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Sudáfrica (XXVI)

Miércoles, 02/09/2.009 (y 2)

La guía nos pone los dientes largos diciendo que la siguiente bodega es muy interesante porque es de las más antiguas, del 1.600. Como todas las anteriores muy diferente, pero está tiene un museo y edificios históricos. No está mal si de verdad es lo que dice. Está en el delta de dos ríos y de ahí su nombre Solms Delta. Según llegamos nos dice que en el museo hay gran cantidad de información escrita y que necesitaríamos tres días para leerla toda, que lo mejor será que compremos una especie de periódico en el que está todo. Perder el tiempo mirando los paneles en lugar de levantar la copa parece que es un pecado.


Nos habíamos hecho a la idea de que nos contarían algo, pero lo primero que dice el que va a llevar la cata es que tienen un descuento del 15%. Esto nos toca la moral y nos vamos afuera, a las viñas directamente. No acabamos de entender qué sentido tiene venir hasta aquí para sólo probar los vinos sin ver nada de las instalaciones. Esto se puede hacer en cualquier bar y seguro que más barato y más rápido. Aunque no parásemos en el pueblo contábamos con ver las bodegas y después catar. Es lo que se hace en todas partes, la visita incluye al final una cata, pero la cata es un extra. Aquí la visita es la cata. La guía se sorprende cuando le decimos que en Europa te enseñan la bodega primero, ella dice que aquí no dejan entrar a nadie a esa zona. Además nos vuelve a recalcar que ahora todo está parado, porque no hay uvas. Señora que aunque no haya uva algo harán en las bodegas, que los vinos envejecen y hay que mover las botellas y controlar las barricas.

Eso sí, mientras estamos fuera esperando que salgan haciendo eses totalmente borrachos nos echamos unas buenas risas con la situación absurda que estamos viviendo. Es más, incluso pensamos en montar una enoteca en Cape Town y hacer lo mismo más rápido y más barato. Total, si lo único que ganas viniendo a la bodega es ver las vides sin uva…

La cuarta bodega, la última, Fairview, además de vinos tiene también quesos. Esto es un punto a su favor, sobre todo teniendo en cuenta que la cata de vinos incluye cata de quesos. Por fin haremos algo hoy. La cachonda de la guía nos pregunta si queremos beber, porque tiene que pagar por nosotros para que podamos. Nosotros hemos pagado el recorrido completo y ya hemos dejado de beber en dos bodegas, aunque en esta tampoco bebiéramos, tú vas a pagar por nosotros o sí o sí, ni se te pase por la imaginación quedarte con ese dinero. Además de que los quesos los vamos a catar seguro.

El procedimiento en esta es distinto. Te ponen una pegatina que da derecho a probar siete vinos de entre todos los que están en una carta que te dan al entrar. Eres tú el que elige el que quieres beber y con la copa en la mano puedes ir a la zona de quesos para disfrutar de la mezcla de queso y vino. Nosotros disfrutamos de la mezcla de queso y queso. Hay nos siete u ocho tipos de quesos y le damos tres vueltas a la tabla probándolos todos y descubriendo sus sutiles matices. Lo cierto es que los quesos aquí son muy suaves. Al igual que con su «champán» tienen copia de brie, de cheedar, de camembert, etc. pero todos mucho más suaves que los originales. Les das a probar a esta gente un cabrales y no hay vino en toda la bodega que les quite el sabor en tres días. Los sudafricanos ya han debido tener también bastante vino (ni lo pidieron en la comida) y dejan la copa y la cata casi nada más llegar.

Para estas alturas ya nos estamos riendo de todo y parece que somos nosotros los que más hemos bebido. El resto del grupo sigue muy serio y eso que ya deben llevar unos 25 tipos de vino distintos entre pecho y espalda. Yo creo que nos miran hasta raro. En esta bodega también tienen cabras (aunque no todos los quesos son de cabra). Dos de ellas las tienen a la entrada como atracción turística. Fue la guía la que nos dijo donde estaban para que pudiéramos hacerles fotos. Son dos cabras, tampoco es para tanto. Parte de sus vinos tienen como nombre juegos de palabras con cabra (goat), como The Goat-father y Goat-Door . Hemos visto una camiseta muy chula de un macho cabrío vestido como el padrino con la leyenda The Goat-father, pero sólo la tienen en XXL, para una cosa que lo mismo lo mismo habríamos podido llegar a comprar.


A la hora de irse, la guía cuenta que hace unas semanas hizo este mismo recorrido con un grupo de irlandeses y escoceses que no sólo se bebían todo lo que les ponían para catar, sino que compraban vino y se lo bebían entre una bodega y la siguiente. A uno de ellos tuvieron que levantarle del suelo para meterle en el autobús de vuelta de lo borracho que estaba. Está claro que a estos no les interesa ver los toneles y que acertaron plenamente eligiendo esta excursión, no como nosotros.

Nos vuelve a dejar en Cape Town y vemos que nadie hace ni amago de darle una propina. No estamos seguros de si los demás esperaban también otra cosa o es que no se lo han pasado tan bien. Cuando Sara ha dicho lo que pensaba encontrar los otros no han dicho ni esta boca es mía. Yo creo que los que más nos hemos divertido hemos sido nosotros.

Mirando lo que ponía del recorrido en la página web vemos que es lo que nos han hecho. Aunque la manera de contarlo podía llevar a engaño: pone que se recorre la histórica ciudad de Stellenbosch (no dice que se pare) y que se hace un tour por las bodegas en el que explican el proceso de elaboración (que puede ser lo que ha hecho la tipa en cinco minutos en la primera bodega). No hay más que hablar, no hemos leído toda la letra pequeña y hemos caído. Está claro que lo de que no hubiera tren entre George y Knysna nos trastocó todos los planes y hubo que improvisar mucho para hacer todas las reservas en el mismo momento. Nos habían dicho que el BazBus había que reservarlo con 48 horas para estar seguro y no nos paramos a pensar en la posibilidad de dormir ayer en Stellenbosch y hacer la ruta desde aquí, para llegar esta noche a Cape Town. Si hubiera habido tren no me habría hecho daño en la pierna ni habríamos hecho el tonto con los vinos hoy.

Como todavía hay luz nos acercarnos al supermercado de la esquina. Hoy la cena será a base de muslos de pollo y flan de postre. También compramos el desayuno para mañana y un par de botellas de agua. Es pronto, pero el pollo está caliente así que nos lo comemos, más tiempo para hacer la digestión.

Una ducha para masajear otro poco la pierna y a dormir. Mañana tenemos que estar en el muelle a Robben Island a las 8:30. Antes tenemos que dejar la habitación y llevar a los Symbios a la recepción del albergue. También hemos reservado el taxi al aeropuerto para mañana. Volveremos a pasar un montón de tiempo allí, pero es que nos han dicho que se puede llegar a tardar una hora en llegar según el tráfico.

Está empezando a llover otra vez. El barco a Robben Island sale en función de las condiciones meteorológicas, a ver qué pasa mañana.

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