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Agra está aquí al lado

Viernes, 24/06/2011 (y 6)

Volvemos al hotel de nuestro amigo y, sin encontrar a nadie, entramos y recogemos nuestras mochilas. Que fuera nuestro candado ayuda porque tampoco hay que pensar en dejarlo en algún lugar visible o la duda de si dejar abierto o cerrado. Lo que sí habría estado bien es que hubiera un plano de la ciudad para saber cómo llegar a Agra desde aquí. Volver a la estación a esperar un tren no es una opción. Estamos muy cerca y la frecuencia de trenes no es tanta como para creer que saldríamos hoy.

No había nadie en el hotel, pero sí en la calle, que está llena. Preguntamos por la estación de autobuses, según la guía hay un servicio frecuente, y nos dicen que está cerca. Ahora sí que estamos en la zona turística de la ciudad. Es evidente que la gente viene hasta aquí desde Agra en autobús y que pocos lo hacen en tren. En el camino nos piden, nos ofrecen, nos guían… estamos de vuelta en India. Uno de los que nos guía nos ofreció primero alojamiento. Al ver que buscamos la estación para irnos nos indica y nos acompaña un trecho. Nos cuenta que tiene un hermano que vive en España, en Barcelona, algo de español ya habla. A pocos metros de la estación nos saluda y se aleja. No ha hecho ni amago de pedirnos nada. No es más que un niño y parece que no tiene todavía en los genes pedir dinero al turista.

A pesar de estar cerca tenemos ocasión de disfrutar de la compañía de otro. Nos cuenta, en spanglish, que no siempre llegan los autobuses a esta estación. El hecho de ver a bastante gente sentada en el bordillo esperando nos hace pensar que llegará. También él tiene un hermano en Barcelona. ¿Todos los indios de Fathepur Sikri tienen un hermano en Barcelona? Éste, ya más crecido, sí que quiere algo. Empieza por dinero y me acaba pidiendo la gorra. ¿La gorra? Tú no sabes lo que he pasado yo por la gorra para dártela así porque sí.

Entre la gente que está esperando el autobús hay bastantes turistas occidentales. Sara ha intentando comprar el billete, más que nada para saber a qué hora va a venir. Le dicen que el billete lo compre dentro y será cuando llegue. No hay horario.

Después de un rato uno de los turistas se levanta y sale de la estación. Delante de la entrada de la estación hay un camión aparcado y varios puestos de comida. Cualquiera pensaría que ningún autobús va a venir teniendo que atravesar todo eso, pero hemos visto vídeos de mercadillos enteros montados sobre los raíles de los trenes que se desmontaban y montaban cada vez que pasaba uno. Quitar un camión y un puesto es pan comido.

El que salió no debía pensar lo mismo y al poco rato vuelve llamando a sus amigos, y a los que estaban cerca. Ha debido encontrar un transporte alternativo a Agra y prefiere no seguir esperando. Se levantan todos y salen de la estación. Nos quedamos solos con los locales… y ellos parecen no tenerlas tampoco todas consigo sobre la llegada del autobús.

Un rato después aparece otro para decir a todo el mundo que no hay más autobuses en esa estación y que tendremos que ir a la otra. Al ver que todos se levantan lo tomamos como un comentario válido y seguimos al resto. También les seguimos porque no tenemos ni idea de dónde está la otra estación de Fatehpur Sikri. No sirve de mucho seguirles porque vemos que están hablando con un conductor de tuctuc. Podríamos hacer como en la película que vimos en Jaipur y tener una persecución de rickshaws. Pero, en lugar de eso buscamos otro y regateamos con el conductor hasta las 15 rupias por llevarnos. El precio es bajo porque no vamos solos. Con nosotros vienen dos mujeres que bajan en mitad de la carretera. De ahí en adelante vamos solos.

A pesar de salir casi los últimos de la estación hemos llegado a la otra antes que los que seguimos.

Lo de la «otra estación» es ser muy generoso. Nos para en la carretera que une Jaipur con Agra. Aquí no hay ni parada ni nada, simplemente estamos en mitad del camino. Por suerte, esa mitad del camino está dentro de la ciudad, es más una calle ancha que una carretera propiamente dicha. Ahora toca esperar hasta que llegue un autobús, lo que será complicado porque tampoco sabremos reconocer el que nos interese.

Al lado de la «parada» hay varias furgonetas paradas. Los locales se acercan a una de ellas y cierran un precio por el viaje. En ningún momento hemos sabido si iban a Agra, pero el caso es que todos dentro se van. Hay otra furgoneta al lado a la que le preguntamos. Nos dicen que no podemos subir. ¿Y eso? Después aparece un coche en el que tampoco nos dejan subir. Pasa el tiempo y nosotros seguimos aquí esperando.

Vemos pasar los autobuses locales y nos da hasta miedo. Suponemos que serán para moverse dentro de la ciudad… Se trata de remolques tirados por tractores en los que se apiña un montón de gente de pie, incluso subidos a los bordes en precario equilibrio.

Llega otra furgoneta. Lo volvemos a intentar aunque ésta es mucho más vieja y tiene mucha peor pinta, vamos no parece ni que cierren las puertas. En ésta sí que nos dejan subir a cambio de 125 rupias cada uno. ¿Estás loco?

En la «parada» también hay uno bien vestido con un maletín que parece esperar el autobús. Al ver nuestros esfuerzos por llegar a Agra nos dice, en inglés, que es mejor esperar al autobús. Como él también va se disipa nuestra angustia sobre reconocerlo o no. Cuando se acerque montamos todos.

Una hora después llega por fin. Gran consejo el de esperar. El autobús, 10 rupias, está medio vacío y podemos montar con espacio para nosotros y las mochilas. Nuestro amigo se nos acerca al llegar a la ciudad para preguntarnos a dónde vamos. Nuestro destino, siempre gracias a la guía, es el Tourist Rest House de Agra. Él se bajará antes, de hecho en la siguiente, pero nos dice que nosotros nos tenemos que bajar en la última parada y una vez allí coger un tuctuc. El hotel está muy cerca y no deberíamos pagar más de 10 o 15 rupias por la carrera. Un tipo estupendo. Hoy hemos tenido mucha suerte con la gente, éste y el que nos ha ayudado en el tren desde Sawai Madhopur de esta mañana.

Entre unas cosas y otras hemos hecho el trayecto desde Sawai Madhopur hasta Agra parando en Fatehpur Sikri (donde se supone que no paran los trenes) por ¡60 rupias por cabeza! ¡menos de un euro para más de 250 kilómetros!

Como era de esperar el conductor del tuctuc no está de acuerdo con la tarifa que nos han dicho y nos pide 50 rupias. No está mal el beneficio que espera obtener, unas cuatro o cinco veces más de lo “normal”. Tampoco queremos llegar a límites innecesarios. Llevamos demasiadas horas de viaje y, aunque el tramo final ha sido cómodo, las mochilas han venido con nosotros todo el tiempo. Le decimos que le damos 20 rupias (ya es algo más de lo indicado). Su réplica es que el hotel está muy lejos, a unos 5 kilómetros. Ya será menos, si quieres el dinero aquí lo tienes, si no iremos con otro.

No está muy de acuerdo con esto y ni come ni deja comer. No acepta los 20 y nos va siguiendo mientras hablamos con otros conductores para convencerles de que pidan también 50 rupias. Con eso lo único que consigue es que no vayamos con él y que los demás también pierdan negocio. Como pasa siempre, uno se da cuenta de que así no va a ganar nadie. Se nos acerca y nos acepta los 20.

Una noche más, un hotel más, tenemos la duda de si habrá sitio o tendremos que empezar a recorrer alojamientos a la busca y captura de una habitación.

No habrá problema. Es lo bueno que tiene viajar en temporada baja, siempre hay sitio. De hecho tienen de todos los tipos posibles: con aire acondicionado, sin aire acondicionado, con ventilador, con baño dentro, con baño compartido… Los precios van desde 350 rupias hasta 650, pasando por 450 y 550. El precio de la del aire acondicionado no nos lo dice porque no nos interesa. La de 550 tiene ventilador y está bastante bien. La de 650 tiene cooler, una especie de ventilador con aire refrigerado con agua pero no acondicionado, y televisor. Hemos pasado mucho calor en el tren y luego en Fatehpur Sikri. Nos quedamos con la del cooler.

Tratamos de conseguir una rebaja, en vista de que está medio vacío y que queremos dos noches. Le decimos que nos la deje en 600 y nos dice que no. El precio de 650 ya es con una rebaja de 50 rupias frente a temporada alta. Y, dos noches, 650 por dos. No es momento de ponerse a luchar y menos por 50 rupias, que no llega ni a un euro. En total, las dos noches de habitación con baño nos cuestan 1.300 rupias, unos 11-12 euros según el cambio.

Como en Ajmer aquí también tenemos que rellenar nosotros mismos el registro del hotel. Ya hemos asumido que hay que hacerlo y como tampoco tenemos prisa como el otro día no lo llevamos tan mal. Hay que pagar por adelantado (siempre en efectivo). Al lado del mostrador tienen una nevera de supermercado en la que hay botellas de agua y alguna de zumo o vaya usted a saber. Le pedimos una de agua a lo que nos contesta que nos sirvamos nosotros mismos. El precio es de 15, el normal. Cuando se la vamos a pagar, nos parece más razonable pagar el agua que nos vamos a beber según la compramos que la habitación antes de usarla, nos dice que no. El agua, y lo que vayamos cogiendo, se paga al salir del hotel. De acuerdo, pues ve poniendo marcas por cada botella.

El hotel tiene forma de corrala con un patio interior. Todas las habitaciones dan a este patio en el que hay un jardín y las mesas del restaurante. La nuestra está en el primer piso. No hay una llave para cada habitación. En recepción te dan un candado, el primero que cogen, y tú lo colocas en la puerta de la habitación que te han dado.

Una ducha reparadora en el hotel. Pensar en el momento en que subimos al Second General en Sawai Madohpur que no había sitio ni para darse la vuelta o cuando bajamos del tren en Fatehpur Sikri que parecía que nos íbamos a deshacer de calor, hace que la ducha sea aún mejor. Aquí tampoco hay plato de ducha, en todos los sitios en los que hemos estado todo el suelo del baño es plato de ducha con un sumidero central.

Cenamos unos crackers con fuet y bajamos a por más agua, una botella no nos ha durado ni un asalto y eso que aquí se mantiene relativamente fresca después de cinco minutos. También hemos visto que hay red wifi, cien rupias por 24 horas. La conexión, como el agua, se va sumando y se paga al salir del hotel.

Después de revisar el correo y de escribir un poco nos vamos a dormir. La idea es madrugar mañana para ir al Taj Mahal con poca gente. Según la guía, y todo lo que hemos leído, el mejor momento para verlo es al amanecer y al atardecer. De hecho, abre a las seis de la mañana. Tampoco hay que abusar y con salir de aquí a las siete pensamos que iremos servidos.

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