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Camino de Ranakpur

Sábado, 18/06/2011 (4)

En la estación compramos los billetes, asientos 1 y 2. No sabemos si es que siempre somos los primeros en comprarlos o es que los demás los compran dentro. Los veinte minutos que quedan para que salga los aprovechamos comiendo unas almendras y tomando el malarone.

Cuando subimos no nos preocupamos mucho por el número del asiento. Vemos una fila de tres que está vacía y nos ponemos allí. Las mochilas en la ventanilla y nosotros en los otros dos asientos. El autobús sale puntual, bueno, 12.05. Por ahora, quitando el tren del otro día, los transportes sí que mantienen la puntualidad inglesa. De lo poco inglés que sigue habiendo en el país.

Sara tiene una cara rara. Hay algo que le preocupa. Le pregunto y me dice que hemos dejado de visitar Mandore, la que fuera capital Marwar fundada en el siglo VI. Recuerdo que me había dicho algo de este sitio antes de ayer pero no había vuelto a comentarlo. Esta mañana estaba muerto y ni me he acordado. Ella se había dado cuenta de que estaba muy cansado y había decidido dejarlo pasar, llegar antes a Ranakpur y descansar allí para recuperarnos, pero no puede evitar estar decepcionada por no haberlo visitado.

Ahora el que se siente mal soy yo. Habríamos tenido tiempo. Mandore está sólo a nueve kilómetros y se puede ir en tuctuc. Me comenta que eso era lo que estaba haciendo cuando bajamos del autobús. No miraba la guía para encontrarnos en el mapa, miraba para ver qué decía del sitio y ver cómo llegar. No hacía falta ir a la estación de autobuses. Podíamos haber cogido un tuctuc allí mismo.

Con el paso del tiempo, y de los viajes, hemos asumido que no podemos verlo todo y que siempre habrá cosas a las que no podamos llegar, ya sea porque no haya tiempo o porque no haya manera de ir más que con coche o excursión privada, pero hoy no era esta la situación. Podíamos llegar sin problemas en tuctuc y teníamos tiempo, a las tres salía otro autobús para Ranakpur. Sara no ha insistido porque me ha visto agotado y yo ni me acordaba de que me lo comentó antes de ayer. El uno por el otro ahora estamos los dos medio chafados. Más aún cuando vemos que el viaje dura unas cinco horas y que es justo a las cinco cuando cierran los templos de Ranakpur. Sara se ha «contentado» pensando que llegaríamos a tiempo de visitarlos esta tarde. Ahora resulta que el día se ha convertido casi en un día perdido montado en autobús de un lado para otro, habiendo visitado «sólo» Osiyan.

Yo estaba hecho polvo esta mañana, pero el sueño de vuelta de Osiyan me ha sentado muy bien, tanto que, entre eso y la decepción no me entra sueño. Vamos parando y los niños con botellas de agua siguen subiendo en el bus. También suben otros vendiendo unos sobres con polvos que no sabemos lo que serán, pero que hemos visto, en todas las ciudades, que los compran mucho. Ya nos enteraremos.

Lo que sí tenemos que hacer antes de llegar es decidir dónde vamos a intentar dormir. No parece que haya muchos turistas en esta época así que no pensamos que haya problema para encontrar habitación en el hotel que decidamos. Vemos que hay bastantes, pero que están a unos kilómetros de los templos, entre dos y cinco. Varios tienen piscina… y no hay nada mejor que una piscina (después de una ducha) para quitarse la arena del desierto y relajar los músculos. Al final nos decidimos por Ranakpur Hill Resort. Otra de las opciones de alojamiento consiste en dormir directamente en el complejo de templos. No será dentro, pero sí en los patios. Son 10 rupias. Pero está descartado a no ser que no haya otra manera de encontrar un sitio para dormir. Necesitamos una ducha con urgencia.

A las 4.15 vemos carteles en la carretera de los hoteles que hemos visto para dormir en Ranakpur. Ya debemos estar aquí, pero el autobús no para. Nos estamos emocionando, con un poco de suerte llegamos antes y nos da tiempo de dejar las cosas en el hotel y después visitar los templos. Puede que todo se arregle al final. Pero el autobús no hace más que pasar los hoteles y no para.

Le preguntamos al de los billetes y nos dice que sí, que ya estamos en Ranakpur pero que la parada está más adelante. Cuando parece que ya nos hemos pasado el pueblo, que en realidad no es tal, sólo un montón de hoteles a los lados de la carretera, para en una tienda-bar. Cogemos las mochilas y nos bajamos. Son las 16.30 todavía puede haber oportunidad.

Lo que vamos a hacer es ir cargados con todo a los templos, en la guía pone que hay una consigna, y ya buscaremos después un hotel. No sabemos dónde están los templos y le preguntamos a uno, con pinta de empollón, que iba en el autobús con nosotros. Mucha pinta de empollón pero no tiene ni idea. Nos dice que los templos están en Udaipur. Estas tú listo. Menos mal que uno que estaba en el bar se apiada de nuestra cara de angustia y nos dice que los templos están siguiendo por la carretera. Una puerta grande y el complejo. Nos dice que están cerca y que tiene un sitio para dejar las mochilas.

Todo en los hombros y dispuestos a movernos deprisa. Se acabaron los cansancios y las malas caras. Tenemos la oportunidad de «arreglar» el día (como si lo que hemos visto en Osiyan no hubiera sido espectacular) y, al menos, lo vamos a intentar.

No es que estén cerca, es que la puerta está a la vuelta de la esquina. Hay dos militares que nos dicen que el complejo cierra en cuarenta minutos. Lo sabemos, lo que no sabemos y nos hace falta saber es dónde está la consigna. En el edificio principal a la derecha nos dicen. De acuerdo, ahora sólo hay que saber cuál es el edificio principal.

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