Lunes, 20/06/2011 (y 6)
Poco antes de llegar al palacio notamos que no hay nada iluminado. Desde arriba nos pareció que lo estaba, es posible que sea el interior y que los muros exteriores no lo estén. En la puerta nos dejan pasar sin problemas con la extensión de entrada que hemos tenido que comprar para ir al museo y al hotel.
No hay nadie en el patio. En la fachada principal del palacio sí que hay iluminación y sonido. Se trata de un espectáculo en el que además de juegos de luces sobre el palacio una voz grabada va contando una historia. La voz habla en hindi, por lo que no entendemos nada. Lo que sí entendemos es que llega uno de seguridad a decirnos que no podemos estar allí. Le mostramos nuestra extensión de entrada y nos dice que es un espectáculo privado. Nos parece bien, pero no es para nosotros que no entendemos el hindi. Nos pide un momento y va a buscar a su jefe. Da la impresión de que está dispuesto a dejarnos disfrutar de las luces, pero no quiere líos.
El jefe, cuando llega, tampoco quiere líos y nos dice que nos vayamos. Ni que lo entendamos ni que no, no podemos estar allí. Por otra parte la iluminación es sólo de una zona de la entrada y más dedicada a dar fuerza a la historia que a embellecer el palacio. Desde aquí al hotel ni nos molestamos en acercarnos a los tuctucs. Ellos sí que se acercan pero les decimos que no hace falta. En esta parte de la ciudad hay más luz y el camino ya lo conocemos.
Antes de entrar en la habitación subimos a la azotea del hotel. Según la guía era el edificio más alto del centro de Udaipur y desde su azotea se podía disfrutar de una vista impresionante de la ciudad. Resulta que en el par de años que han pasado desde su redacción han construido otro hotel justo enfrente que le supera y que tapa parte de esa fantástica vista.
La cena de hoy será otra vez fuet y crackers, después de la ducha. Aunque por la noche no se está mal, sigue haciendo calor, durante el día hemos sudado como todo el viaje. El tren de mañana para Ajmer sale a las 6.15 y dejamos los Symbios preparados para no tener que hacer nada más que despertarnos.
Vamos muy bien de tiempo. Llevamos tres días en India y ya hemos visitado la mitad de lo que teníamos pensado inicialmente. Lo que no queremos volver a hacer, de ninguna manera, es meternos en un autobús durante otro montón de horas. La opción, entonces, es moverse en tren. Debido a que comprar un billete de tren de un día para otro es complicado, ya lo vimos esta mañana, miramos los posibles trenes a coger en los próximos días aprovechando internet.
Las opciones que barajábamos en el plan original eran, una vez en Jaipur, Bikaner y Agra. En un primer momento eran excluyentes porque no pensábamos que pudiésemos hacer las dos, pero visto lo visto…
Lo que pasa es que la mayor atracción de Bikaner es otro fuerte, Junagarh; el palacio del marajá, Lallgarth; y las havelis. Pero lo que motiva la excursión es el templo dedicado a Karni Mata, un místico del siglo XV, en Deshnok, a unos 30 kilómetros, donde miles de ratas viven a sus anchas al ser consideradas reencarnaciones de Karni Mata y de sus seguidores. Desde el primer día, después de ver un par de ratas en Jodhpur, ya pensamos que lo de entrar descalzo en el templo y que las ratas se acercaran no nos llamaba mucho la atención. Se considera un gran privilegio que alguna de ellas suba por tus pies, así como de buen augurio comer prasad, la comida que se les ofrece en el altar principal, después de que la hayan mordisqueado. No nos acaba de llamar la atención disfrutar de ese privilegio y los horarios de los trenes acaban por desanimarnos del todo. Tendríamos que hacer lo mismo que con Jaisalmer desde Jaipur: tren nocturno para llegar a Bikaner, visita y tren nocturno para volver a Jaipur. Ya hemos vivido la experiencia y fue demasiado agotadora como para volverlo a hacer, más aún con el tema rata en mente.
Si desde Jaipur vamos directos a Agra nos sobrará tiempo. India no es un país para dejar pasar el tiempo y descansar un día, hay tantas cosas que ver que «desperdiciar» un día nos parece un sacrilegio. Sara ya ha pensado en eso y ha visto en la guía que el Parque Nacional de Ranthambore, donde organizan safaris para ver al tigre, se puede visitar entre Jaipur y Agra. Hay que desviarse bastante, pero la idea de ver el tigre de bengala es algo que le ronda por la cabeza desde hace años. En este caso los trenes tampoco ayudan. Al igual que para Bikaner los trenes desde Jaipur a Sawai Madhopur también están en lista de espera. Por otra parte no tiene sentido ir hasta allí si no tenemos también cerrado el safari por el parque.
Después del viaje en autobús de ayer, ver que todos los trenes que queremos, o podemos, coger no tienen plazas libres nos provoca un poco de preocupación. Por otra parte, ya hemos dejado de ver una cosa, Mandore, y no queremos que nos vuelva a pasar, pero todo no se puede ver.
Otra vez dormiremos poco. Ponemos el despertador a las cinco menos diez porque no sabemos cuántos tuctucs habrá a esas horas y hay que llegar a la estación antes de las 6.15 que es cuando sale el tren.