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Camino de Pokhara, de nuevo el aeropuerto de Jomsom

Miércoles, 31/03/2010 (1)

A las seis quedamos con Keisi en que estaría el desayuno listo para salir directos al aeropuerto de Jomsom. Salimos de la habitación con todo puesto para no perder tiempo. Eso de que el avión esperará por nosotros si llegamos un poco tarde tampoco nos acaba de gustar.

El desayuno será en el restaurante de la planta de abajo. Nada más sentarnos comienzan a traernos las cosas empezando por el agua. Antes de terminar aparece Keisi. Cuando terminamos él está firmando la nota de la habitación así que le decimos que nos vamos adelantando hacia el aeropuerto. Si el de Pokhara ya parecía un aeropuerto de juguete éste es para nota. Eso sí, hay dos edificios uno para las llegadas y otro para las salidas. Lo que no hay es nadie en el mostrador de Tara Airlines (nuestra compañía). El otro día en Pokhara tampoco había y, como hoy, aparece durante un momento da unas cuantas tarjetas de embarque (todas sin nombre ni asiento) y se vuelve a marchar. Keisi llega justo cuando estamos dando nuestros billetes y paga las tasas.

Nepal Jomsom Tara Air

Después toca el control de seguridad. Aquí en lugar de detector de metales hay dos habitaciones, una para mujeres y otra para hombres, en las que un policía abre las mochilas y te cachea. Por supuesto el agua pasa sin ningún problema.

La sala de espera, la única que hay, como única es la puerta, está llena de gente esperando el vuelo a Katmandú. De no ser porque hoy tenemos el tour por Pokhara habría sido mejor opción el vuelo directo de vuelta. Es más, ya que no pudimos hacer el tour el día que tenía que ser porque llegamos muy tarde habría sido mejor opción coger el vuelo directo a Jomsom desde Katmandú. Está claro que Prachanda es bueno, pero no todo lo rápido que podría. Con la tontería de tener que cambiar de coche parece que le ha estado pagando el alojamiento, en Pokhara, de todos estos días al conductor que contrató en el último momento.


Al final es vuelo sale con cierto retraso. Se suponía que sería a las 6:40 y sale después de las siete. Como el otro día es un mini avión, aunque hoy es otro modelo. Con sólo un asiento a cada lado del pasillo. La azafata nos da un caramelo y algodón para los oídos y antes de acabar el caramelo ya estamos en el destino. Por el camino, como el otro día, hemos visto como iba esquivando las montañas y como los árboles pasaban muy cerca.

En el aeropuerto de Pokhara no hay que esperar nada, Okihita iba siempre con nosotros. Keisi llama por teléfono y comienza a andar. Se supone que el coche está viniendo a recogernos, pero en lugar de esperar este hombre necesita moverse. Si le dejan se va a Katmandú andando tranquilamente. El coche llega pronto con el conductor del otro día. Prachanda le está pagando la vida aquí a este tipo, esperemos que, por lo menos, haya dormido mejor para mañana.

A la llegada del hotel el tipo de recepción (que me cayó mal el otro día sólo con verle y que sigue confirmando mi primera impresión) nos pregunta que a qué hora nos viene bien que llame al guía y al coche. Prachanda nos dijo que había buscado al mejor de Pokhara y lo único que ha hecho es decirle al del hotel que nos organice algo. Cada vez le pillamos en más mentiras. Le decimos que a las diez nos va bien. Son algo menos de las ocho y así nos podremos duchar tranquilamente, que falta nos hace. La habitación será la misma que la del otro día.

A estas horas no hay luz, pero nos ha confirmado que sí hay agua caliente.

El agua no sale caliente. El calentador está al lado de la ducha y el fuego no se enciende. Bajo a recepción para decirlo, como no hay luz tampoco hay teléfono. Sube uno y abre una palanca mágica que hace que el fuego del calentador se encienda. Habría estado bien que alguien nos dijera que había que tocar ahí… Pero de todas formas nos dice que la bombona de gas se ha terminado. La bombona está en la terraza que hay al otro lado del baño. La cambia, vuelve a darle a la palanca y dice que ya está.

Cuando se va nos metemos en la ducha. Meterse es un concepto difuso porque todo el baño es la ducha con un sumidero debajo del lavabo. El caso es que no hay manera de que salga caliente. Sale algo menos que fría, pero con esto no hay quien se duche. Vemos que el calentador tiene tres reguladores. Estación, que está puesto en verano. Lo cambio a invierno a ver si le da más energía pero no hay nada que hacer. Cantidad de agua, que está al mínimo. Lo pongo al máximo pero con el mismo resultado negativo. Y uno de cantidad de gas. Éste parece que es el más interesante pero le han arrancado el mando para girarlo.

Bromas a nosotros. Medio desmontamos el mando en cuestión y consigo darle más fuerza. Esto sí que es un éxito y el agua empieza a quemar. Ahora hay que buscar el punto con este mando, porque no hay un grifo para el agua caliente y otro para la fría está sólo la palanca mágica que al abrir comienza a soltar agua por la ducha. ¡Qué experiencia tan agradable! Lo poco que valoramos una ducha cuando la tenemos en casa y lo fantástica que es.

Aseados nos ponemos ropa limpia (otro avance del hombre moderno) y descansamos media hora antes de bajar a encontrarnos con el guía.

Al bajar el tipo (sí, me cae mal) de recepción nos dice que sabe que tenemos la cena incluida. Nos pregunta si queremos ordenarla ya. Pues la verdad es que no. Son las diez de la mañana y no tengo ni idea de qué voy a cenar. Quedamos en que ordenaremos cuando volvamos. El guía ya está allí y el coche fuera esperándonos.

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Comentarios

  • Olatz
    2 abril, 2017 a las 21:39

    Gente como tu no merece viajar. Quejica.

    Responder
    • 10 abril, 2017 a las 19:47

      Hola Olatz y bienvenido al blog (en cualquier caso) :-p
      La verdad es que no sé si a ti todo te sale a las mil maravillas cuando estás de viaje, si es que cuando viajas eres tan feliz que nada te parece mal o que simplemente no quieres discutir o recordar los malos momentos para no empañar ese fantástico viaje que contaste a la vuelta. En nuestro caso, a veces hay ocasiones en que alguna cosa sale mal o en que hay que discutir para que nos den lo que hemos pagado. ¿Eso nos convierte en quejicas? Según tú sí… según nosotros nos convierte en gente normal que, aunque esté de viaje, sigue teniendo un criterio que no desaparece sólo por haber subido a un avión (cosa que, aunque creas que no merecemos hacer, hemos hecho muchas veces).
      Confiamos en que tus viajes sigan siendo maravillosos y que nunca encuentres nada que no se ajuste a lo que esperaras.

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