Miércoles 12/11/2008 (I)
El desayuno del Sunset es cada día mejor y eso que todos los días ponen lo mismo. Hoy bajamos a las 5:45 que hay que coger el bus al desierto y ya hay gente desayunando.
Salimos a la calle a esperarlo y nos encontramos con que, sólo de nuestro hotel, somos unos diez. Cuando llega prácticamente lo llenamos, es una especie de micro-bus de no más de 15-20 plazas y las mochilas de todo el mundo ocupan la última fila de asientos. Después todavía hace un par de paradas más en otro dos hoteles. En una de ellas, ya en lo alto del pueblo alejados de la entrada de Petra, se monta el americano que encontramos en la plataforma sobre el tesoro hace dos días. Sólo queda un asiento libre. Llaman al conductor para que haga una parada más. Cuando llegamos hay dos esperando. El conductor les dice que por teléfono le habían dicho que era sólo uno. Pues no, es una pareja, la chica se sienta en el sitio que quedaba y el chico entre ella y el conductor en una especie de asiento sin respaldo, como frene habrá que desincrustarlo del cristal.
El conductor, riéndose, nos dice que todavía caben dos o tres más en las escaleras. Nos reímos todos, pero luego va y para de verdad y se montan dos locales. Los lleva sólo hasta el albergue, que también hay aquí albergue, pero está muy lejos deWadi Musa que es el pueblo y más todavía de Petra. Eso sí, está en lo alto y la vista es magnífica.
Poco después vuelve a parar en mitad de la nada y se sube otro local. Pregunta si tenemos guía para el desierto y su nombre, si volvermos mañana y a dónde, y luego nos cobra el billete del bus, que todavía no habíamos pagado nada. Son 5 JOD por cabeza.
En unas dos horas llegamos a Wadi Rum, al centro de visitantes. Allí, mientras bajo las mochilas, Sara va a preguntar por nuestro guía (Aodeh Abdullah Al-zalabeah). Por correo no le confirmamos la hora a la que íbamos a llegar así que habrá que esperar que le llamen y que vengan. Cuando pregunta el tipo le responde: «Murió ayer, yo también soy un gran guía». Un cachondo. Lo llaman desde allí y aparecen a los diez minutos. Son dos, los dos se llamanAodeh, y nos llevan al poblado después de que paguemos la entrada al desierto. Sí, hay una entrada al desierto de 2 JOD por cabeza. Nos cuentan que en el poblado bien unas 5.000 personas, de las que unas 400 ó 500 viven en el desierto como los antiguos beduinos, aunque tienen casa en el pueblo.
Aodeh nos lleva a su casa y allí esperamos a que traigan los camellos. Después de una media hora salimos a buscarlos porque parece que no llegan. En esa media horaAbdulla , el hijo de nuestro guía, ha estado por allí moviéndose y bebiendo té. Le encanta el té a pesar de tener poco más de un año y tres meses.Aodeh nos han dicho que no hay transporte directo a Amán desde Wadi Rum, que lo hay sólo hasta Wadi Musa (Petra) y Aqaba . El del autobús de esta mañana nos preguntó si volvíamos a Amán al día siguiente y eso nos había animado mucho porque parecía que iba a ser sencillo. A ver cómo lo haremos mañana.
Nada más salir aparecen los camellos. La verdad es que la excursión en camello es un poco «triste». Poco más que salir del poblado para entrar en la arena del desierto y listo, veinte minutos andando super-despacio.
Al final nos espera el jeep (nos han dado a elegir entre uno con capota o descubierto y nos hemos quedado con el descubierto para ver mejor) y empieza el viaje. Con nosotros viene el segundo Aodeh, nuestro guía «oficial» nos encontrará en el campamento por la tarde y nos preparará la cena.
El desierto de Wadi Rum es conocido mundialmente gracias a Lawrence de Arabia, militar, arqueólogo y escritor británico (1.888 – 1.935). Lawrence viajó por Oriente Medio, hasta Siria en 1.909, una vez allí recorrió 1.400 km a pie durante cuatro años, viviendo algún tiempo en el desierto de Wadi Rum , del que posteriormente habló en su libro «Los siete pilares de la sabiduría». Su fama le llegó en 1.917, en la revuelta árabe contra los turcos. Al mando de una tropa árabe conquistó Aqaba y llegó victorioso a Damasco, la derrota final de los turcos otomanos y la aparición del estado árabe sirio (bajo la tutela de Francia). Su carrera militar le llevó después a Transjordania y finalmente a la India.
La primera parada es el manantial de Lawrence, escribió de él en su obra. Se puede hacer una escalada para llegar al manantial y admirar las vistas. Ya habíamos subido todo lo que teníamos que subir los dos días anteriores en Petra y nos conformamos con verlo desde abajo. Allí hay unos abrevaderos a los que se acercan los animales del desierto para beber.
Aoudeh nos llevó después a la duna de arena roja. La ladera de Jebel Umm Ulaydiyya. A pesar de que hay dunas por muchas partes el desierto de Wadi Rum está lleno de grandes rocas de arenisca. De hecho el «desierto» es el valle del Rum.
Después Jebel Faishiyya/arte rupestre de Anfaishiyya, con inscripciones nabateas. Por el camino uno de los dromedarios que se dirigían a beber se nos acercó «amablemente».
La siguiente parada es la casa de Lawrence, un montón de ladrillos que se supone formaron parte de la vivienda del galés, levantada sobre los cimientos de un templo nabateo. Con espectaculares vistas de las dunas.
La hora de comer (menos de las doce de la mañana) nos encontró en el cañón de Barrah, un valle de unos 5 km de largo en el que pudimos disfrutar de la comida que nos había preparado Audeh a la sombra de las montañas. Una lata de atún, tomate, pan árabe, un bollo de pan, galletas, un bollo de chocolate, agua y zumo de manzana. Nuestros estómagos ya se habían acostumbrado a poca comida y casi nos cuesta comerlo todo. Eso sí, gracias a que llevo la navaja suiza, porque la lata de atún no lleva abre-fácil, ni abre-difícil. La comida se complementa con tiempo para andar por el cañón o simplemente descansar admirando las moles de arenisca. Aodeh nos comenta que vienen muchos escaladores para subirlas, pero que es muy peligroso por lo blando del material. Durante el descanso Aodeh aprovecha para seguir rezando, todo el tiempo cada vez que bajamos del todo terreno él se pone a rezar mientras nos espera.
PD: Mañana, la continuación del desierto.