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Perú (XXVII), atardecer en Amantaní

Jueves 07/05/2009 (y 3)

La subida se endurece más y más. Arriba del todo está el templo.

Está cerrado y no se puede entrar. Sólo se abre un día al año. Día en que gente de todas partes viene aquí, al lago Titicaca, a la isla de Amantaní, a hacer una ofrenda. La ofrenda consiste en doce hojas de coca, las mejores, en cuatro grupos de tres hojas.

La explicación de los números no me acaba de convencer porque habla de calendario gregoriano y de los elementos griegos, pero… Según el guía se toman doce hojas por los doce meses del calendario, cuatro grupos por los cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego) y tres hojas por grupo por la trilogía inca (Ukhu Pacha, inframundo, la naturaleza, la serpiente; Kay Pacha, el mundo de aquí, la fuerza, el puma; y Hanan Pacha, el mundo de arriba, de los espíritus, la sabiduría, el cóndor). También dice que el tres se asocia con las tres partes fundamentales del cuerpo humano: el corazón, sangre y pulmones que representan la vida; el cerebro que representa la inteligencia; y la columna que representa la fuerza. Se está poniendo el sol y la vista desde allí es impresionante con todo el lago a los pies.

Después de la explicación saca doce hojas de coca y nos pide que cojamos una piedra pequeña cada uno y que toquemos las hojas con ella para posteriormente tirarla por encima del muro. Es una muestra de respeto a la madre tierra. Lo cierto es que el templo de Pachamama está en la montaña que se alza frente a la nuestra, pero parece que se hace la ceremonia en los dos.


En ese momento nos dice que podemos bajar al campo de fútbol donde nuestras mamas nos estarán esperando. Después de la cena habrá una fiesta en el centro comunal en el que nos vestiremos con la ropa tradicional de la isla, ellos y ellas.

Salgo disparado hacia abajo porque me temo que Sara lo estará pasando fatal por el frío. Tan disparado salgo que me equivoco en un desvío, me doy cuenta y rectifico a tiempo. La bajada se hace complicada porque ya casi no se ve. Por suerte hay luna llena y se ven las formas de las piedras. En mi rápido descenso me encuentro con un grupo que sigue a una pareja que lleva una linterna. Me va bien, pero es que van demasiado lentos, de manera que les adelanto.

Al llegar Sara tiene una cara terrible. Está claro que la fiesta no nos verá por allí. Tampoco es que seamos muy dados a los disfraces. La mama nos lleva a la casa. Lleva una linterna de mano que apenas ilumina el camino y nos vuelve a meter por los andurriales de la mañana. Antes de entrar preguntamos por el baño. Es una pequeña caseta separada de la casa con un retrete y un cubo lleno de agua. Nunca entenderé el motivo por el que no se utilizan letrinas en estos casos, mucho más higiénico que la taza. Después del baño Sara se vuelve a meter en la cama, esta vez incluso con fiebre. Le echo todas las mantas de la cama de matrimonio y se toma un paracetamol. Mientras tanto yo bajo para decirles que ella no va a cenar y que yo casi que tampoco. Visto el menú de la comida no me pierdo nada. Eso sí, el guía preguntó arriba qué habíamos comido y todos habíamos comimos lo mismo: nadie comió carne y nadie vio huevos. Según él es porque la isla está llena de montañas y la principal actividad es la agricultura, lo que no deja pastos para el ganado.

La hija mayor de nuestra mama habla castellano y cuando le cuento el problema de Sara me dice que nos sube la comida al cuarto. No quiero molestar pero lo acepto, si nos sirve un par de platos de caldo podrá ser bueno para su estómago. Nos los sube. Yo empiezo a comer, pero Sara no hace más que temblar bajo todas las mantas. Al poco rato vuelve a subir con un par de platos con arroz y verduras y dos mates para el estómago. Yo como algo de arroz pero Sara no sale de la cama.

Se duerme un poco entre los dolores y yo me pongo con el diario. Mientras duerme comienza a hablar en un idioma ininteligible y a veces ríe, buena señal. A las nueve y media me estoy durmiendo.

A eso de las diez Sara se despierta diciendo que está mejor y come algo, aunque ya está helado. No le gusta la idea de dejar tanta comida, da la impresión de que nos están dando lo mejor que pueden, y come el plato de arroz y verduras entero. Los mates ya están helados. Se vuelve a la cama, pero una hora después vuelven las tiritonas y hay que bajar al baño corriendo.

Después de esto otro paracetamol y más mantas. No sé qué hacer. Decidimos que mañana cuando lleguemos a Arequipa, a eso de las tres de la mañana, buscaremos un hostal para dormir esa noche y la siguiente. Tenemos tiempo de sobra y no se trata de correr estando enfermo. Es más, mi propuesta es volver directos a Puno a un médico en lugar de visitar la tercera isla. En estas nos volvemos a dormir. A la una y media vuelve a estar fatal, más fiebre y más dolores en brazos y piernas. Se relaja un poco y seguimos durmiendo.

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Comentarios

  • JAAC
    13 julio, 2009 a las 09:56

    Algo así debió ser… la mezcla del momento 🙂

  • Masmi
    12 julio, 2009 a las 02:33

    Que vistas mas espectaculares!
    Que Sara se puso a hablar en un idioma ininteligible? jajaja, seria mezcla de italiano, español, inglés y quechua, jajaja

  • JAAC
    2 julio, 2009 a las 09:23

    Cierto, ponerse enfermo estando de viaje es de lo peor… además, cuando estás en mitad de un lago casi sin luz ni agua corriente las cosas pueden llegar a parecer más preocupantes :-S Si te pones malo en Nueva York se lleva de otra forma, pero en Amantaní, en parque natural de Tanzania, en el desierto…

    Está claro que lo mejor es no ponerse malo, pero hay que elegir bien el sitio 🙂

    Las vistas espectaculares. La subida mucho más ligera que la de Huayna Picchu, pero se hacía dura (más de 4.000 metros).

  • Alicia32
    2 julio, 2009 a las 09:04

    Jo, pobretica, tuvisteis que pasarlo mal. En esos caso es que no sabes qué hacer, y es que éstas cosas en vacaciones parece que son mayores. Bueno, por lo menos las vistas eran impresionantes…La pena no haberlas disfrutado con Sara…