Sábado 02/05/2009 (1)
La salida del hotel es rápida, pero no nos dejan cambiar euros. Hay bastante gente en la recepción tratando de gestionar su salida o su entrada, no sabemos, pero como tenemos prisa tampoco vamos a quedarnos a averiguarlo. El taxista está allí esperándonos. Hoy sí que parece un taxi, al menos lleva un distintivo en el techo. La niebla no es muy densa, pero tampoco está todo despejado, a ver cuánta visibilidad necesitan aquí los aviones para despegar. Nos explica que es habitual que suceda esto, mientras no se asienta por completo el cambio de estación es frecuente que la niebla cubra la ciudad por completo. El aeropuerto se cierra y los vuelos se desvían al norte o al sur, incluso hasta Ecuador.
A las siete ya estamos facturando, pero nos dicen que el vuelo está retrasado. La niebla en Lima ha hecho que todavía no haya salido de la provincia (suponemos que la provincia será Cuzco, que haga el trayecto ida y vuelta). La hora prevista es 10:30, pero nos comenta que nos fijemos en la pantallas y en los avisos de megafonía, porque todo puede cambiar.
El aeropuerto es totalmente occidental: amplio, limpio, lleno de tiendas y restaurantes. Como no pudimos cambiar en el hotel cambiamos aquí. El cambio es peor así que sólo cambiamos 20 €, entre la habitación y el taxi ya casi no nos queda y habrá que pagar el taxi o el combi en Cuzco para ir al centro y buscar el hotel.
Mientras esperamos sentados al pie de una columna, desayunamos un poco de chocolate y organizamos la visita a Cuzco y alrededores. Hoy Cuzco centro, mañana Pisco para llegar a Ollantaytambo y coger el tren cerrojo a Aguas Calientes, dormir allí. Pasado subir a Machu Picchu a primera hora y bajar cuando sea casi de noche, volver a dormir en Aguas Calientes. Tren a primera hora del día siguiente a Ollantaytambo de nuevo y visita al Valle Sagrado (Sascayhuamán, Qenko, Poca Pucara y Tambomachay), para acabar en Cuzco, donde dormiremos y recogeremos a los Symbios. Al día siguiente lo que quede de Cuzco y tratar de salir en autobús nocturno a Puno. ¡Ahí es nada!
En la zona de embarque hemos encontrado wifi gratis de telefónica (¡qué detalle!) y hemos enviado unos correos para confirmar que seguimos vivos y mirado los horarios del tren cerrojo a Aguas Calientes. No hay mucha oferta, el último sale a las tres de la tarde, así que no sabemos si nos dará tiempo a hacer todas las visitas previstas para mañana. Lo bueno es que llegaremos “pronto” allí para buscar el hotel tranquilamente.
Aquí estamos, en la zona de embarque, 10:16 y todavía sin montar, eso sí, el avión está ahí desde hace un rato. Antes o después saldremos y nos enfrentaremos al soroche.
La hora final de despegue fue 11:15, una hora y media después de la prevista. La tripulación nos pidió mil disculpas por la demora (en español, en inglés no dijeron nada). El avión de Star Perú era bastante viejo, pero tenía más entretenimiento a bordo que el de Air Comet y todo, en realidad tenían monitores en los que emitían un documental sobre el país. Lo más curioso es que no todos los vuelos de la compañía van equipados con salvavidas y, en los que no los llevan, hay que usar el cojín flotador en caso de emergencia. El nuestro llevaba salvavidas y, aunque al principio no parecía que fuera necesario, lo cierto es que el avión salió al mar al despegar.
Media hora de constante subida, uno de los despegues más verticales que he vivido nunca, nos llevaron a sobrevolar las cumbres nevadas de los Andes. Un espectáculo ver los picos saliendo entre las nubes. Servicio de snack, otra media noche con chopped y queso, y un par de galletas dulces, y descenso al aeropuerto de Cuzco.