La primera vez que vi una imagen de la calzada del gigante, the Giant’s Causeway, en Irlanda del Norte pensé que, algún día, comprobaría si aquello era de verdad: ya sabía que existía el Photoshop. Me ha llevado más tiempo del que pensaba –en realidad, en aquel momento ni siquiera estaba seguro de que fuera a cumplir mi “promesa”, lo de viajar en toda la extensión de la palabra ya era un sueño– pero finalmente lo hice: visité la calzada del gigante y, aunque ya sabía que era de verdad, me aseguré de que aquellas rocas no fueran un decorado.
The Giant’s Causeway, el nombre en inglés de la calzada del gigante, es una de las mayores atracciones turísticas de todo Reino Unido y eso, teniendo en cuenta que no está en Gran Bretaña, es mucho decir. Turistas de todo el mundo se acercan cada año a esta zona de la cosa de Irlanda de Norte para asombrarse con esta maravilla de la naturaleza. Nosotros no íbamos a ser menos, ¿no?
El descubrimiento de la calzada del gigante
El descubrimiento de las columnas de piedra a finales del siglo XVII desconcertó tanto a científicos, estudiosos, religiosos y pueblo en general, que hubo importantes discusiones sobre su origen y, aunque ahora nos parezca absurdo, más de uno defendía que en realidad había sido construidas por uno o varios gigantes. Fue sólo cien años después cuando por fin el francés Demarest explicó el origen de las columnas desde un punto de vista científico, como buen geólogo.
¿Cómo pudo ser que no se descubriera hasta finales del siglo XVII? La respuesta se entiende cuando te cuentan que fue el obispo de Derry –o Londonderry– el que realizó el descubrimiento y que había necesitado ¡cuatro años de viaje! para llegar hasta allí desde su ciudad, a unos setenta kilómetros. Las malas lenguas de la época decían que había tardado tanto porque había parado en todos los pubs que había por el camino… y eso, en Irlanda, ¡es un gran número de pubs!
La formación de la calzada del gigante
Las columnas de la calzada del gigante están formadas por roca basáltica procedente de lava volcánica. Sí, volcánica. Pero no busques un volcán en la zona porque no hay y no ha habido nunca. La lava surgió directamente de grietas en el suelo, en las placas tectónicas. La forma hexagonal –aunque no es la única que se ve en la calzada del gigante– se debe al enfriamiento rápido de la lava en contacto con el agua del océano.
La erosión –se estima que la formación tiene unos 60 millones de años– ha acabado con los materiales que cubrían el basalto, mucho más duro, hasta dejar las columnas a la vista. Ahora tan fácil de entender, pero tan complicado cuando se descubrió.
La leyenda de la calzada del gigante Finn
Mucha geología, pero en Irlanda del Norte, y en todo el mundo, lo que gustan son las leyendas llenas de fantasía, de amor, de peleas… La calzada del gigante no podía ser mejor lugar para inspirar unas cuantas, todas protagonizada por un gigante: Finn McCool.
La versión más popular cuenta que Finn tenía una disputa con otro gigante llamado Bennandoner que vivía en la isla Staffa, en Escocia –donde, en la realidad, hay formaciones geológicas parecidas a las de la calzada del gigante–. A base de lanzarse piedras el uno al otro, los gigantes acabaron por crear el camino entre las islas. La versión que nos contó nuestra guía en la calzada del gigante continuaba con un viaje de Finn hacia la isla de Staffa para acabar con las discusiones peleando en un cara a cara con Bennandoner. Pero, al llegar, Finn se encontró con que Bennandoner era mucho más grande y más fuerte que él y decidió retirarse y volver a su casa en el condado de Antrim. Bennandoner tuvo la misma idea y fue en busca de Finn. Éste, que le había visto venir, se vistió con ropa de bebé y le pidió a su mujer, Oonagh, que le dijera a Bennandoner que no estaba. Bennandoner encontró a Finn vestido de bebé y actuando como tal. Asustado al imaginarse cuál podía ser el tamaño del padre si ése era el del bebé, se volvió a Staffa y, para evitar que Finn le siguiera, destruyó la parte central del camino. En otra versiones es Oonagh la que tiene la idea de vestir a Finn de bebé.
A pesar de que, según esta leyenda, hay dos gigantes involucrados, el nombre es Giant’s Causeway, la calzada del gigante y no la calzada de los gigantes.
La visita a the Giant’s Causeway
Un increíble edificio que parece surgido también de lava volcánica –de hecho está fabricado con este material– es el que da la bienvenida a todo el que se acerca a la calzada del gigante. Es el centro de visitantes, bueno, el nuevo de 2012, porque con la inclusión en la lista de patrimonio de la Humanidad UNESCO en 1986 ya se había construido uno. En su interior, además de una cafetería, un restaurante y una tienda de recuerdos, también hay un pequeño museo que explica la formación de las columnas, la historia, las leyendas, los tipos de rocas que te encontrarás en el camino… La visita incluye una audioguía que va explicando el origen, las curiosidades, las formaciones… y también hay, aunque sólo en inglés, visitas guiadas que cuentan incluso más detalles y curiosidades.
Al otro lado del edificio, parte el camino hacia the Giant’s Causeway –si tienes problemas de movilidad o, simplemente, no quieres caminar poco más de un kilómetro hasta las rocas, puedes montar en autobuses que hacen el recorrido constantemente con un coste extra–. Si vas andando, muy recomendable, podrás ver cómo van apareciendo las dos bahías, Portnaboe y Port Ganny, que preceden la calzada del gigante y, finalmente, la maravilla que estabas esperando.
Allí están. Asomándose sobre el océano: las más de 40.000 columnas basálticas. Nada te prepara para ese momento. Los distintos grosores, las distintas alturas, las distintas formas –¿sabías que sólo hay una columna con nueve caras?–… Y los miles de personas que están a tu alrededor y sobre las rocas sintiendo la misma emoción. Sí, mucha gente. La verdad es que no esperábamos que hubiera tanta que casi hicieran imposible el sacar una foto. Pero todo merece la pena por el espectáculo.
Si tienes tiempo y estás en forma, puedes seguir caminando por la montaña: te esperan el órgano de Finn, los pasos del pastor, el anfiteatro… formaciones rocosas que despertaron la imaginación de los que las nombraron y que siguen haciéndolo con los que las descubren.
Precios y horarios de la calzada del gigante
El centro de visitantes abre todos los días del año excepto 24, 25 y 26 de diciembre. La hora de apertura es siempre las 9.00 mientras que la de cierre va cambiando según la duración de los días: de noviembre a febrero cierra a las 17.00; marzo y octubre a las 18.00; y de abril a septiembre a las 19.00. El camino y las columnas basálticas son accesibles a todas horas.
El precio de la entrada es de 9 libras con descuentos para familias, si se llega en transporte público o si se compran por internet en el sitio de National Trust. Incluye el aparcamiento, la visita guiada –en inglés–, la audioguía –en varios idiomas– y el acceso al centro de visitantes: zona de exposición, cafetería y tienda.
La puesta de sol en calzada del gigante, la mejor hora
Tenemos que confesar una cosa. Cuando hicimos la visita guiada y nos encontramos con un montón de turistas en the Giant’s Causeway ya habíamos estado. Y, lo mejor, es que habíamos estado prácticamente solos. ¿Cuándo? La tarde de antes. Buscando disfrutar de la puesta de sol sobre las columnas de la calzada del gigante fuimos a última hora y nos encontramos con el centro de visitantes cerrado pero no así el acceso al camino.
Recorrimos el mismo kilómetro que el día siguiente cruzándonos con cinco o seis personas. Llegamos hasta las columnas y nos encontramos con diez o doce que habían pensando lo mismo que nosotros y habían llegado hasta allí con sus cámaras de fotos y sus trípodes para inmortalizar la puesta de sol. Fuimos los dueños de la calzada del gigante durante más de una hora mientras disfrutábamos del espectáculo. Ya de noche nos encontramos con todavía menos gente en el camino de vuelta.
Habíamos cumplido el objetivo, la puesta de sol sobre la calzada del gigante había sido nuestra. Por cierto, con el centro de visitantes cerrado no hay que pagar por aparcar el coche ni por acceder al camino hasta las columnas.
Curiosidades de the Giant’s Causeway
¿Sabías que hay una maldición según la cual si te llevas una piedra de la calzada del gigante acabas muriendo? Es más, la leyenda cuenta que, cuanto más lejos te lleves la piedra, más rápido acabas muerto. Tranquilo, nuestra guía nos dijo que fue la forma en que consiguieron que los turistas no acabaran por llevarse toda la calzada, pero que algunos sí que han muerto. Mejor dejar las piedras en su sitio.
Entre todas las columnas de the Giant’s Causeway hay unas piedras con forma de silla, la conocida como wishing chair. La leyenda cuenta que si te sientas y mueves las nalgas de izquierda a derecha tres veces con los ojos cerrados mientras pides un deseo se te concede. El problema: encontrar la silla entre tantas rocas y, si lo consigues, encontrarla vacía.
Ya lo he dicho de pasada pero, si pensabas que todas las columnas de la calzada del gigante eran hexagonales estabas equivocado. El número de lados varía en las 40.000 columnas siendo la mayoría hexagonal. ¿Serás capaz de encontrar la columna de nueve caras? Tenemos que confesar que nosotros no.
Cómo llegar a the Giant’s Causeway, la calzada de los gigantes
Son varias las formas de llegar a la calzada del gigante en Irlanda del Norte. La más rápida y cómoda es con un coche –aquí tienes los precios de los coches de alquiler desde Belfast y aquí desde Dublín–. El centro de visitantes cuenta con un aparcamiento –y una enorme explanada que se habilita como tal cuando se llena–. Siguiendo las indicaciones de la Causeway Coastal Route, la ruta costera de la calzada, no hay pérdida.
También se puede llegar en bicicleta, la ruta 93 de la National Cycle Network que une Newry con Ballycastle, y caminando, el Causeway Coast Way de algo más de 50 kilómetros que recorre la costa norte del país.
En transporte público también es posible: desde la estación de tren de Coleraine hay un servicio de buses hasta el centro de visitantes y otras líneas que recorren la costa.
Tours a la calzada del gigante desde Belfast y Dublín
Otra forma de llegar hasta la calzada del gigante y visitarla es con un tour organizado. Se pueden contratar directamente desde Belfast –en poco más de una hora se llega desde el centro de Belfast hasta el centro de visitantes–. Desde Dublín el trayecto es algo más largo: unas tres horas de ida y otras tantas de vuelta.
En algunas ocasiones también incluyen la visita a Carrick-a-rede rope bridge, el puente colgante cercano, del que ya hablaremos. El problema de estos tours es la limitación de tiempo y, por supuesto, que no es posible ver la puesta de sol con ellos. Si tienes algo de tiempo intenta pasar todo el que puedas ahí, ¡lo merece y mucho!
Cumplí mi sueño y confirmé que sí, que aquellas columnas increíbles que había visto en una foto eran de verdad: la calzada del gigante existe y hay que ir a verla.
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