No estamos acostumbrados a ver nieve. Es lo que tiene vivir en el centro de Madrid. Por eso, cuando el asfalto de las calles queda cubierto, salimos como niños buscando los regalos de Reyes debajo del árbol. Y lo de Filomena, nuestro temporal de nieve favorito, fue otro nivel…
¿Qué posibilidades hay de que tú vivas algo como esto cuando vengas de viaje a Madrid? No te vamos a engañar, prácticamente ninguna. Es más fácil que te toque la lotería de Navidad después de hacer unas horas de cola en Doña Manolita. Pero, ¿vamos a dejar por eso de enseñártelo? Hemos vivido un momento histórico y, como tal, merece ser recordado. Además de que, con el frío que hemos pasado para sacar las fotos, ¿cómo no íbamos a publicarlas? Vale, ya has visto un montón de fotos del temporal de nieve en Madrid, pero todavía no las nuestras.
Filomena –en serio, ¿quién ha elegido ese nombre para un temporal?– avisó con tiempo de su llegada. Por si fuera poco, hizo una aparición discreta, casi como si fuera un ensayo, el jueves. Una nevada corta por la mañana. El plato fuerte comenzó el viernes al mediodía, con más de 24 horas seguidas de nieve sobre Madrid. Se despidió y, como para acabar en todo lo alto, dejó encargado un día soleado sobre su manto blanco el domingo.
No sabemos cuándo se volverá a repetir –y, vistas las consecuencias posteriores, más allá de las imágenes espectaculares, casi mejor que tarde otros 50 años–, así que recordemos a Filomena y su pincel blanco.
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♬ Let it Snow Let it Snow – Christmas Songs
Las imágenes de Madrid cubierto de nieve
¿Cómo elegir qué sitios fotografiar? No había tiempo para ver todo Madrid nevado. Ni tiempo de luz, ni tiempo de aguante. Porque, por muchas capas térmicas, botas impermeables y abrigos que te pongas, caminando bajo la nieve acabas helado y empapado después de unas horas. Es inevitable.
Comenzamos el viernes después de comer con una salida corta, nuestro ensayo, como el de Filomena el día anterior. Sabíamos que tendríamos más nieve al día siguiente. Nos esperaban la Gran Vía, el Templo de Debod, el Palacio Real, la Catedral de la Almudena, la Calle Mayor y la Plaza Mayor.
¿Sabías que…?
Por mucho que las imágenes del Templo de Debod cubierto de nieve sean una maravilla, es una pena que estemos dejando que un templo egipcio se destruya poco a poco por culpa de la contaminación y las inclemencias del tiempo. En el Egipto de los faraones no había ciudades llenas de humo y, ni en el de entonces, ni en el actual, llueve y nieva como en Madrid –que hay que reconocer que tampoco es mucho, pero…–.
Casi tres horas que nos sirvieron para darnos cuenta de que necesitábamos más capas de ropa, mejor calzado y salir por la mañana, cuando el sol –aunque testimonial– fuera subiendo un poco la temperatura. Volvimos a casa empapados y helados mientras Filomena cogía velocidad y nos prometía que el sábado el paisaje iba a ser todavía más llamativo.
Nosotros ya estábamos alucinando con lo que habíamos visto. Pocas veces la nieve llega a cuajar tanto en Madrid… y era solo el principio. ¿Cómo estaría al día siguiente si, según las previsiones, iba a estar nevando toda la noche?
Más Filomena en el centro de Madrid
Y así fue. Subimos la persiana el sábado por la mañana y vimos que el tendedero había desaparecido debajo de una capa de nieve de más de 25 centímetros. Cuando tu piso es interior y el tendedero está en un patio pequeño la cosa sorprende más. Ese patio pequeño tenía una cantidad de nieve que invitaba a hacer balconing… si estabas lo bastante loco, que no era el caso. Nosotros nos plantamos en el Polar Plunge: saltar al océano Antártico en bañador.
Más capas de ropa, mejor calzado y dos pares de guantes después, descubrimos que el interior de la puerta de nuestro edificio tenía nieve pegada. ¡Nieve por dentro del edificio! Nos asomó a la cara una sonrisa nerviosa entre la expectación, el miedo y los nervios. Recuerda que todavía no habíamos visto la calle, solo el patio.
@saltaconmigo.com Cuando salir a la calle a comprar el pan es una expedición ártica… ##filomena ##Madrid ##nieve ##snow ##comprarelpan
♬ The Benny Hill Show – All Stars Orchestra
La Antártida reapareció ante nuestros ojos cuando abrimos esa puerta: en algunos sitios la nieve llegaba hasta casi la cintura, el viento creaba remolinos con los copos que seguían cayendo y no había un alma. Casi esperábamos encontrarnos con unos pingüinos paseando por nuestra calle.
Comenzó nuestra gincana por Madrid buscando las fotos de Filomena: Madrid nevado como nunca en más de 50 años. Gran Vía, Puerta del Sol, Plaza Mayor, Congreso de los Diputados, Neptuno, Cibeles, Puerta de Alcalá –el Retiro ya estaba cerrado– y vuelta. Pocas veces nos hemos podido acercar tanto a los dioses que jalonan el Paseo del Prado, saludar a la Cibeles y a Neptuno desde el borde de su fuente fue un privilegio.
Fotos, vídeos, selfies, saltos… fuimos previsores y la capa interior de guantes nos permitía usar los móviles: las manos, aunque heladas, siempre estuvieron protegidas.
Esquís, tablas de snow, raquetas de nieve… por el centro no pasó el trineo tirado por perros, pero porque no se animaría a llegar, porque las condiciones se daban. No encontramos arte en forma de esculturas, pero sí muñecos de nieve de todos los tamaños y estilos. Y, cómo no, más de una pelea de bolas, porque nunca dejamos de lado esa costumbre de niños.
Vimos árboles caídos, enteros o algunas ramas, por el peso de la nieve y cables que colgaban de las paredes por culpa de los mismos árboles o de las luces de Navidad que todavía seguían en las calles. También nos encontramos con gente que se la jugaba con zapatillas de tela, con los tobillos al aire –de verdad, ¿a quién se le ha ocurrido que es buena idea salir a la calle en invierno con los tobillos descubiertos?–, con chaquetas de paño…
Un husky junto a Neptuno parecía mirarnos a todos como pensando ¿qué les pasa a estos humanos con la nieve? Pero lo mismo podía pensar de sus propios congéneres. La cantidad de perros que saltaban, corrían, jugaban… superaba con creces a los que ponían cara de pedir explicaciones a sus dueños por haberlos sacado de casa con ese frío.
Después de la tempestad, llega la calma
El domingo, ya con Filomena fuera de escena, volvimos a la calle con cuidado de no pasar debajo de los árboles ni de las cornisas de los edificios. Los bloques de nieve caían desde las azoteas en la Gran Vía con un ruido que parecía una avalancha.
Nos fuimos hacia el Parque del Oeste… y llegamos a Laponia. Los árboles con sus ramas cargadas, los caminos tapados por una nieve casi virgen y los edificios de la ciudad ocultos. Por si fuera poco, el paisaje se completaba con un sol brillante en un cielo azul impoluto. ¡Y todo esto a poco más de un cuarto de hora de la Gran Vía!
@saltaconmigo.com El día después…. #va#yanevada #fi#lomena #ma#drid #ni#eve #sn#ow #pa#rquedeloeste
♬ Lovin’ You – Sharon Kips
Cruzamos las vías del tren para asomarnos a la Catedral de la Almudena desde un mirador privilegiado y, caminando por el centro de un Paseo de la Florida cubierto de hielo y sin coches, nos encontramos de nuevo con la catedral. El hecho de poder ir por donde nunca podemos nos descubrió la panorámica perfecta del paseo y la catedral… es lo que pasa cuando no tienes coche y no entras a Madrid por esa calle, que no sabes lo que te estás perdiendo.
Nos asomamos a un Campo del Moro cerrado, como estaba el día anterior el Retiro, y volvimos con la intención de salir para la puesta de sol.
Salimos, pero con tantos sitios que nos quedaban por ver –y las calles cortadas por la nieve y el hielo–, acabamos llegando unos minutos tarde al Templo de Debod para ver la puesta de sol. Aún así, los colores fueron épicos, la hora azul también se lució y, después, el cielo se tiñó de rojo por el reflejo de la luz sobre la nieve.
Filomena, nos has dejado una ciudad preciosa… pero no hace falta que ninguna prima tuya vuelva en muchos años.
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