Viernes 15/05/2009 (y 3)
Vemos en la cartelera del cine que hoy estrenan «Ángeles y demonios» no nos motiva pero miramos el precio por curiosidad. Es como en España pero cambiando los euros por soles, es decir, 6,50 soles.
Cerca de donde estamos está la avenida Tacna. Una típica calle sudamericana según la guía, que combina las imágenes religiosas con la lectura de manos, las tiradas de tarot y cualquier otra superstición. Además de contar con pastelerías (que no encontramos) y tiendas en las que venden turrones. Probamos el de Doña Pepa. No tiene nada que ver con nuestro turrón pero está bueno. El domingo también abren, de manera que lo compraremos el último día.
Pisamos el puente de piedra, que no es gran cosa. No lo cruzamos porque el barrio del otro lado es malo y no lo vemos en todo su apogeo porque estamos sobre él. Habrá que acercarse de día. Al lado del puente encontramos una pastelería en la que compramos una empanada de carne y una porción de tarta de chocolate antes de volver al centro.
Tenemos pensado hacer el tour a San Andrés. San Andrés es un barrio de la ciudad que se encuentra en la ladera de un monte. En su cima se haya una cruz visible desde toda la ciudad. El taxista del primer día nos dijo que se disfrutaban de unas fantásticas vistas de la ciudad desde allí. Es en la plaza donde ofrecen los pasajes. Cuestan cinco soles ida y vuelta, el recorrido completo dura una hora aproximadamente. Lo haremos pero no llevamos la ropa adecuada, Sara sólo lleva una camiseta de manga larga y yo sólo de manga corta, además de que llevamos las gorras para el Sol, que ya se puso.
En el hotel confirmo que la contraseña es válida y volvemos a la calle. Son las siete y cuarto y nos dijo que los viajes acababan a las ocho, no sabemos si el último sube a las ocho o es a las ocho cuando cierran los autobuses. Llegamos cuando está a punto de salir la movilidad. Es un mini-bus de unas 20 plazas. Por suerte está casi lleno, pero no del todo. Damos un par de vueltas a la plaza gritando el destino y haciendo tiempo para que la gente se decida. Se deciden y se llena. Con nosotros va un guía que nos va contando cosas de la ciudad, de sus barrios e iglesias y finalmente de San Andrés, ciudad, que no santo.
La subida es de las que quitan el hipo porque hay muchos tramos en los que la carretera no cuenta ni con un simple quita-miedos. Los locales, mayormente las locales, chillan casi con cada curva. Desde arriba se puede apreciar mejor el tamaño de Lima, enorme. Cuenta con unos ocho millones de habitantes y casi todas las casas son bajas, lo que da una idea de la extensión de la urbe. El guía nos indica la situación de la primera plaza de toros de Sudamérica.
El descenso nos lleva de nuevo a la plaza de armas y desde allí nos vamos al hotel. No tenemos mucho hambre y no hemos parado desde que salimos. Estamos más cansados que hambrientos así que a la cama. Al igual que esta mañana, mañana no habrá despertador. Aunque, al igual que esta mañana, el sitio del desayuno está delante de la puerta lo que provocará más ruidos de los previstos. Sara no nota nada, ya lleva casi una hora dormida.