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Perú (XVII), esto es Machu Picchu

Martes 05/05/2009 (1)

Nos despertamos a las 4:45. Hay que dejar preparada a Okihita que se quedará aquí y recoger un poco. A las cinco salimos a por el desayuno. Una especie de bollo de pan, mantequilla, mermelada, un par de plátanos y crema de leche en lugar de leche. Me como el bollo con mantequilla corriendo y me llevo los plátanos. El primer autobús sale a las 5:30 y tenemos que estar allí si queremos llegar a tiempo de apuntarnos para la subida a Huayna Picchu.

A las 5:05 estamos fuera. En la calle no vemos a nadie lo que nos da esperanzas. Lo mismo esto es como en Petra que tanto creer que iba a estar lleno y éramos los únicos. Cuando llegamos a la parada del bus nos damos cuenta de que esto no es Petra. Aquí hay esperando más gente que en la guerra, ¿a qué hora habría que haber venido? Ya no tenemos muy claro si podremos subir, aunque a mí me parece que, a pesar de haber mucha gente, si hay dos subidas a la montaña dejarán pasar a alguno más de los que hay en la fila y sólo se puede llegar en bus o andando. Andando no se ve nada, dudo que nadie se aventure hasta que no haya algo más de luz. Lo que pasa es que no sabemos con qué frecuencia subirán, porque lo está claro es que en el primero no entraremos.

El bus llega puntual. Es uno pequeño como en el que hicimos el tour ayer, de unos 30-40 pasajeros. Mal vamos, porque así vamos a necesitar por lo menos cuatro a no ser que dejen que la gente vaya de pie. El trayecto es media hora, así que…
Antes de que nos dé tiempo a deprimirnos del todo empiezan a llegar más y más buses. Por lo menos llegan nueve o diez juntos. Subiremos, habrá gente delante, pero subiremos.

La puerta de Machu Picchu se abre a las seis en punto y a esa hora llegamos. Hay cola para entrar, todos los de los buses anteriores. No parecen que pongan muchas pegas con el equipaje, aunque alguno tiene que volver a atrás a dejar cosas en la consigna. La entrada es válida para todo el día así que hay que rellenarla con el nombre y la nacionalidad, si se sale y se quiere volver a entrar es necesario mostrar la entrada y el pasaporte.

Sin apenas pararnos a ver nada seguimos las indicaciones a Huayna Picchu para apuntarnos a la subida de las diez. De todas fornas la entrada no nos ha “ofrecido” la vista clásica, directamente se entra en el ciudad sin la panorámica tradicional. Para llegar hasta la entrada de la montaña ya vemos que la cosa por aquí no va a ser fácil: escaleras largas y de peldaños irregulares por todas partes. Hay cola en la entrada, pero la gestionan rápido, de hecho no hay ni que llegar hasta la taquilla. Uno va recorriendo la cola grapando un papel pequeño con la hora a la que quieres subir y haciendo un garabato sobre el papel y la entrada. Tenemos autorización para subir la cosa va mejor. Ahora a ver la ciudad en la hora y media que queda hasta que llegue Berliza.

Subimos y bajamos por un montón de escaleras haciendo fotos y más fotos a todo, sobre todo a la “cara” del inca, su nariz es Huayna Picchu. Intuimos que la foto típica se hará desde la casa del guardián, que está en la parte superior.

Allá que vamos y efectivamente es aquí. Además están colocadas unas llamas estratégicamente. Hay un montón de ellas libres por la ciudad sagrada, todas con su marca en la oreja que se mueven por todas partes. Aunque la foto es espectacular todavía le falta algo, y ese algo lo encontramos al otro lado de la casa, la vista de las terrazas y la caída hasta el río. En la actualidad el río se llama Urubamba, en época inca era el río sagrado (Wilkamayu) porque era, para ellos, la representación de la Vía Láctea en la tierra. Fotos y más fotos. A pesar de que había muchos autobuses no está terriblemente lleno.

La “famosa cara del inca” es algo relativamente nuevo. En la época en que se construyó la ciudad las montañas estaban cubiertas por una vegetación muy densa y no se apreciaba la forma. Un incendio posterior arrasó con los árboles y la imaginación local hizo el resto.

Desde aquí vamos a la salida a esperar a nuestra guía. Llegamos con tiempo y vemos cómo se van formando los grupos con sus banderas de colores. La nuestra era la naranja. A las 8:05 con casi todos los grupos formado no aparece. Esto se está convirtiendo en una mala costumbre de esta agencia: la puntualidad peruana brilla por su ausencia. Las cabinas, nos estamos dejando un dineral llamando a la agencia, no funcionan. Le pregunto a otro de los guías con su bandera si conoce a la nuestra que no llega. Me dice que no la conoce, pero que no hay problema que podemos hacer el recorrido con él. De todas formas le llama por teléfono y ella le cuenta que está llegando, así que nos dice que esperemos.

A las 8:20 todavía no ha llegado. Nuestra entrada a la montaña es a las diez, el tour era de dos horas, vamos mal. Como las cabinas no funcionan no sabemos cuándo va a llegar, porque el “estoy llegando” es demasiado socorrido. Le pregunto a otra guía que está esperando si la conoce. Ella tampoco la conoce, pero acepta llamarla para ver cuánto va a tardar. Consigue localizarla y le dice que ya llega. Sara le pide el teléfono a la guía y le dice cuatro verdades, casi como yo a Alfonso ayer. Este viaje no está saliendo del todo mal, pero para estar haciéndolo medianamente organizado está siendo un caos, mejor por nuestra cuenta. En cinco minutos.

La guía nos dice que habrá tenido algún problema, pero que es cierto que las cosas no se hacen así, que hay que ser puntual y que todo el mundo de Aguas Calientes, sobre todo los guías, conocen de sobra el horario de los autobuses, que no hay excusa, pero que la dejemos hablar antes de matarla. Nos ha visto tensos. Sara se ha despedido de ella por teléfono diciéndole que si en cinco minutos o está aquí le parte las piernas. Otra guía que está esperando al oír a Sara hablando por teléfono pregunta que a quien esperamos. Ella tampoco la conoce, pero también nos ofrece el recorrido con ella. Como ha dicho que llega en cinco minutos preferimos esperar a ver qué tiene que decirnos. Total no vamos a ganar casi nada y queremos descargarnos.
Llega con el siguiente autobús. Pensábamos que vendría con un grupo y que habría tenido que esperar a alguien, pero no. Nos coge y vamos para adentro. Antes de entrar, al ver la bandera naranja otra le dice que había otros tres esperándola pero que se han hartado y se han metido solos, sin guía. Mientras, en ese camino, ya nos hemos despachado bastante con ella que no deja de sonreír y de decir que no pasa nada, que vamos a tener el tour, que tranquilos. Lo cierto es que está claro que no nos vamos a morir por esto, pero nos parece una tomadura de pelo que ayer nos dijera que si a las ocho en punto no estábamos en la entrada ella tenía que seguir que no podía esperarnos y nos haya tenido media hora con una de las maravillas del mundo al otro lado de la puerta.

Su excusa es que llegó justo cuando se iba el autobús y luego tuvo que esperar a que se llenara el siguiente para salir. Vamos, que te has dormido le decimos. Porque estamos seguros de que tiene que saber el horario de los autobuses y que el que se le vaya es una excusa barata. El recorrido va a ser duro porque no le vamos a dejar pasar ni una. De entrada nos encontramos con uno de los que desertó de esperarla. Él no entiende español y nuestra guía va a hacerlo en español. También le molesta que ha pagado un dinero y no estén cumpliendo, pero se le ve más relajado. La verdad es que viéndonos a nosotros se podía haber unido y haber hecho sangre, pero ha decidido apiadarse de la guía. Como no se decide le decimos a la guía que se nos hace tarde y que ya sólo va a ser un recorrido de hora y media, que ya está bien de seguir esperando. Al final se irá con otro grupo que hará la visita en inglés.

Lo primero que nos dice, cuando llegamos a la casa del guardián, es que podemos hacer fotos. Llevamos una hora y media haciendo fotos, nosotros hemos subido a las cinco y media para coger la entrada como nos dijiste ayer. No queremos “perder” tiempo con fotos, queremos que nos cuente las cosas y poder entrar en la montaña. Al ver la otra guía la situación le pregunta si es un tour privado o de agencia. Es de agencia, de manera que se ofrece a que lo hagamos con ella que va a empezar ahora mismo arriba también. Será lo mejor, porque cada vez que habrá la boca lo que querremos es matarla, así que nos vamos con la otra.

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Comentarios

  • JAAC
    23 junio, 2009 a las 09:05

    Lo nuestro fue más mala suerte que otra cosa, el resto de grupos salió a su hora y está claro que había guías más fiables. Además, aunque no lo parezca, luego se convierte en una de las partes más «graciosas» del viaje y de las que más te ríes al recordar 😉

    Cambiarán las cosas y entrará en tu lista, por las fotos y por la gente 🙂

    Responder
  • conxa
    22 junio, 2009 a las 17:29

    Pues no se que decirte con tanta desorganización no me animo a ponerlo en mi lista todavía, aunque debo reconocer que si solo viera las fotos, tendría otra opinión muy distinta.

    Responder