El sendero de los Gobbins era una de las etapas marcadas, con rotulador fluorescente y con muchos circulitos, en el mapa de nuestro viaje por la ruta costera de la calzada, en Irlanda del Norte. A lo largo de ese famoso sendero “robado” a los acantilados, esperábamos encontrarnos con un concentrado de la esencia de la naturaleza irlandesa y con algo de adrenalina. Eso era lo que nos prometían todos los folletos y páginas web: un “dramatic coastal walk”, una impresionante caminata por la costa y un “adventurous trek”, un trekking sólo apto para aventureros con sus puentes, escaleras y túneles excavados en los acantilados sobre la costa del bravo Mar de Irlanda. Un sendero mítico que había vuelto a abrir más 110 años después para el disfrute de los amantes de la naturaleza y del peligro.
Finalmente, la experiencia fue buena: los paisajes son tan sobrecogedores como esperábamos y el sendero es muy ameno. Pero, eso sí, de aventura no hay nada: es un paseo corto y apto para todo el mundo, niños incluidos, que se recorre de una forma incluso demasiado pausada. Y lo decimos nosotros que no somos grandes aventureros… para nada. También puede ser que tuviéramos esa impresión porque parte del recorrido estaba cerrada. En cualquier caso, el toque de aventura que quieren darle, reminiscencia del sendero original, hasta nos pareció un poco gracioso. El único peligro es que… ¡te cague un pájaro! Perdón por la expresión…
Te contamos todo sobre nuestra visita al sendero de los Gobbins, en Irlanda del Norte, porque, quieras darle o no el toque aventurero, ya es una de las paradas obligadas de la ruta costera de la calzada, la que te llevará hasta la Calzada del Gigante.
La historia del sendero de los Gobbins: Irlanda y el tren
Como aprendimos en el centro de visitantes, el sendero de los Gobbins –”The Gobbins Cliff Path” o simplemente “The Gobbins” en inglés”– se abrió por primera vez en 1902. Fue la creación de un visionario: Berkeley Dean Wise, ingeniero jefe de la Compañía de ferrocarriles de Belfast y los condados del norte. Wise llevó a este rincón de Europa el turismo como lo concebimos hoy en día. La llegada del tren a vapor en el siglo XIX había hecho posible que la gente se trasladara y conociera nuevos sitios de forma cada vez más “masiva” –dentro de que seguía siendo un lujo– y Wise creía que los paisajes de esta zona del norte de Irlanda eran ideales para atraer a los nuevos turistas. No le faltaba razón.
Los ferrocarriles que entre semana se utilizaban para transportar mercancías, el fin de semana empezaron a llevar a los turistas de excursión, con algo parecido a lo que serían los actuales paquetes turísticos de fin de semana. Para crear estos “paquetes” había que preparar el terreno. Así Wise levantó atracciones en toda la zona: de Glenariff a Whiteahead realizó una serie de caminos panorámicos, puentes rústicos y hasta una especie de refugio con cristales de colores desde donde ver unas cataratas sin mojarse o un salón de té con cuarto oscuro para los fotógrafos.
Pero su obra maestra fue el sendero de los Gobbins. “Fuertes y a la vez maravillosamente delicados puentes de hierro se extienden sobre la espuma de las aguas”. Esto podía leerse en enero de 1903 en el periódico “The World’s News” de ¡Sidney! Tan lejos había llegado la fama del camino… Y es que fue un verdadero milagro de la ingeniería. Los empleados de la compañía ferroviaria que trabajaron en la obra lo hacían a una altura de hasta 20 metros sobre el nivel del mar, a menudo azotados por fuertes vientos y lluvia y con seguridad prácticamente nula. Se abrían camino con explosivos y montaban los puentes, los más pequeños construidos in situ y los más complejos traídos desde Belfast en tren o en barcos.
Mientras leíamos todo esto en los paneles del centro de visitantes, nos imaginábamos a nosotros con ropa de principios del siglo pasado asistiendo a esas obras colosales y alucinando con el camino…
Por cierto, en esos mismos paneles buscamos que nos explicaran qué significa “Gobbins” pero no lo encontramos. Según hemos leído más tarde, parece que Gobbins viene del irlandés gobán, cabo, el “Gobbin Cliff” serían los acantilados del cabo, ya que ahí hay justamente una lengua de tierra que penetra en el mar. Una explicación más sosa de la que creíamos: ya nos estábamos imaginando que el Gobbin fuera un duende u otro ser de la mitología irlandesa… ¡nada de eso!
El sendero de los Gobbins original y el del siglo XXI: nuestra experiencia
Como seguimos leyendo en los paneles, a pesar del éxito que tuvo en su momento, el sendero de los Gobbins original cerró en 1954. Tras la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial, y con la popularización de los coches, para la compañía de ferrocarriles ya no era rentable mantenerlo. La idea de volver a abrirlo algún día no abandonó nunca a los locales, pero los fondos no se encontraron hasta hace poco: el sendero “reinventado” se construyó en 2014, con técnicas mucho más modernas, claro –es muy curioso ver en los paneles la diferencia entre las obras del siglo XX y las del XXI– y abrió en 2015. Hasta entonces, estuvo en ruinas y su acceso estaba prohibido, aunque los paisajes seguían siendo tan espectaculares que muchos se acercaban a hacer escalada, rappel o kayaking.
Ya era hora de dejar los paneles e ir a conocer ese camino “reinventado” de primera mano. Desde el centro de visitantes, tras ver un video en el que nos hablaban de la seguridad y recibir los cascos, por fin cogimos el autobús que nos llevaría hasta la entrada del sendero de los Gobbins, junto al resto de nuestro grupo y la guía.
La parte más espectacular del camino de hoy en día, como la del original, empieza en el Wise’s eye, el ojo de Wise. Se trata de un agujero que mandó a abrir Wise en la roca basáltica para dar acceso al sendero. Ahí, en su momento, se encontraban los empleados de los ferrocarriles que controlaban si tenías el billete del tren o te cobraban la entrada. Hoy en dia, el ojo de Wise está cerrado con una reja que abrió nuestra guía… ¡por fin estábamos pisando el sendero de los Gobbins!
El resto del sendero, aunque recorre más o menos el mismo camino y está inspirado en él, es totalmente nuevo. Quedan, por supuesto, los escalones en la roca, los que los empleados de los ferrocarriles tallaron con martillos y cinceles. Pero casi todos los puentes originales se desmantelaron –los que resisten tampoco se utilizan– y del camino original, además de los escalones, sólo quedan algunos pilares de cemento y puntales de barandillas. Si te fijas, los verás en el camino…
Las paradas, eso sí, son las mismas, como la sandy cave, gruta de arena, donde hacían picnics en el antiguo camino; the gallery, la galería, con su pared vertical en el acantilado; the aquarium, el acuario, un punto donde el recorrido hace un recodo formando un pequeño acuario natural, siempre lleno de peces; the tunnel, el túnel, que se recorre en la oscuridad y escuchando el ruido del mar –cuando estuvimos nosotros estaba cerrado–; y el final del camino, con the swinging bridge, el puente colgante, y el Gordon’s Leap, el salto de Gordon. Pero la “atracción estrella” es el tubular bridge, el puente tubular, inspirado en el original que proyectó Wise pero construido con las técnicas más modernas. Como curiosidad, algunos de los nuevos puentes no tienen nombres y tú puedes sugerir el tuyo.
Todo el recorrido se hace acompañado de un guía. Un guía que hace muchas paradas, para coordinarse con los demás grupos y contarte la historia del sendero. El resultado: te quedas con ganas de moverte más y, tal vez por esa promesa de aventura, un poco desilusionado. En nuestro caso puede que también fuera porque parte del recorrido estaba cerrada. Eso sí, los paisajes son sobrecogedores. Sigue siendo un sendero colgado en los acantilados del mar de Irlanda, ¡a quién le iba a decepcionar!
Flora y fauna en el sendero de los Gobbins
En los acantilados de los Gobbins se encuentra la única colonia de frailecillos de Irlanda del Norte en tierra firme. La respuesta a tu pregunta es no: ¡no los vimos! Sólo están en algunas temporadas del año y no es muy fácil verlos.
Eso sí, hay muchísimos tipos de aves: gaviotas, cormoranes, araos aliblancos, alcas tordas –sí, ¡algunos tienen nombres muy raros!– e incluso, de vez en cuando, halcones peregrinos… Por no hablar de las plantas: doradillas, campánulas y todos tipos de helechos y hierbas, incluida la “planta de escorbuto”, que se usaba en su día para prevenir esa enfermedad. Si tienes un amigo biólogo, ¡traetelo!
Información práctica sobre la visita del sendero de los Gobbins: horarios, precios, reserva…
El sendero de los Gobbins abre sólo en verano, cuando el tiempo es más apacible. Además, debido al tiempo, en ocasiones cierra, en su totalidad o en parte. En la página oficial, thegobbinscliffpath.com, hay información actualizada sobre la apertura. En esa misma página es posible reservar la visita. Es muy recomendable hacerlo: cuando fuimos nosotros, por ejemplo, ya no se podían comprar billetes para el mismo día ni los dos días siguientes. El precio para adultos es de 10 libras esterlinas.
- Aunque el camino no sea muy largo (son 2 km desde el ojo de Wise más lo que hay que andar para llegar hasta ahí), hay que reservar unas 2 horas y media para el tour: entre autobús de ida, autobús de vuelta, charla de seguridad, etc.;
- Según ellos hay que estar en forma para hacer el camino, en realidad una forma física muy normalita es suficiente en nuestra opinión, pero lo desaconsejan a gente con problemas cardiacos, respiratorios o con diabetes;
- No pueden acceder al camino niños de menos de 1,20 metros de altura;
- No se pueden llevar botellas de agua sueltas –hay que llevarlas en bolsillos o colgadas–, ni bastones, palos selfie, paraguas, bolsas o mochilas –tampoco las de las cámaras, que tienes que guardar en los bolsillos o llevar colgadas–, ni se pueden llevar objetos sueltos en las manos –hay taquillas gratuitas en el centro de visitantes–;
- Hay que llevar calzado adecuado, posiblemente de trekking, para no resbalar, puedes ver aquí los zapatos permitidos;
- El tiempo puede cambiar rápidamente y estás en Irlanda: puede llover en cualquier momento, así que es bueno llevar ropa y calzado impermeable.
Cómo llegar al sendero de los Gobbins en Irlanda del norte
El sendero de los Gobbins se encuentra en Islandmagee, condado de Antrim, Irlanda del Norte. Está a unos 32 km al noreste de Belfast. La dirección exacta es: The Gobbins Visitor Centre, Middle Road, Islandmagee BT40 3SX. Desde Belfast se tardan unos 35/40 minutos en coche y hay aparcamiento gratuito.
La estación de tren de Ballycarry está a menos de un kilómetro y medio de distancia, se llega bien a pie, pero no hay muchos trenes hasta allí. La estación de Whitehead está más lejos, a 3,5 km, aunque llegan más trenes.
Aunque le hayamos quitado ese toque de aventura, te han entrado ganas de descubrir el sendero de los Gobbins, ¿o no?
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