Viernes 01/05/2009 (y 4)
En la plaza de armas vemos una cola (otra más) para entrar en la casa de Gobierno. Hay una exposición del enterramiento del señor de Sipán y la entrada en gratuita. Una cola más, esto nos recuerda al primer día en Nueva York y la espera para subir al Empire State Building. Pero a diferencia de aquella esta cola va muy rápida y está muy bien organizada. En el interior del edificio la consejera o ministra o no sé qué cargo dice que es de turismo, nos da la bienvenida en nombre del presidente peruano y nos cuenta lo que vamos a ver, además de llamar nuestra atención sobre el edificio en sí mismo: mármol de Carrara, artesonado con reminiscencias árabes, escultura de (ganador de la batalla de San Quintin).
En la sala de los espejos de la casa de Gobierno, a imagen de la de Versalles, vemos un pequeño documental sobre las excavaciones y los descubrimientos, al tiempo que nos dan un zumo de piña (eso creo que era). Todo muy interesante y muy bien gestionado. Para dar paso a la sala con los hallazgos.
Impresionante la maestría con la que trabajaba esta gente hace 1.700 años! Qué cuentas de collar, que piezas de oro trabajado, y qué imaginación para las figuras, un más que sorprendente hombre-cangrejo lo atestigua.
Como no sabemos si cambiar más nos dirigimos a la zona de los cambistas. En teoría está cerca, pero aquí las manzanas tienen un buen tamaño. Todo el tiempo vamos por la calle de los comerciantes, una calle peatonal atestada de tiendas y de gente. Enormes edificios coloniales transformados en almacenes de ropa, restaurantes de tres y cuatro plantas, heladerías, zapatearías,… y atestada de gente. Tanto esta zona como la plaza de Armas está abarrotada, más que Preciados en Madrid. En la calle de los cambistas encontramos todos los puestos cerrados, puede que sea por la hora o por ser hoy festivo. El caso es que volvemos al hotel, que tenemos la cabeza como flotando, las horas de diferencia nos pesan. Por el camino compramos unas botellas de agua y en el hotel reservamos el taxi para mañana al aeropuerto a las 6:30. Deberíamos llegar a eso de las siete y conseguir un asiento. También intentamos reservar la noche de la vuelta a Lima, el 16, pero como no le podemos decir sobre qué hora vamos a llegar nos dice que le mandemos un correo para confirmar. Absurdo esto de no poder reservar si no sabes a qué hora vas a llegar, pero son sus costumbres y punto.
A la cama, a ver si nos recuperamos, que mañana, ya con la hora asumida, nos enfrentaremos al soroche o mal de altura en Cuzco.
Ya son las 3:30 hora española, 20:30 hora local. Diez horas de sueño reparador por delante.