Hay ciudades monumentales y ciudades que se viven. Ciudades llenas de palacios, fuentes, avenidas, estatuas, iglesias, catedrales… y otras que, aunque tengan todas estas atracciones, se siente, nada más llegar, que son ciudades que hay que vivir. Ciudades en las que merece la pena pasar unos días simplemente caminando por sus calles, recorriendo sus tiendas y dejando que su ritmo marque la visita.
Imprescindibles de Berlín: monumentos y sitios de interés
Berlín es una de esas ciudades. No carece de atractivos para los turistas: no se puede uno marchar de la capital alemana sin pasear por su Unter den Linden, Bajo los tilos –el bulevar más conocido de la ciudad, con la Brandenburger Tor, Puerta de Brandeburgo, al final–; sin visitar su Reichstag, parlamento –con su cúpula de cristal, obra de Norman Foster–; sin disfrutar de la Gendarmenmarkt, Mercado de los Gendarmes –con el trío de joyas: en el centro el Konzerthaus, la sala de conciertos; en el norte la Französischer Dom, la Catedral Francesa; y en el sur la Deutscher Dom, la Catedral Alemana–; o admirar el Schloss Charlottenburg, el Palacio de Charlottenburg.
Sin olvidar lo que la historia reciente ha dejado en la ciudad: el muro de Berlín, la East Side Gallery, el Checkpoint Charlie –el punto de control en que se pasaba de la zona estadounidense a la rusa–, los bunkers en el interior de los túneles del metro –vendidos a los alemanes como capaces de soportar ataques atómicos y biológicos, sin que, en muchos casos, lo fueran–, la iglesia memorial Kaiser Wilhelm –bombardeada por los aliados y dejada en el centro de la ciudad como recuerdo– o el Treptower Park con el cementerio soviético.
Arquitectura en Berlín
Como dicen allí, «Berlín sigue siendo la ciudad que no es , sino que siempre será» y la arquitectura que se puede ver en sus calles –y la que se verá a tenor de las obras– lo demuestra. Además de la cúpula del Reichstag, las plazas: la Potsdamer Platz y la Pariser Platz, la nueva estación Hauptbahnhof y los nuevos barrios como el City-West muestran que el arte en Berlín no está sólo en el interior de los museos, sino también en las paredes de muchos edificios.
Pero no hay que dejar de lado estilos arquitectónicos más clásicos como el prusiano en la isla de los museos –»un lugar de libertad para el arte y la ciencia» que buscaba el rey Federico Guillermo IV, en la isla del río Spree–, el de la era fundacional con barrios burgueses con pisos de alquiler alrededor del Kurfürstendamm, Friedrichshain, Kreuzberg, Neukölln, Prenzlauer Berg, Moabit y Wedding; las construcciones del modernismo, seis de ellas incluidas en la lista de patrimonio de la UNESCO: el complejo de Britz, la ciudad blanca de Reinickendorf, Siemensstadt en Spandau, la ciudad jardín Falkenberg en Berlin‐Treptow, el complejo Schillerpark en Wedding y el complejo habitacional Carl Legien en Prenzlauer Berg; y los edificios del nacionalsocialismo como el ministerio de finanzas, el Bundesministerium der Finanzen, el aeropuerto de Tempelhof o el Olympiastadion Berlin.
Berlín: sus calles y sus gentes
Todo esto se puede visitar en pocos días, pero el viajero se perderá la esencia de la ciudad. Las calles berlinesas, con muchos parques y zonas verdes, están siempre llenas de vida. Nos encontramos en una ciudad con salas de conciertos, galerías de arte, tiendas de ropa de segunda mano, cafeterías, restaurantes… en todas las esquinas. Y una gente siempre dispuesta a pasarlo bien y que, a diferencia de lo que nos sucede a españoles e italianos, no tienen problema en cambiar de casa cada año aprovechando un mercado de alquiler muy activo que se lo permite.
En una primera visita es imposible no dejarse llevar por las guías de viaje y recorrer todos esos puntos marcados con una estrella, los destacados, pero en cuanto se pisan sus calles a uno le da la impresión de que hay algo más. Tanto es así, que a nosotros nos pareció que sus monumentos no eran tan impresionantes al tener la sensación de que nos perdíamos algo en cada barrio. Pero cómo cambiar la Branderburger Tor por una calle llena de tiendas de ropa de segunda mano, o acercarse por la noche al edificio del Reichstag con su cúpula iluminada por ir a un concierto en un pequeño bar…
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