Lunes, 20/06/2011 (4)
El complejo tiene más zonas que visitar pero se encuentran en la zona de lo que ahora es un hotel de lujo, Fateh Prakash Palace Hotel. Para llegar hasta aquí hay pagar otra entrada, no les vale con las 200 rupias que ya les hemos dado. La taquilla está en la puerta que deben cruzar los huéspedes de este hotel y del Lake Palace Hotel, así que les preguntamos cómo podemos llegar a la isla del hotel y por el tema de la cena. El de la taquilla nos dice que la única manera de llegar a la isla es estando alojados en el hotel, ni reserva para cena, ni visita, ni nada. Lo que sí nos ofrece es una excursión en barco por el lago que nos acerca, ligeramente, y según la que elijamos nos llevará a la otra isla, Jag Mandir, donde hay un palacio convertido en museo. Se comenta que sirvió de inspiración para la construcción del Taj Majal.
Hace demasiado calor para seguir visitando y pensamos en volver al hotel a darnos una ducha. La idea es que, con la entrada del palacio, podremos entrar después y pagar sólo la entrada de esta otra zona, pero nos dicen que no. Si venimos luego tendremos que pagar una extensión de entrada de 25 rupias cada uno y las 500 rupias de la nueva entrada. Esta entrada incluye, además de las visitas, la audioguía y un refresco en el hotel. De acuerdo, entraremos ahora.
Nos han vuelto a hacer un lío y hemos tenido que pagar la extensión de entrada también ahora. Con ella podremos acceder al palacio hasta la hora de cierre, a eso de las once de la noche según ellos, aunque dudamos de que esté abierto hasta tan tarde.
En cuanto cogemos la audioguía entramos en el hotel. Según ella hay que subir una escalera de mármol para comenzar la visita, pero nada más entrar lo único que hay es una de bajada. Será un error de traducción. En cuanto llegamos a la planta de abajo descubrimos el paraíso. Todo está limpio y con el aire acondicionado hace que te olvides de que fuera hace un calor abrasador y de que estás en India. Aprovechamos para visitar los baños del hotel y mientras buscamos cómo seguir la visita un camarero nos indica que pasemos a una pequeña sala con butacas. Una vez allí nos pregunta qué queremos tomar. Se trata del refresco incluido en la visita. El camarero no se puede equivocar viéndonos con los cascos de la audioguía puestos.
Después de más de media de hora de relax decidimos que es hora de continuar. Frente a la salita en la que hemos disfrutado del refresco se encuentra un enorme comedor de gala. El camarero nos indica por donde continuar. El por donde es otra vez a la puerta de entrada y, cuando preguntamos nos damos cuenta de que nos habíamos equivocado. El refresco es lo último, pero nosotros teníamos sed.
En las plantas de arriba hay varias salas que vamos visitando hasta llegar al salón Durbar, donde se llevaban a cabo los encuentros reales. Aquí hay fotografías de encuentros con reyes de Inglaterra y nos hablan de la disposición de los invitados y de las diferencias entre las posturas de los rajputas, serios y erguidos, frente a la de los ingleses, más relajados. Si los ingleses les parecen relajados, qué habrían pensado de los españoles o de los italianos. Del techo del salón cuelgan las arañas de cristal , posiblemente, más grandes de todo el país. La decoración cuenta también con armas reales, retratos de los antiguos marajás de Mewar. La primera piedra del salón fue colocada en 1909 durante el reinado de Fateh Singh. El nombre inicial del salón era salón Minto, fue lord Minto, virrey de la India, el que colocó esta primera piedra y el nombre era una señal de respeto hacia él.
Otro de los atractivos de la visita es la galería de cristal. Sajjan Singh era un enamorado de los objetos de cristal y encargó a F&C Osler &Co. de Londres y Birmingham. Estos eran los principales fabricantes de lámparas e iluminación durante el siglo XIX y abrieron un mercado en India de todo tipo de objetos fabricados en este material. La última planta del salón Durbar cuenta con galerías desde las que las mujeres podían observar la vida del palacio sin ser vistas, es en esas salas donde se encuentran los objetos de cristal. Sajjan Singh realizó un pedido de muebles de cristal, mesas, sillas, incluso una cama, en 1877. Murió poco antes de recibirlo y los objetos quedaron dentro de sus cajas, abandonados, durante 110 años. Tras ese tiempo, se montó una exposición. Se puede ver un elegante sofá con un gran abanico de techo también de cristal, una cama con dosel con ricas colgaduras, mesas, varios tronos como sillas, tocadores y mangos de quita moscas. También hay perfumes reales y botellas de miel, bandejas y vasos, platos y copas de champán, velas y posavasos, vajillas y fuentes de mesa. Una maravilla a la que no está permitido hacer fotos.
Vimos, al entrar en el hotel, que también ofrece el té inglés, English afternoon tea, y ya que estamos, sobre todo teniendo en cuenta lo bien que se estaba en esa zona y el calor que hace fuera, vamos a ver qué tal. El té con pastas y bollos son 425 rupias casi tanto como la entrada. Un plato con otro surtido de pastas son 125 rupias más. Sólo por la temperatura merece la pena, y hay que tener en cuenta que, al cambio, son poco más de seis euros y medio. Claro que, teniendo en cuenta que la habitación doble nos cuesta 400 rupias por noche, sí que es muy caro…
A las 17.20, llega el camarero con la cuenta. Debe ser que ya hemos estado suficiente tiempo con la consumición y ya es hora de que nos vayamos. Al final no hemos podido ir al hotel más lujoso de oriente (lo de hospedarse allí era demasiado complicado) pero nos hemos tomado el té, bastante malo, por cierto, en otro también lujoso.
En la calle hace bastante menos calor que antes, aunque después del rato que hemos pasado con el aire acondicionado casi se agradece al principio. La sensación se pasa rápido y pronto volvemos a tener calor. Por suerte el Sol ya no pica como antes.