Domingo 15/06/2008
Llueve, llueve mucho, ha estado lloviendo toda la noche. ¿Esto es la estación seca en África? No hemos cogido nada para la lluvia, se supone que en África la estación seca es seca de verdad, por eso emigran los animales buscando el agua. Y la estación lluviosa acaba en mayo.
Como habíamos quedado a las 9:00 nuestro conductor/guía y nuestro cocinero (un chico que no parece tener más de 16 años) vienen a buscarnos. Nos llevan a la oficina de Loth para que se despida de nosotros y nos diga que es muy recomendable darles propina tanto al guía, como al cocinero.
Salimos hacia el Parque Natural del Lago Manyara. Sigue lloviendo. En el camino nos cruzamos con el camión de los de Kananga (agencia de viajes de aventura española). El final del viaje es Mto Wa Mbo, literalmente en swahili: río de mosquitos. Predomina el mosquito de la malaria en la zona, aunque sólo es activo por la noche (humm, aquí es donde vamos a dormir…). Poco antes de llegar ha dejado de llover, aunque el cielo sigue estando muy cubierto y no las tenemos todas con nosotros.
Mientras plantan la tienda y preparan la comida Sara y yo salimos a dar una vuelta por el pueblo. El pueblo sólo tiene una carretera asfaltada, la principal, las demás son de tierra. Justo enfrente del camino de tierra en el que está el camping está el mercado central masai. Una calle llena de tienda de recuerdos. Los vendedores son mucho menos insistentes que en el norte (Marruecos y Egipto). Te piden que entres en sus tiendas y que mires, que es gratis. Por supuesto, el precio no existe, porque el negocio es hablar: «yo digo un precio, tú dices otro y hablando nos entendemos». No tenemos intención de comprar el primer día y se lo toman bien cuando salimos sin preguntar ningún precio. Sabemos por experiencia que si preguntas un precio será casi imposible que la cosa acabe bien, porque ellos te pedirán tu precio que será mucho menos del que piden, te sentirás culpable por decir tan poco, pero tampoco quieres pagar más… y al final, acabarás comprando.
En la última tienda de todas vemos unos cuadros típicos que nos gustan un poco más que los demás. Caemos y preguntamos por el precio. No hay salida. El vendedor nos dice que 30$, a nosotros nos parece mucho y no tenemos ganas de regatear, nos pide nuestro precio insistentemente y le decimos que 10$. Él baja, pero nosotros no pensamos subir y salimos de la tienda. Viene corriendo tras nosotros y nos dice que 15, luego que 12, incluso 11 y al final acepta los 10. También nos pregunta si tenemos cosas para cambiar: calcetines, camisetas, la gorra, el reloj… incluso nos llega a decir que si le cambiamos las botas. A esto le respondemos que entonces con qué íbamos a andar nosotros, y él nos dice que nos da sus sandalias, qué chispa.
Nuestra primera comida preparada por el cocinero está bastante bien, aunque la ensalada le decimos que no la vamos a comer, que sólo cosas que hayan pasado por el fuego siguiendo las recomendaciones del médico. Una de esas cosas pasadas por el fuego es un guiso de vegetales, que después de varios platos comidos descubrimos que está lleno de pequeños insectos negros… confiando en que también se hayan cocinado Sara sigue comiendo, porque dice que está muy bueno. El postre es fruta con piel recién cortada: mango y lima.
Llegamos al parque. El techo del 4×4 se abre y nos permite ir de pie viendo los animales sin cristales, además se le ata una tela a unos soportes que hace de techo para el sol y para la lluvia (que no sabemos si no la volveremos a ver).
Nada más entrar vemos a un grupo de monos. Están al lado del coche y no se inmutan por el ruido del motor, nos ignoran salvo por alguna mirada curiosa. Después de este comienzo la cosa decae bastante, no vemos a ningún otro animal en un buen rato. Con un grupo de impalas y un par de jirafas en el camino de tierra vuelve el espectáculo. Más monos, más impalas y jabalíes, el lago de los hipopótamos con un montón de ellos dentro y fuera del agua y muchos pájaros a su alrededor. También hay búfalos cerca. A la vuelta de la charca de los hipopótamos nos encontramos con unos elefantes cara a cara; más grandes que el 4×4. Más monos, más elefantes y el lago Manyara, con un montón de flamencos. También nos encontramos con un pequeño antílope y justo al salir con otra jirafa. En el parque hay bastantes baobabs.
En el camping de Mtu Wa Mbo además de la zona de acampada hay también habitaciones. En la sala preparada como zona de restaurante hay enchufes y dejamos cargando el disco duro y Niki.
Para cenar nos ha preparado una sopa bastante espesa, reconocemos las patatas, pero no el resto de ingredientes, aunque casi seguro que son verduras. Pensamos que con la sopa acaba y cuando estamos a punto de levantarnos aparece Simon, el cocinero, con una fuente enorme de arroz cocido y un guiso de carne. Para terminar la fruta: sandía y plátano. Estamos comiendo más que en ninguno de nuestros viajes, y eso que pensábamos que íbamos a adelgazar.
Antes de levantarnos vienen Bryson, el guía, y Simon y se sientan con nosotros a hablar. Nos cuentan cosas del cráter del Ngorongoro; que están todos los animales menos la jirafa y el leopardo; que algunos emigran en la estación seca pero hay otros que están en el cráter todo el año; que sólo hay un acceso para bajar y otro para subir; que hay 200 pies de diferencia de altura;… Hablamos de las costumbres de los animales, los hábitos horarios de caza; que los leones comen en el sitio que matan; comen entre 4 y 5 kilos de carne las hembras y entre 7 y 10 los machos y después pueden pasar entre 3 y 5 días sin comer nada; que los leopardos matan y suben con la presa a un árbol para evitar que se la roben; que las hienas encuentran su comida siguiendo a los buitres;… Incluso llegamos a hablar de religión, en Tanzania conviven la religión musulmana con la católica cristiana en todas sus vertientes, ellos dos son luteranos.
Después de la charla nos vamos a dormir. Hemos quedado en desayunar a las 7:30 con las mochilas cerradas y preparadas para montar en el 4×4, saldremos hacia el Serengeti pasando por Ngorongoro. En realidad no son ni las 21:00, pero bueno… tampoco hay mucho que hacer. Antes de acostarnos llega una americana que nos pregunta si al enchufar nuestras cosas vimos una batería de cámara, que no la encuentra. No la habíamos visto, ya habíamos cogido Niki que ya estaba cargada pero el disco duro seguía allí, así que vamos a recogerlo no vaya a desaparecernos a nosotros también, que un disco duro es bastante más jugoso que una batería específica de una cámara. El camping no tiene agua caliente, como ninguno de los demás en los que vamos a dormir…
Hay alguna foto más en la galería de picasa.
Y aquí el elefante comiendo.