Sábado 14/06/2008
A las cuatro de la mañana nos traen el desayuno. En realidad ya son las 5:00 porque en Kenya hay una hora de diferencia. No he podido dormir mucho porque la niña que han colocado a mi lado ha decidido que le molestaba algo mientras estaba dormida y que lo mejor que podía hacer era darle unas pocas patadas y empujar para alejarlo… resulta que lo que le molestaba era mi pierna y despertarse con una patada en el muslo no es una experiencia que te permita volverte a dormir muy rápido.
Como nosotros llevamos el visado hecho desde España el paso por el control de pasaportes es muy rápido, pero las mochilas no acaban de salir por la cinta. Hay otra mochila igual que la mía (Symbio) pero está dentro de una bolsa de plástico de AirFrance. No pensamos que se hayan molestado en ponerles bolsas porque en Madrid no lo hicieron, pero de todas formas la cogemos para confirmar si es o no, y no es. Habrá que seguir esperando, con calma, porque nos dijeron en Amsterdam que estaban embarcadas. Pero el autobús que para Arusha sale a las 7:30, son las 6:50 no han salido las mochilas y no tenemos ni idea de dónde para, ¡ah! y el siguiente es a las 14:00. Al final aparecen las mochilas y salimos a buscar el bus. Según salimos nos vienen a preguntar qué buscamos, decimos que el autobús (se llama Rainbow, qué tierno); nos dicen dónde para pero nos llevan a ver a otro tipo; nos pide los nombres y dice que va a llamar al autobús para ver dónde está; no tenemos muy claro qué está pasando ni si nos están liando, el autobús está pagado y no sabemos qué quieren hacer. Al final, el segundo tipo nos dice que es el agente de la compañía Rainbow en el aeropuerto de Nairobi y que está llamando al conductor, nos ha visto bastante mosqueados. Nos lleva a la «parada» y nos dice que esperemos, que llegará a las 8:00, pero hora africana… que eso pueden ser las 8:30 o más.
Mientras estamos esperando va llegando el mismo tipo con más turistas que irán en nuestro autobús y nos deja juntos. Entre los que parece que esperan el mismo que nosotros van unos observadores de pájaros que llevan la hora que estamos esperando a que llegue el bus con los prismáticos en los ojos todo el tiempo viendo los pájaros que hay por el aeropuerto, esto es, los más normales que te puedas imaginar y más bien pocos. También una pareja, él de Boston y ella de Canadá con los que hablamos un poco. Hablamos con cierta dificultad, el acento americano es bastante complicado, parece que están con un chicle en la boca todo el tiempo y que les cuesta un esfuerzo enorme pronunciar las palabras. También oímos bastantes franceses, de hecho uno de ellos es el que lleva la mochila igual que Symbio, así que habrá que tener cuidado cuando las bajen del autobús y no nos confundamos.
Salimos a las 8:30 finalmente. Después de casi cuatro horas de viaje, bien apretaditos, hacemos una parada técnica en una tienda de recuerdos típicos. Para hacernos a la idea son pinturas, figuras de madera (principalmente de ébano, o eso dicen), mantas maasai y lanzas. Nada más montar en el autobús nos dieron dos formularios, el de salida de Kenya y el de entrada en Tanzania. En el viaje en bus me he dormido, no lo puedo evitar, es montarme en un coche o similar y que caigo. Antes de dormir vimos un grupo de camellos y después Sara me despertó para ver unas cebras al lado de la carretera, bueno, carretera… en muchas partes es un camino de tierra, parece que están en obras para ampliar la calzada y mientras pues vas por la tierra. El paisaje se completa con el típico árbol de la sabana (el que tiene la copa grande y paralela al suelo) y un montón de pequeños pueblos (agrupaciones de casas a los lados de la carretera), con una estructura de palos de madera y con los huecos rellenos con adobe.
La salida de Kenya es rápida y el sellado del pasaporte muy rápido. Ahora vamos a la entrada en Tanzania. Según la página web hacían falta dos fotos, un billete para salir del país o un extracto del banco en el que se vea que tienes más de 1.000 $, las cartillas de vacunación,… y 50$ por cabeza de tasas. Resulta que lo único que realmente hace falta son los 50$; ni billete de vuelta, ni banco, ni nada. Para las fotos tienen cámaras web conectadas a cada ordenador y las hacen en el momento si es necesario, que en nuestro caso no lo es. La pareja americana tiene problemas. Les habían dicho que el visado era 30$ por cabeza y resulta que son 50$ para ella por ser canadiense y 100$ para él por ser de EEUU. El caso es que no tienen suficiente dinero en efectivo y no aceptan el pago con tarjeta. Nos preguntan si les podemos prestar 50$ y que nos los devolverán en Arusha en cuanto puedan ir a un cajero a sacar. Se los dejamos y ellos dicen que vendrán a nuestro hotel con nosotros y nos darán el dinero. No tienen viaje contratado así que no hay nadie que les espere. Tienen un amigo de un amigo que conoce a alguien u organiza viajes desde Arusha y quieren hablar primero con ellos.
A la llegada a Arusha nuestro agente, Loth, nos está esperando. Como la pareja americana no tiene viaje todos los «agentes» se les echan encima tratando de convencerles de que el suyo es el mejor. El hecho de venirse con nosotros para devolvernos el dinero les viene bien, porque les sacamos del lío y nuestro guía les lleva a un cajero directamente. Mientras tanto les decimos el plan de nuestro viaje y que si quieren se pueden unir a nosotros. Mientras ellos están sacando dinero hablamos con Loth para ver el tema del precio del viaje y la cantidad que nos descontarían en el caso de que al final fuéramos cuatro y no dos. Él parece bastante interesado en venir con nosotros, le gusta el programa y además piensa que saldrá más barato también para ellos siendo cuatro que dos solos, pero ella tenía otros planes: quería un día menos de safari para luego poder ir a la capital y a Zanzibar, y quiere ver otros parques. Vamos a la oficina de Loth para que les cuenten bien todo y puedan decidir. El estrés puede con la chica y acaba llorando ante la presión de tener que decidir tan rápido (¿si lo pasas tan mal con las prisas qué sentido tiene ir al país sin tener las cosas mejor preparadas?) Hacen un par de llamadas a los amigos de sus amigos y quedamos en que nosotros nos vamos a nuestro hotel y que si al día siguiente ellos están en el 4×4 cuando vengan a buscarnos bien, y si no, pues nada. En el caso de que estén, Loth nos devolvería el dinero en mano.
Al pagar tenemos un pequeño problema con cuatro billetes de 100 $, nos dicen que son viejos y que les hacen peor cambio. Poco podemos hacer, no llevamos 400$ más y, aunque los lleváramos tampoco se los cambiaríamos porque luego no nos los aceptarían otros, tenían que habérnoslo dicho al principio y lo habríamos mirado bien al cambiar en Madrid.
Nuestro hotel, Le Jacaranda, no tiene mala pinta desde fuera, y la habitación tampoco está mal. Loth nos ha dicho que no hay nada que ver en la ciudad, Arusha, y que por la noche puede ser peligrosa, que a partir de las 18:00 – 18:30 es mejor no salir a la calle. Así que nos echamos una siesta tardía y cuando nos despertamos tomamos una cena ligerita. El paté que compramos para nuestro viaje a Japón de hace casi tres años por fin se come (también viajó a Rusia y también volvió de allí). Salimos para dar una vuelta por hotel y vemos que el restaurante está lleno de americanos, lo mismo le damos una oportunidad a su cocina a la vuelta, el último día volveremos aquí a dormir. Por cierto, siguiendo las recomendaciones de todo el mundo los dientes nos los lavamos con agua mineral, nada de meter agua del grifo en la boca ni aunque sea para escupirla después.