Miércoles 18/06/2008
Hoy hemos puesto el despertador a las cinco y media, que ayer entre unas cosas y otras no salimos de la tienda hasta las seis y cinco. Tampoco tenemos muy claro si estarán Bryson y el 4×4, porque ayer no lo encontramos y Simon tampoco daba señales de vida. Están, tanto Bryson como el 4×4. A Simon no lo vemos porque no vamos a desayunar por ahora. Hemos cogido una tableta de chocolate para el camino que hemos metido en Okihita, la mochila pequeña, marca Okihi. Somos así, sí, personalizamos los nombres de las cosas. Supongo que se ha entendido que Niki es una cámara compacta Nikon y lo de las mochilas ya está explicado, son modelo Symbium. Hemos cogido el chocolate porque nos tenemos que tomar la profilaxis de la malaria y se supone que hay que comer algo antes de tomarla. Ayer con la decisión de último momento de ir a por los animales nos la tomamos sólo con agua. No nos ha molestado, pero tampoco hay que provocar.
Somos más puntuales que ayer y a las 5:59 ya estamos saliendo del camping. Nos cruzamos con una familia de hipopótamos (dos grandes y uno pequeño) que van camino de su charca. Cruzan el camino al lado de nuestro 4×4 y saltan al agua. Es muy pronto, estoy medio dormido, no hay mucha luz, la cámara no estaba preparada,… vamos, que no hay foto. Todo culpa mía porque Sara me avisa de que la saque nada más verlos.
Mientras seguimos recorriendo los caminos del parque buscando más animales nos encontramos con una manada de leones. Están andando por el camino todos más o menos juntos. Hay nueve leones alrededor de nuestro 4×4. Esta vez no hay un montón de coches, sólo nosotros y otro 4×4. Se paran, corren, pasan al lado, salen del camino para seguir paralelos por entre la hierba,… entre unas cosas y otras nos tiramos más de media hora con los leones alrededor. Son cinco machos y cuatro hembras. Los machos son todos bastante jóvenes, no hay ninguno con una de esas melenas de cine. Pero están completamente pegados a nosotros.
Le preguntamos a Bryson si irán de caza y nos contesta que cree que sí. Nos dice que siendo tan grande la manada necesitarán una presa del tamaño de un búfalo para que puedan comer todos. Nos frotamos las manos esperando ver una escena de caza, sería increíble disfrutar de algo así, aunque pobre el que caiga en medio de estos nueve.
Al final resulta que no tenían ninguna intención de cazar. Llegan a una charca y tres se ponen a beber mientras los demás se tumban tranquilamente a la sombra.
De todas formas nos quedamos allí parados un poco más no vaya a ser que estén reponiendo fuerzas y vayan a empezar a cazar en breve. Uno de los 4×4 que hay en la charca (aquí nos hemos juntado muchos) sale disparado. Bryson decide seguirle por si ha oído algo por la radio. Vemos que bastante cerca de donde se han tumbado los leones hay un pequeño grupo de gacelas. No parece que le otro coche haya ido a buscar nada y le decimos a Bryson que vuelva, a ver si con suerte los leones huelen a las gacelas, o las ven, o las oyen, o lo que sea… estamos dispuestos a decírselo si con eso conseguimos que se muevan y corran.
No parecen nada dispuestos a correr y menos aún a cazar. Por la radio dicen algo de un leopardo y de un guepardo. Hemos mentido a Bryson esta mañana, nos preguntó si habíamos rezado y le dijimos que sí. Pero, la verdad es que con el tema de la desaparición y unas cosas y otras (entre ellas que tampoco somos muy creyentes), nos metimos en la tienda y nos dormimos del tirón. Ahora sí que nos despedimos de la manada de leones camino de los demás felinos.
Encontramos primero a la pareja de guepardos. La verdad es que se ven con dificultad, son buenos escondiéndose y están bastante lejos del camino. De todas formas, con ayuda de los prismáticos y de Bryson que nos dice más o menos dónde están, acabamos viendo a uno. Aunque puede ser un guepardo o un árbol seco… Seguimos el camino hacia el leopardo, que hoy es nuestra última oportunidad.
En los parques cuando dos 4×4 se cruzan los conductores se saludan, si quieren hablar se dan las luces para que el otro pare y poder hablar preguntando por animales vistos. Nos encontramos con un coche que da las luces. Bryson para y le habla de los leones, del guepardo y del leopardo. El otro conductor lo había oído por la radio pero es que no sabe llegar. Bryson le dice que nos siga mientras vamos a por el leopardo. Todo esto lo descubrimos después cuando Bryson nos lo traduce. La verdad es que tenemos un guía estupendo que se conoce los parques (tanto el Serengeti como el Lago Manyara) como la palma de su mano y recuerda los sitios perfectamente. Cuando volvimos a ver si encontrábamos al leopardo en el árbol de ayer o a por las leonas que comían el ñu no hubo ni una duda. Si te toca un guía que no se conozca los parques estás perdido. Si tienes la suerte de que encuentre los animales bien, pero si no, por mucho que digan que hay una macro fiesta de leones, leopardos y guepardos, con cebras, ñues, elefantes y toda la panda, no los encontrarás nunca. La verdad es que nosotros no queremos tampoco que vaya despacio para que el otro le siga, nos parece bien que le siga si quiere, pero nada de ir despacio, no se vaya a marchar el leopardo, ¡corre! ¡corre!
Por la radio han hablado de un kopje. Allí nos encontramos con un par de 4×4 más que acaban de llegar, pero no parece haber rastro del leopardo. Damos una vuelta y no hay nada.
Por la radio vuelven a decir algo y Bryson nos explica que el que había dado la situación del leopardo se había equivocado y había dicho otra roca, que está en una que está al lado. Para allá que salimos disparados. Y allí está el leopardo. Tirado encima de una roca descansando a unos 20 metros. La expectación es enorme, hay más de 12 coches con todos los turistas venga a hacer fotos. Se ven unas cámaras y unos objetivos que dan miedo. El coche que había delante se va y conseguimos acercarnos más todavía. Un rato después se levanta, se estira un poco y se va para la zona interior desapareciendo de nuestra vista.
¡La mañana ha sido muy productiva! Increíblemente productiva: una manada de leones al lado del coche, un guepardo (vale, de lejos, pero un guepardo al fin y al cabo) y un leopardo. ¡Hemos triunfado! Vamos a por el brunch y a levantar el campamento que hay que salir al Ngorongoro.
O Simon ha hecho menos comida, o tantas emociones nos han abierto el apetito. También puede ser que nuestro estómago sabe que hasta la cena no habrá nada más. El caso es que nos comemos todo lo que nos sirve: huevos fritos, patatas fritas, pollo y un par de salchichas. Esta noche sí que habrá que hacer la danza para ver lo que sea en Ngorongoro, aunque sólo sea para sudar un poco.
De nuevo en el 4×4 y hacia la salida del Serengeti Bryson nos lleva a donde estaban los guepardos para ver si esta vez están más reconocibles. No sólo no están más reconocibles sino que, aparentemente, ni están. También pasamos por donde estaban las leonas comiendo al ñu y allí no quedan ni los huesos. Bryson nos cuenta que, como nos había dicho, los leones cazan y comen sin mover la presa, pero que cuando se van y llegan las hienas, éstas cogen el pedazo que pueden y se lo llevan a donde sea para que las demás no molesten. De manera que no queda ni rastro. Los buitres también hacen el mismo trabajo que las hienas, de hecho, son ellos los que sirven de guía a las hienas. Las hienas siguen a los buitres para localizar las presas muertas.
Llegamos a la puerta del Serengeti con Ngorongoro justo a tiempo. Hemos hecho un par de paradas más por el camino pero no ha habido más depredadores.
El principio del Ngorongoro (el final el otro día) es como el Serengeti: enormes llanuras, árboles aislados y kopjes (las islas de piedra). Después de casi una hora de camino llegamos a la zona de selva verde y subida. El Ngorongoro es un volcán y las laderas exteriores tienen vegetación de selva. Además de que empieza a hacer más frío. Bryson comentó que la noche de ayer llegaron a los 5º según un guía que encontró en el camping del Serengeti. Miedo nos dan nuestros sacos, a ver si pasan esta prueba o tenía razón el de El Rastro que nos quería vender los sacos de 0º… También es que costaban 25 euros más cada uno.
Llegamos a nuestro camping, se llama simba, león. Los bordes del cráter del Ngorongoro están a una altura de unos 2.600 metros sobre el nivel del mar. La temperatura ha bajado bastante. Ayudamos a Bryson con nuestra tienda y nos sentamos delante de una muy buena vista del cráter a escribir el diario. Aquí hay luz eléctrica, pero sólo hasta las diez de la noche. No nos hemos parado a buscar y cuando miramos encontramos unos enchufes pero están todos ocupados. Nos colocamos allí cerca a la espera de que alguno se quede libre para poder cargar a Niki, también pretendemos enchufar el disco duro para descargar las tarjetas y poder seguir haciendo más fotos con libertad.
El plan para mañana es conseguir la foto de los hipopótamos andando fuera del agua (en Manyara ya la hicimos, pero esta mañana es que pasaron pegados al coche), una de un guepardo que se distinga bien que es un guepardo y del rinoceronte, que es el último de los cinco grandes que nos queda por ver. Los cinco grandes son el león, el leopardo, el elefante, el búfalo y el rinoceronte. Bryson nos dijo que aquí hay doce, la verdad es que no son muchos, pero como no hay árboles dentro del cráter es relativamente fácil verlos, aunque estén lejos.
Cuando tenemos descargando las tarjetas de memoria viene Bryson a decirnos que salgamos. Al lado de los baño hay un elefante que se acerca a la zona de cocina. Por lo visto suelen venir a beber agua del depósito que hay encima de la estructura y luego se van tranquilamente. Sara sale para hacerle una foto porque yo me quedo con las tarjetas. Me dice que vaya yo, que por la noche no va a saber hacerla sin flash (puede que el flash moleste al animalito enorme y no es plan incordiarle). Lo cierto es que le digo que vaya ella y al final no se consiguió la foto. Cuando yo salí, un imbécil (se puede decir más alto pero no más claro) le había lanzado una berenjena al elefante, a los pies por suerte, y éste se había asustado, dado la vuelta y marchado. Menos mal que no le dio por mosquearse por la estupidez. Sara ha estado a menos de cuatro metros del elefante los dos con los pies en la tierra y sin nada en medio. Viviendo el peligro.
Mientras estábamos cenando se ha producido una auténtica lucha por los enchufes. Todo el mundo quería enchufar sus cámaras de fotos, de vídeo, teléfonos… y algunos se iban calentando y acababan desenchufando lo que fuera para conectar lo suyo. De vez en cuando me acercaba a mirar para que no quitarán a Niki (el disco duro ya ha hecho lo que tenía que hacer, hemos descargado y listo). Al final me la han desenchufado, pero se levanta el que lo ha hecho para decirme que la ha quitado porque ya estaba cargada completa. No tengo que dudar de él, ya que se ha levantado y ha dado la cara supongo que estará cargada del todo. No vamos a montar más lío así que nos vamos a dormir. Por cierto, que hoy Bryson también ha salido por la noche con el 4×4, empezamos a sentir curiosidad por saber qué hace todas las noches… Le hemos pedido una botella de agua a Simon (la dejamos en el 4×4) y nos ha dicho que las botellas estaban en el 4×4 y que el 4×4 estaba fuera del camping. Luego ha llegado con otra que ha conseguido de otro cocinero y que le devolverá cuando llegue la nuestra. Bryson, ¿dónde te metes por las noches?
Dentro de la tienda montamos un espectáculo con los sacos. Hace bastante frío fuera, Sara llevaba cinco capas de ropa y la manta de Kenya Airways encima mientras cenábamos y yo estaba helado también. Decidimos juntar los sacos, se pueden enganchar las cremalleras y nos aprovecharemos del efecto buey y mula. Además nos dejamos alguna capa de ropa al entrar en ellos. A la media hora nos estamos quitando las capas asfixiados y nos quedamos nada más que con una camiseta. Una compra perfecta estos sacos.