Por mucho que el ser humano se empeñe en crear belleza… cuando la Naturaleza se pone, nos da sopas con honda. Después de visitar todo el arte “humano” que hay que ver en León, llegó el momento de viajar al norte de la provincia y descubrir otra catedral. Una subterránea y fuera del alcance de cualquier arquitecto. La cueva de Valporquero nos volvió a poner en nuestro sitio, como sólo la Naturaleza sabe hacer.
Nos vamos, una vez más, al centro de la Tierra… Exageramos, ¿eh? O no, dependiendo de lo que quiera hacer cada uno, que la cueva de Valporquero está llena de posibilidades.
La cueva de Valporquero, en León: descubrimiento y origen
Poco se sabe del descubrimiento de la cueva de Valporquero. Según nos contó Curro, nuestro guía durante el recorrido, se conoce su existencia desde hace unos 350 años, pero no hay documento que explique cómo sucedió el hallazgo.
Lo que sí se sabe es que se formó hace entre 1,6 y 2 millones de años. Las aguas del arroyo de Valporquero fueron las causantes. El terreno cárstico fue “agujereado” por el agua durante miles de años hasta formar la catedral subterránea en la que nos encontrábamos. Lo cierto es que, debido a esa porosidad del terreno, hay dos niveles en la cueva. Después de siglos de erosión, el curso de agua acabó por bajar a un nivel inferior a través de una cascada abierta en la roca. Hoy en día siguen existiendo esos dos niveles, que dan lugar a dos visitas completamente diferentes en la cueva.
Mientras que en el nivel superior las visitas son “tranquilas”, no requieren de equipación ni de medidas extra de seguridad, las del nivel inferior son más activas. De hecho, bajar al nivel inferior implica directamente hacer espeleobarranquismo en la cueva de Valporquero, el denominado “curso de aguas”. Eso sí, todas las visitas son guiadas, bien sea por personal de la cueva o por monitores de espeleobarranquismo de agencias autorizadas. Nada de lanzarte a la aventura en busca de un galeón pirata como si fueras uno de los Goonies.
Los recorridos en el primer nivel: normal, largo y Valporquero insólito
Nuestra primera aproximación a la cueva de Valporquero fue el primer nivel, el clásico recorrido por el interior de una cueva turística. Olvídate del casco, del neopreno y del arnés. En el nivel superior basta con que lleves “una rebequita que refresca” –la temperatura es prácticamente fija a lo largo del año en el interior de la cueva, 7 grados centígrados– y calzado cómodo –dependiendo del tipo de recorrido hablamos de entre 1,6 y 2,5 km, con rampas y alguna escalera, y, por supuesto, el suelo está húmedo–.
A pesar de la concienciación y del respeto por la naturaleza, hay zonas en la cueva de Valporquero que están cerradas al público. ¿Por qué? Pues porque las pasarelas están situadas demasiado cerca de las estalactitas y estalagmitas y la gente las toca cuanto menos y hasta arrancaba las puntas para llevárselas a casa de recuerdo. Sí, ¡sigue pasando!
El recorrido normal de la cueva de Valporquero
La visita normal es la más corta –1,6 km ida y vuelta y aproximadamente una hora de duración–. Cuatro salas completas: Gran Rotonda, Pequeñas Maravillas, Hadas y Cementerio Estalactítico, y el inicio de Gran Vía, es lo que se recorre.
Nada más entrar en la cueva propiamente dicha, primero hay que pasar por un túnel de acceso, nos encontramos en la Gran Rotonda. Comienza el espectáculo: el tamaño sobrecogedor –más de 100.000 m3, con una altura de 20 m–, el ruido ensordecedor del agua –la atraviesa el arroyo de Valporquero–, la falta de luz a la que se van acostumbrando los ojos –la cueva está muy bien iluminada, pero no es el Sol–…
Cada sala consigue que tu imaginación vuele un poco más y que las formas de las estalactitas y estalagmitas que la Naturaleza ha ido creando a lo largo de los siglos cobren significado. La Virgen y el Niño, la torre de Pisa… ¿Por qué siempre se ven las mismas formas? En las Cango Caves de Sudáfrica también había Virgen, Niño y torre de Pisa. Aquí, además, hay fantasmas –formas que los recuerdan, nada sobrenatural–, hadas, un cementerio…
Tendrás que seguir al guía, ya he dicho que las visitas son siempre acompañadas, pero aprovecha algún momento para escuchar el agua y aislarte del mundo. Después, cuando el agua haya caído al nivel inferior, disfruta del silencio y deja que tu imaginación siga volando.
El recorrido largo, un paso más allá
Durante el recorrido largo se visitan las siete salas abiertas al público de la cueva. Es un poco más largo –2,5 km y una hora y media de duración–. Además de las salas de la visita normal, se completa la sala Gran Vía y se añaden Columna Solitaria y Maravillas. Ésta fue la visita que hicimos nosotros.
Ojo, si la sala Pequeñas Maravillas te deja con la boca abierta de par en par… ¿qué no hará la “hermana mayor”? Antes de eso, transitar por esta Gran Vía es como adentrarse en las minas Moria de El Señor de los Anillos –frikis a mí–. Como si un Siq con techo de piedra te llevara hasta un Tesoro hermano al de Petra… aunque, en este caso, el tesoro es una columna solitaria: la obra de millones de años.
Si alguna vez has jugado a encontrar un sentido a las formas de las nubes, estás de enhorabuena: podrás volverte a sentir niño. Descubrir cosas que nadie más ve y buscar las que ven los demás integrantes del grupo. Cada formación es una promesa de diversión. Todos… ¡A jugar!
Valporquero insólito, un poco de aventura
En la visita Valporquero insólito se recorren las mismas salas que en el recorrido largo. Es decir, todas las abiertas al público en el nivel superior. La diferencia, lo que lo convierte en “insólito”, es que la primera parte de la visita se hace a oscuras con frontales de baja potencia –proporcionados por el personal de la cueva– y luego con la luz habitual de las salas. También proporcionan un mono para cubrir la ropa y evitar que se manche.
Nos quedamos con las ganas de algo así. Si tú también quieres hacerlo, reserva. Es una visita para grupos reducidos y la entrada sólo se puede adquirir online. Tan reducidos son los grupos, que se puede acceder a alguna de esas zonas cerradas al público. Eso hace que el recorrido sea un poco más largo: 3 km y entre 2:30 y 3:00 horas de duración.
Curso de aguas, turismo activo: espeleobarranquismo en Valporquero
No lo hicimos. Si ya en las antes mencionadas Cango Caves tuvimos un “problemilla” de agobio, tenemos que concentrarnos para hacer barranquismo en una cueva. Porque el turismo activo en el nivel inferior no consiste sólo en recorrer pasillos estrechos, bajos o complicados. También hay saltos de agua, lagunas, rápel… una aventura en toda regla y sin la luz del sol.
Ojo, que no descartamos lanzarnos algún día al “curso de aguas”… y lo contaremos.
Información práctica: entradas, horarios y precios de la cueva de Valporquero
La cueva de Valporquero abre todos los días de mayo a septiembre, incluidos, de 10 a 18. El resto del año de 10 a 17, pero cierra lunes, martes y miércoles excepto festivos y puentes.
Las visitas Valporquero insólito sólo se hacen jueves, sábados y domingos a las 9:20 horas. Las visitas del recorrido largo son más numerosas, pero lo mejor es comprobar los horarios en su página web.
Los precios son 6 € el recorrido normal, 8,50 € el largo y 18 € el insólito –siempre individuales y de adulto, puedes consultar los precios de grupo y descuentos en su página web–.
Si lo que quieres es hacer espeleobarranquismo, tendrás que contactar con alguna de las empresas autorizadas para llevar a cabo la actividad en la cueva de Valporquero, aquí puedes ver el listado.
Cómo llegar a la cueva de Valporquero desde León, el pueblo de Vegacervera
La entrada a la cueva de Valporquero se encuentra en el municipio leonés de Vegacervera. Para llegar hasta allí desde León hay que tomar la LE-311 hasta Robles de la Valcueva y después continuar por la LE-315. Cerca de Felmín sale un desvío a la izquierda: Carretera de Valporquero de Torio a Felmín.
Este último tramo asciende por una estrecha carretera hasta la entrada de la cueva, a 1.309 metros de altura sobre el nivel del mar. Por el camino, si tienes suerte, podrás encontrarte con un mar de nubes entre las cumbres de la sierra. Aunque todo parezca cubierto, espera a que el coche supere la niebla y descubrirás un paisaje de cuento que sirve de preparación para lo que encontrarás bajo tierra.
Poco antes de Vegacervera, la carretera se encajona junto al río Torio en un cañón excavado por sus aguas a lo largo de siglos. Es la zona de las Hoces de Vegacervera y, como descubrirás, tampoco tiene desperdicio.
La opción de transporte público también es viable. O, al menos, lo fue el año pasado: Alsa lanzó un servicio especial que unía la cueva con la capital leonesa durante el verano. Echa un vistazo a su web para confirmar si está disponible cuando planees viajar. También hay autobuses turísticos de la propia cueva, igualmente estacionales.
Dónde comer cerca de la cueva de Valporquero
La cocina leonesa es una de las grandes joyas de la región –no en vano León es capital de la gastronomía española en 2018–. Si quieres disfrutar de ella como se merece, puedes hacerlo en el restaurante las Rocas de Vegacervera, con su comida tradicional.
Platos contundentes de montaña, desde la cecina de León hasta una cazuelita de judiones de la Bañeza con chorizo, morcilla y tocina, pasando por carne de cecina de chivo y bacalao al ajo arriero… antes llegar al postre de tarta de queso casera. Había que recuperar las fuerzas, que caminar bajo tierra cansa mucho.
La catedral subterránea de León nos demostró que no tiene nada que envidiar a la de la capital. La cueva de Valporquero espera que la descubras.
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