Viernes, 26/08/2011
Hoy no hay que madrugar. No es porque hayamos decidido que no lo queríamos hacer, es porque Ryanair tiene sus horarios y no hay tantos vuelos diarios entre Madrid y Oslo (quien dice Oslo, dice Rygge). Nuestra intención, como cuando fuimos a India, es alejarnos nada más llegar para visitar Oslo el último día. Eso sí, el avión de SAS a Stavanger (el destino final del día), no sale del mismo aeropuerto, sale del principal de Oslo.
Preparando ayer a Symbio nos dimos cuenta de que no merecía la pena ir apretados. Al comprar el billete habíamos seleccionado sólo un bulto para facturar entre los dos. Es Noruega, sí, pero sigue siendo verano. Pensamos que necesitaríamos una mochila porque, cuando compramos el billete, teníamos la intención de llegar casi a Cabo Norte y allí, por mucho verano que sea, tiene que hacer frío y haría falta coger las cazadoras. Antes de llenar a Symbio miramos la temperatura y descubrimos que la máxima para los próximos ocho días no superaba nunca los 20 grados y que había muchas posibilidades de lluvia. Iba a hacer falta algo más de ropa…Con Ryanair (y el resto de low cost) siempre se puede añadir un bulto más por internet y eso fue lo que hicimos. Symbia, que se estaba quedando en casa, se apuntó al viaje en el último minuto. También tuvimos que añadir un equipaje más a otro de los vuelos que habíamos comprado. En éste el precio era sólo de seis euros, frente a los ¡veinte! de Ryanair por trayecto. Un dineral, teniendo en cuenta que nuestros billetes habían costado 60 euros ida y vuelta.
Nunca habíamos facturado equipaje con Ryanair, pero el proceso es bastante simple. Tienes que hacer el check-in desde la web como siempre y, cuando llegas al aeropuerto, entregas el billete impreso y las mochilas. El mismo papel que llevas sirve como billete. Pensaba que te imprimirían una tarjeta de embarque, recuerdo haber visto a gente con una alguna vez, pero supongo que sería gente que no había hecho el check-in. Los mostradores estaban llenos y ya nos estábamos preocupando (y eso que hemos llegado casi con dos horas de tiempo), pero han puesto uno sólo para el vuelo a Oslo-Rygge.
El vuelo, para ser la compañía más puntual, según ellos, sale con más de veinte minutos de retraso. De todas formas estamos seguros de que llegará a tiempo, o incluso antes. Esto de los tiempos de viaje de los aviones y trenes… ¿por qué les dan tanto margen? Si tampoco te devuelven el dinero si llegan tarde.
Después de casi dos horas durmiendo, lo de ver despegar es complicado para nosotros, le empezamos a echar un vistazo a la guía. Tenemos «organizados» los tres primeros días, pero ni sabemos exactamente cómo lo vamos a hacer y menos aún lo que haremos después. Nos hemos despertado porque el avión ha comenzado a bailar como un loco. El piloto ha encendido la luz de cinturones de seguridad y han dicho por megafonía que no se podían usar los baños, todo por unas turbulencias de nada.
Como pensábamos, llegamos quince minutos antes de lo que estaba previsto. A las cuatro menos cuarto tocamos suelo noruego. Este vuelo debe ser uno de los más rentables, en cuanto a equipaje, para Ryanair. Casi todo el mundo está esperando su maleta. Este aeropuerto es de los más pequeños en los que hemos estado. Para llegar desde el avión a la terminal vas andando (quince pasos) y la salida de la sala de recogida de equipajes es casi la calle.
En el avión ya hacía bastante fresco, pero nos estábamos preparando para el clima noruego. No ha sido tan duro como pensábamos. Cierto que no es Madrid, pero habrá sus buenos 25 grados, la mar de agradables. Sensación que desaparece en cuanto entramos en la terminal del aeropuerto. Esto es como la India, pero sin necesidad. El aire acondicionado está puesto a todo trapo y aquí hace frío. En cuanto salen los Symbios, Sara se quita las sandalias, se pone las zapatillas y saca la sudadera.
Ahora sólo hay que enterarse de cómo llegar desde Rygge hasta Gardermoen. Hay una pequeña, como todo aquí, oficina de información en la que nos dicen, en castellano, que hay un servicio de autobuses directo desde aquí a Gardermoen. Según ella acabamos de perder el de las cuatro, son y cinco, y el siguiente será a las cinco. La idea era coger un tren o algo similar hasta Oslo y desde allí lo mismo al otro aeropuerto, pero si hay algo directo mejor, menos recorrido con las mochilas encima.
La parada del autobús está en la misma puerta y debe ir con retraso, porque a las cuatro y cuarto llega el que se suponía que acabábamos de perder. Se puede pagar con tarjeta, lo que está muy bien porque no hemos ni cambiado ni sacado dinero. El billete cuesta 275 NOK para cada uno. Sin tener todavía presente el cambio en la cabeza se pagan los 550 y luego echamos cuentas. ¡Es un dineral! En el aeropuerto vimos publicidad de una compañía que no habíamos visto nunca (otra low cost noruega) que volaba directamente desde Rygge a Stavanger por poco más de esos 550. ¡Hemos pagado más de 70 euros por dos billetes de autobús! Ahora sí: ¡Bienvenidos a Noruega!
El autobús es cómodo, muy cómodo, pero este precio nos ha abierto los ojos. El viaje dura menos de una hora y media y va recogiendo gente de un montón de pueblos que se dirigen al aeropuerto. Aquí, el aire acondicionado también lo da todo… aunque menos que en la terminal del aeropuerto.