Martes 17/06/2008
El despertador suena a las 5:45. Al abrir la tienda notamos que hace frío (bueno, un poco). Así que, añadimos una capa más a lo que ya llevábamos. Yo me pongo una camiseta técnica debajo de la normal y de la sudadera; la gorra y el pañuelo. Y Sara otro par de camisetas y sudadera; sombrero y pañuelo, y otra sudadera atada a la cintura, por si acaso.
Desde las 6:00 hasta las 7:30 no vemos más que la salida del sol, ningún animal.
A las 7:30 estamos cara a cara con un par de leonas que se están comiendo un ñu, lástima que no hayamos llegado antes para ver la caza.
Hablamos con Bryson para decirle que nuestra prioridad en el viaje es ver animales y que lo de volver a desayunar al camping y perder más tiempo es totalmente prescindible. Lo cierto es que estamos un poco frustrados porque esperábamos que a primera hora de la mañana hubiera más actividad y no hemos visto prácticamente nada. Además de que Bryson nos ha dicho que los animales están en otra zona, a unos 50 km, la migración de ñues y cebras. Entonces, ¿qué estamos haciendo nosotros aquí? Que nosotros en nuestros viajes habitualmente casi ni comemos. Le decimos que si a él no le importa que vayamos para allá y que ya comeremos después. Un punto a favor de hacer el viaje nosotros solos, puede que si los americanos estuvieran aquí hubieran necesitado volver a desayunar o sí o sí, o cualquier otra cosa. Bryson avisa por radio para que Simon no prepare el desayuno.
Según nos acercamos a la zona en cuestión la cantidad de animales crece: jirafas, elefantes, más leones, antílopes y al final cientos de ñues con cebras corriendo. Incluso hemos visto un amago de cocodrilo. En la zona donde estaban los ñues y las cebras Bryson nos ha dicho que tuviéramos cuidado con las moscas. Estos animales llevan “de serie” la mosca tse-tsé, que transmite la enfermedad del sueño. Ataca al cerebro y, según Bryson, no tiene cura. Lo más peligroso es que te pique en la nuca. Parece que lo dice en serio porque está todo el tiempo preocupado mirando las moscas que entran en el 4×4 y cuando ve una de las malas trata de matarla por todos los medios. Como la temperatura ha subido (el sol calienta en cuanto sale) nos quitamos varias capas y aprovechamos para estrenar las camisas anti-mosquitos, a ver si también funcionan con las moscas.
Al volver al camping para comer nos encontramos con un león macho parado al lado del camino. Cuando damos marcha atrás para acercarnos decide que a él los 4×4 sí que le molestan y se mete entre los árboles. Más adelante vemos tres coches parados frente a un árbol con gente mirando por prismáticos. Nos acercamos y nos dicen que había un leopardo subido en el árbol hasta hace nada, que ha bajado y que ahora no se le ve. La hierba está alta y seca (amarillenta), y el leopardo debe estar tumbado. Después de un rato intentando localizarlo nos damos por vencidos. Bryson nos dice que no se suelen mover mucho, así que volveremos para intentar verlo después de comer.
Simon trata de hacernos olvidar el desayuno con una cantidad de comida exagerada. Nos ha preparado algo que él ha llamado pizza, pero era más bien una especie de tarta salada rellena de carne picada. La verdad es que estaba muy buena, pero era demasiado. Por si fuera poco, luego ha aparecido con un par de platos más. Se nos llena la zona de abejas atraídas por la fruta y el zumo. Hay tantas que tenemos que salir de allí dejando el zumo para que se diviertan – una se ha metido dentro del tetra-brick directamente y en el vaso hay cinco o seis, alguna dentro del zumo que no saldrá más. Aprovechamos para decirle a Simon que hace demasiada comida y que disminuya la cantidad. Él nos dice que no hay problema, que lo que no queramos comer que lo dejemos sin más. Pero la verdad es que nos da cargo de conciencia dejar la comida allí sin saber si la van a aprovechar o la van a tirar directamente.
Después de comer volvemos al árbol a ver si localizamos al leopardo. De paso nos acercaremos otra vez a la charca de los hipopótamos. Llegamos al árbol del leopardo. Nada, que sigue sin haber manera. De hecho pensamos que lo más seguro es que ni esté y empezamos a dudar de si alguien lo habrá visto realmente en el árbol o todo el mundo habrá llegado «justo» cuando bajaba.
Pasando por encima de una especie de puente, encontramos a una leona amamantando a un par de cachorros. Está bastante escondida pero ya hay una buena fila de coches haciendo cola para conseguir una buena posición de observación.
Hablamos con Bryson y quedamos en que lo mejor es volver ahora al camping y salir después para ver una puesta de sol como Dios manda sin tanto árbol por en medio. Nos hemos vuelto a acercar a los kopje, pero no hemos encontrado ningún animal.
La leona con sus cachorros se ha movido un poco y ahora les podemos ver las caras. La leona parece medio muerta con un montón de moscas y sin moverse. Uno de los cachorros se mueve un poco más de la cuenta y queda detrás de la hierba y la leona se levanta como un muelle a ver dónde se ha metido. Y eso que parecía que no lo podía ver desde donde estaba.
El ñu que se estaban comiendo las leonas esta mañana, bueno, lo que queda de él, sigue allí. También siguen allí las leonas y ya han llegado unos buitres, que están esperando a que las leonas se vayan posados en un árbol cercano. Allí vemos, en otro 4×4 a la pareja del primer día. Al final consiguieron otro viaje y van cuatro en su coche.
Hablamos con Bryson del precio de las cosas en Tanzania y nos comenta que una botella de agua de litro y medio puede costar algo menos de un dólar y que un paquete de arroz ronda los 50 centavos, el litro de gasoil también ronda el dólar. Vamos, que no es tan barato vivir en Tanzania, las mantas masai pueden salir por unos 10 dólares, de todas formas dice que la comida es barata (lo del arroz no es mucho, pero vamos, barata, barata). Comenta que en los supermercados grandes sí que hay precios escritos para los productos, pero que en el resto de tiendas el precio fijo no existe y que a cada uno el tendero le da uno distinto pensando en cuánto le podrá sacar. Luego hablamos del alcohol, y nos hace una clasificación de los turistas por su afición a darle: que los americanos le dan bastante, los franceses, los rusos mucho, los españoles y los italianos también, ingleses y australianos… vamos, que no se salva nadie. En nuestro camping hemos visto esta tarde unas botellas de ginebra vacías que llevaban los campistas. Los americanos además evitan hacer safaris si en el grupo hay algún árabe, cancelan el viaje si se enteran.
Un breve descanso en el camping y salimos de nuevo a ver la puesta de sol.
Seguimos conversando con Bryson y nos cuenta que es el menor de seis hermanos. Trabajó durante mucho tiempo como guía de escalada al Kilimanjaro (él es de una aldea cerca de Moshi), pero que ya es mayor para seguir haciéndolo,. Tiene 42 años que no los aparenta para nada. Su mujer y sus tres hijos viven en Moshi con su madre, una señora con ¡87 años! El resto de la familia está repartida por todo el país pero en navidades todos se juntan en la aldea. Entre unas cosas y otras se juntan más de 40-50 personas, tiene más de 30 sobrinos. También nos dice que la mejor época para ir a los parques en Tanzania es la estación lluviosa, que es cuando más animales hay. En cuanto acaban las lluvias empiezan a emigrar al norte o al oeste. En la guía ponía que lo mejor era ir ahora porque los caminos de los parques se volvían impracticables con las lluvias. Bryson nos dice que no, que los caminos cuando llueve están perfectamente. Habrá que tenerlo en cuenta para futuros viajes.
La puesta de sol es muy bonita, pero no es como las típicas porque hay un montón de nubes. De todas formas, el color rojo del cielo lo vemos. Volviendo al camping nos encontramos con un grupo de jirafas y aprovechamos para hacer una foto con jirafa y puesta de sol. Bryson nos dice que hay que volver rápido, porque el permiso para estar recorriendo el parque es sólo hasta las 18 horas y ya son más de las siete. Que para salir por la noche hay que pagar un extra.
La cena sigue siendo tan abundante como siempre. Dejamos algo de sopa y vemos que Simon lo recoge de una manera distinta. Cuando nos comemos toda, mete los platos y cucharas dentro de la sopera, hoy se ha llevado la sopera en una mano y platos y cucharas en otras, así que parece que lo aprovecharán. Nos quita el cargo de conciencia y decidimos comer menos, para no reventar. Después de traer el segundo plato aparece Bryson para darnos el plan de mañana. Volveremos a salir a las 6:00 y regresaremos al camping para un brunch a las 10:00, recogeremos todo y saldremos para Ngorongoro despacio. Hay que llegar a la salida del parque antes de las 14:30. Nos dice que tenemos que rezar para ver al leopardo, porque en Ngorongoro no hay. Que allí podremos ver al guepardo, pero que mañana será nuestra última oportunidad para ver al leopardo. Le decimos que con todo lo que estamos comiendo podemos incluso hacer una danza alrededor de la tienda para bajar calorías. Incluso podemos hacer una danza para el leopardo y otra para el guepardo, estamos comiendo de sobra para los dos.
Simon no vuelve a aparecer con la fruta ni para recoger la comida. Nos extraña porque siempre está muy atento y no sabemos qué habrá pasado. Salimos y le buscamos en donde están los cocineros. Todos se ponen a gritar su nombre (en el camping no hay luz, así que encontrar a la gente no es fácil) pero no le localizan. Tratamos de encontrar nuestro 4×4 para ver si está allí con Bryson pero tampoco está en el camping. Nos extraña más porque ayer Bryson nos dijo que iba a salir por la noche para echar gasoil y luego volvió para decirnos que lo sentía pero que la gasolinera más cercana tenía la bomba rota y que tendría que ir a otra más lejana. Pero hoy no ha dicho nada… Como no hay manera decidimos irnos a dormir.
Más fotos, como siempre en la galería picasa, aquí.