Después de la visita al Alentejo portugués y a la Emerita Augusta romana nos quedamos con las ganas de visitar Trujillo. Así que en cuanto tuvimos una oportunidad nos fuimos para allá. Trujillo no está excesivamente cerca ni lejos de Madrid y hay un buen servicio de autobuses que hacen el trayecto varias veces al día. El 15 de agosto nos plantamos en Trujillo.
Lo primero es la Plaza Mayor con la estatua de Pizarro a caballo, la iglesia de la Sangre, la iglesia de San Martín de Tours, el palacio de la Conquista, Palacio de los Vargas-Carvajal, el palacio de los Chaves-Cardenas, el palacio de los Marqueses de Piedras Albas y la Casa de las Cadenas. Más que suficiente para pasar un buen rato dando unas vueltas.
Desde allí nos dirigimos al castillo, después de pasar por la casa museo de Francisco Pizarro, y por una de las tantas iglesias del pueblo. Al acabar la misa se montó un pequeño mercadillo solidario que incluía comida típica.
Durante la subida tuvimos una buena panorámica del pueblo y de la iglesia de Santa María la Mayor.
El castillo fue castro del imperio romano, se peleó en sus murallas en las guerras de Leovigildo contra los Suevos y su hijo San Hermenegildo. Fue tomando por las tropas islámicas en 713 y reconquistado por Gerardo Sempavor en 1.165. Aunque después estuvo un tiempo bajo dominio de los Almohades. Cuenta con una pequeña ermita construida en honor de Santa María de la Victoria como patrona de la ciudad.
La imagen de la virgen gira para ser vista desde el exterior de los muros y desde el interior de la capilla.