Domingo 10/05/2009 (1)
Nos despertamos a las 6:45 para meter las cosas en Okihita y bajar a desayunar.
Entre unas cosas y otras, no estamos durmiendo mucho en este viaje. Salimos a por el desayuno a las 7:40. Además del «listo» está otro que parece un poco más avispado. Pero cuando preguntamos por el sitio donde se desayuna sólo está nuestro amigo. Se vuelve a quedar en blanco y comienza a balbucear que fuera. ¿cómo que fuera? Por suerte llega el otro y nos indica una sala al lado de la recepción. ¡Cielos, que no era tan difícil decir que era ahí!
En la sala ya están otros dos esperando, pero no hay nada en las mesas. Sara va a preguntar y vuelve diciendo que no hay desayuno, que nos vayamos. Resulta que se «va a demorar unos veinte minutos» porque tienen que ir a comprar el pan. Sin querer abro la puerta donde está el que sabe y y le digo que las cosas no son así, que ayer no dijeron que el desayuno era de 7 a 8 y que son las 7:45 y tienen que ir ahora a comprarlo. Me pregunta por quién me dijo ese horario. Está claro que el otro cada cosa que dice sube el pan, porque nadie se fía de lo que dice.
El caso es que subimos a recoger a Okihita y nos vamos. Dejamos la llave en la recepción y no hay nadie para recogerla. Estamos esperando en la puerta y vemos como el menos tonto de “Dumb&Dumber” vuelve con el pan. Está claro que el listo tenía razón cuando nos ha dicho que a las ocho no iba a llegar nuestro carro. Se conocen y saben cómo son todos. Me doy una vuelta a ver si encuentro una tienda con plátanos abierta, pero no hay ninguna a esa hora.
Poco después de las ocho y cuarto aparece la furgoneta a buscarnos. Tiene 19 asientos y ya está montada una familia peruana con cuatro niños. En teoría deberían coger dos pasajeras más en nuestro hostal pero les han dicho que no están registradas (como le hayan preguntado al “listo” están perdidas). Vamos al resto de hoteles y deciden volver a pasar por aquí después. Una de las que va en la furgoneta recuerda a las chicas cuando compraron el tour y dijeron que estaban aquí.
Montan dos brasileñas, dos españoles (de Zaragoza), tres ucranianos y volvemos al Baviera.
En la puerta del hostal hay un coche de policía. Esto nos da bastante mala impresión, lo mismo piensan que nos hemos ido sin pagar o cualquier cosa, como tampoco sabemos si les quedó claro cuándo habíamos llegado y cuándo nos íbamos… Decido que cuando volvamos subiré a la recepción a ver si está el del desayuno y hablo con él para decirle que nos hemos ido sin que hubiera nadie y que «lo sentimos por la manera en que nos hemos tomado lo del desayuno». En realidad no lo siento, pero será mejor evitar problemas en el caso de que la policía esté ahí por nosotros. Esta vez sí que encuentran a las dos chicas, que obviamente sí que estaban registradas y comienza el viaje.
Salimos de Arequipa aproximadamente a las 8:45 con tanta vuelta por los hoteles. La excursión tiene varias paradas pero lo primero que nos cuenta es que, como nos dijeron que pasaba en Cuzco, la ciudad está creciendo mucho (es la segunda ciudad más poblada de Perú después de Lima) y la gente toma tierras en las afueras y construyen sus casas. El problema es que no hay agua y que la municipalidad tiene que proveer de camiones cisterna y la gente tiene que comprarla.
La salida de Arequipa se hace por el barrio de Yura. Una zona en la que hay mucha materia prima para la fabricación de cemento, tanta que hay una enorme cementera con el mismo nombre. Estamos rodeando los volcanes que se encuentra en los alrededores de la ciudad. En uno de ellos, el Ampato, se encontró hace unos veinte años la momia Juanita. Una niña de unos 12-14 años de edad que sirvió de sacrificio a los dioses incas allá por el 1.440-1.450. Se encontró por casualidad. El volcán que está al lado del Ampato, el Sabancaya, entró en erupción y sus gases descongelaron la capa de nieve perpetua de 50 metros de espesor que cubría la tumba. Durante esa erupción encontraron otros tres enterramientos ceremoniales de niños en las faldas del volcán, Juanita se encontró en la cima a 6.300 metros de altitud. Las condiciones atmosféricas han preservado sus órganos internos y sólo su cara ha sufrido la intemperie. Durante el deshielo la momia salió de su tumba y rodó por el cráter del volcán momento en el que el manto que cubría su cabeza se abrió. El nombre de Juanita es debido a su descubridor, o a quién se llevó el mérito de su descubrimiento, Johan Reinhard , de Johan Juan, de Juan Juana, de Juana Juanita.
El guía nos habla de Fujimori, sus dos mandatos y su huida a Japón. Actualmente nos dice que está en el cárcel en Perú con una condena de 25 años por atentar contra los derechos humanos. Durante su mandato intentó acabar con los grupos terroristas, matando a sus líderes en algunos casos. Ahora algunas familias lo acusan de asesinar a inocentes y se le ha condenado. Según el guía fue un buen presidente que hizo grandes cosas. Pasamos frente a un proyecto suyo para llevar agua a las montañas y repoblarlas. También nos dice que la carretera por la que vamos, que también va a Cuzco y Puno, fue construida durante su mandato y algunas cosas más.
Estamos en el Valle del Colca. En la actualidad el río también se conoce como Colca, pero, ni el valle ni el río tenían ese nombre. Es más, en los mapas nos dice que no aparece así, que es un apodo. El nombre se debe a que se encontraron gran cantidad de colcas en la zona. Una colca es un depósito donde almacenar comida que se utilizaría en periodos de escasez. El guía nos dice que es una palabra española y que se utiliza desde tiempos de la conquista. En este caso, a diferencia de cuzco, no aparece en el diccionario.
El viaje pasa por el interior de una reserva de camélidos andinos. Antes de entrar la furgoneta se detiene en un bar de carretera para que podamos tomar un mate de coca o lo que queramos. El viaje nos llevará a una altura de 4.800 metros, Patapampa, y hay que estar preparado.
El sitio es un robo y nos cobran dos soles y medio por cada mate, Sara uno de una hierba que es buena para la altura y para el estómago y yo de coca. Sara se sigue encontrando mal. Lo mismo sí que es mal del altura aunque no tiene mareos ni dificultad para respirar. De todas formas compro unos caramelos de coca por si acaso. Con el paracetamol, el mate y el caramelo de coca (drogada hasta las cejas) mejora un poco y seguimos el camino. El bar está junto al bosque de piedra, una zona de la montaña en la que las lluvias han tallado “unos árboles”. A partir de aquí la carretera se convierte en un camino de arena en el que no hacemos más que saltar de un lado a otro, lo mejor para el estómago.
Paramos para ver las vicuñas con su apreciadísima lana. El guía nos cuenta que un kilo de lana de vicuña se vende a 400 dólares y que sólo se consigue un cuarto de kilo de cada animal. Además sólo tienen una cría por año y no están domesticadas, viven en estado de semi-libertad. En la época de trasquilado se las conduce al interior de corrales metálicos y luego son nuevamente puestas en libertad en la reserva. La vicuña es de color marrón claro, casi miel, y tiene una mancha blanca en el pecho. No hay más colores.
El siguiente camélido que se presenta es la alpaca. Es muy parecido a una oveja pero más alta y con el cuello más largo. El color del pelo de la alpaca es más variado, si bien el original es blanco, como las ovejas. Su lana es la siguiente en calidad siendo una de las más valoradas la «baby alpaca» que corresponde al primer trasquilado del animal. Estos sí que están domesticados y son pastoreados por la reserva.
El guanaco está en peligro de extinción y no logramos ver ninguno, como tampoco llamas, a pesar de ser domésticas (ya las vimos en Cuzco).
Patapampa.