda la paranoia no creo que lo disfrutara de todas formas.
Salimos y sin alejarnos, manteniéndonos en su campo visual, nos disponemos a esperar un transporte. No tarda en llegar. Uno que estaba por allí nos confirma que ése va al centro y que lo cojamos. Más seguridad que en un banco.
Éste si es un combí combí, una furgoneta con asientos que recorre media ciudad hasta dejarnos a dos cuadras (manzanas) de la avenida Tacna. Pero a dos cuadras en el lado que no hay que cruzar. De todas formas no hay problemas y llegamos a la zona de los cambistas sin novedad.
Sara preguntó por la tasa del aeropuerto para vuelo internacional en el hotel y le dijeron que unos 31 dólares. Al preguntar si se podría pagar en soles respondieron que mejor dólares. Estos países que prefieren la moneda estadounidense a la suya propia… El caso es que tendremos que cambiar euros a dólares, unos 65 para estar tranquilos y también unos 20 euros a soles. Mañana queremos hacer otra excursión (transporte, entradas, guía,..) y la ropa ahora, nos quedamos sin efectivo. Ya están separados los 190 soles, 150 para el hotel y 40 para el taxi al aeropuerto, que son básicos.
El cambio a dólar no es del todo malo: 1,295, aunque el oficial es 1,347. Con 50 euros tenemos los dólares que queremos. El pico del cambio nos lo dan en soles. En cambio de euro a sol ha bajado, ayer fue 3,90 y hoy no pasan de 3,89. No hay más remedio, en el hotel sigue el 3,80.
Desde aquí vamos a un supermercado que está indicado en el mapa del hotel. En uno de los cruces de la calle comerciantes, la peatonal, nos llama un policía y nos pide que tengamos cuidado. Esto ya está siendo demasiado, llevamos dos días aquí y no hemos visto nada raro como para que traten de asustarnos tanto. Seremos turistas pero no tontos, que en Madrid también hay ladrones y también hay que tener cuidado.
El supermercado nos muestra lo que compra la gente de aquí: sacos de arroz de cinco kilos, no nos extraña lo usan para todo. Muchas variedades de patatas y de maíz, incluso uno morado. Sus frutas, sus verduras y sus gaseosas. La leche la venden en bolsas de plástico. También la tienen chocolateada que no necesita frigorífico, compramos una para desayunar mañana. Otra cosa que cogemos son un par de yogures para beber, fresa y vainilla. Salimos por la caja rápida y recogemos nuestras cosas de la consigna.
Antes de subir al hotel pasamos por la lavandería. Son las seis y veinte, diez minutos antes, pero subir hasta la tercera planta para hacer tiempo no es divertido. Tendremos que subir, porque la ropa todavía no está, nos pide quince minutos más, está en la secadora.
Subimos y hacemos tiempo echando cuentas del dinero gastado. No creemos que haga falta cambiar más así que lo que quede se vendrá de vuelta con nosotros. A falta de confirmar el dinero que hemos gastado con la tarjeta, el billete de avión de Lima a Cuzco y la avioneta de Nazca por ejemplo, pensamos que serán unos 180 euros por cabeza. Eso junto con el billete de avión y el efectivo gastado nos dan unos 1.050 euros por cabeza en 18 días (con las cuentas finales llegamos a 1.200). Los maños nos dijeron que en El Corte Inglés les habían pedido 3.000 euros por cabeza por un viaje parecido.
La ropa está lista. El lavandero nos explica cómo saber si un billete es bueno o falso: porque el número del lateral, el que marca la cantidad, cambia de color al moverlo, del gris al morado. Esto ya lo sabíamos, fue lo primero que preguntamos. En la guía ponía que había mucha moneda falsa. Nos dice que también las monedas se falsifican, incluso las de un sol. Debe ser barato hacerlas porque sino no saldría rentable falsificar una moneda de un valor tan bajo. La moneda buena tiene el borde perfecto, redondo y con las rayas verticales simétricas mientras que las falsas es como si estuvieran recortadas. Bueno es saberlo, aunque el tema moneda nos llega un poco tarde, el billete lo hemos comprobado cada vez que hemos cambiado o nos han dado una vuelta.
Hoy es muy pronto y no hay nada más que hacer. Después de la mega-comida y del yogur no hay ganas de comer nada más. Como el wifi es gratis pongo a descargar una película para tratar de ver algo esta noche, pero va muy lento. Puede que mañana tengamos cine.
No hay más que hacer, así que nos vamos a dormir. Mañana haremos la visita pronto, no vaya a ser que sea tan peligroso como Callao. Los de la puerta nos dijeron que hay que ir a hacer turismo a esa zona por la mañana desde las nueve hasta la una como mucho, que luego es mejor no dejarse caer por allí. ¿Habremos estado tan en peligro como parece?