Martes 30/12/2008 (y 3)
Después de bajar del Top of the Rock.
Buscamos la salida a la pista de hielo para poder hacer la foto «típica» con la gente patinando, la estatua dorada y el árbol de navidad. Cuando salimos, que nos cuesta encontrar por donde, vemos que ya han encendido las luces. Hay una marabunta de gente que quiere hacer la misma foto que nosotros y que casi colapsa por completo la calle que da a la Quinta Avenida. La decoración incluye, además del árbol, ángeles con trompetas celestiales, y copos de nieve que caen en el edificio de enfrente.
La catedral de San Patricio es la siguiente parada. Construida en un estilo gótico «revival» tiene un tamaño imponente y un interior en tres naves que, obviando su fecha de construcción, tiene el aspecto de antiguo que sus constructores buscaban. La catedral es católica apostólica romana y una estatua del Papa Benedicto XVI y otra de Juan Pablo II, que la visitó en 1.976, lo dejan claro. La misa empieza estando allí así que nos vamos. Hay carteles que dicen que todos los domingos hay misa en castellano a las cuatro de la tarde. Hemos visto muchos carteles escritos en español, en el metro casi por cada cartel en inglés hay uno traducido.
Antes nos quedamos casi a las puertas del Radio City Music Hall y ahora nos acercamos del todo para poder verlo bien y hacer la foto de rigor. Tan bien nos acercamos que Sara se cuela dentro para ver si se puede visitar. Cuando yo voy detrás uno de la puerta me agarra del brazo y me dice que no se puede pasar, que las visitas son sólo por las mañanas, que ahora hay función. Sara ya está casi en el patio de butacas y tengo que gritarle para que salga antes de que nos detengan.
Desde aquí hacemos un recorrido por los principales rascacielos de la zona. Hemos hecho un alto en una tienda Disney, también de tamaño casi descomunal. Entramos en el mundo de Nike (la tienda tiene cinco plantas) y en Tifani’s en el edificio Trump. Es curioso ver como todo el mundo entra en la joyería, la joyería más accesible que he visto nunca.
Ya va siendo hora de volver al hostal y buscar un sitio donde cenar. Mirando el mapa del metro vemos que lo mejor será subir hasta Central Park y entrar en 5th Avenue con la 39th st. Allí cogeremos la línea naranja, nos valen tres de sus cuatro «sabores» para hacer transbordo en Times Square a la línea roja «sabor» 1, que es la única que para en nuestra estación 18th st.
Justo entre la 38th y la 39th está la Apple Store. Un cubo de cristal que da acceso a la tienda que es completamente subterránea. Como todas las demás ésta también es de las grandes. Con todo lo que un macero ha podido soñar en cualquier momento. También en esa plaza está una tienda de juguetes en la que nos han dicho que está el piano de la película «Big», pero está cerrada. Hablando de la película «Big» ayer, en Pier 17, estaba la máquina que le leía el futuro y le concedía el deseo al niño que se convertía en adulto.
En el albergue confirmamos que lo único que hacen cada día a las 11 de la mañana es entrar a vaciar la papelera y que todo lo demás lo dejan como estuviera. La verdad es que casi preferimos eso, mejor que no toquen nada y que tengamos la “tranquilidad” de que no habrá interferencias externas. Nos decantamos por un restaurante americano con todo a lo grande, según la guía antigua de Sara, aunque en una actual que vimos en Madrid también estaba. Está muy cerca, en la 18th, así que vamos andando. Pero cuando llegamos vemos que ha dejado de ser un restaurante americano para convertirse en uno mejicano. Segunda opción. Uno en el Greenwich Avenue, Elephant Castel. Famoso por sus hamburguesas y sus tortillas. Ayer ya cenamos hamburguesa, pero es lo que toca estando en USA.
Éste sigue existiendo y hace honor al comentario de la guía. Pedimos una hamburguesa con queso cheedar y bacon y una tortilla con espinacas, cheedar y bacon también. Las dos cosas están estupendas. Para terminar Sara pide una tarta casera de zanahoria y yo un Hot Fludge (o parecido) que acaba siendo una copa con tres bolas de helado, chocolate, vainilla y crema, y nata y sirope de chocolate por encima, con avellanas enteras por en medio. Los postres también deliciosos, y todo por 40$, más tasas y propina 52$. El tema de que haya que dejar propina casi por obligación es un poco absurdo. Si la tienes que dejar o sí o sí, incluyela en el precio como «servicio» y no hagas que la gente tenga que hacer la cuenta. Eso sí, pasan la tarjeta por el TPV y cuando te dan tu recibo para firmar hay una línea extra en la que puedes poner la propina que quieras (tip) y luego debajo poner el total final. No tienen que volver a pasar la tarjeta.
A pesar de que hace menos frío del que nos esperábamos encontrar, hace bastante, así que aprovechamos nuestro bono de metro para volver. Sólo es una parada, pero se agradece, aunque en la estación tampoco es que haga mucho calor. Las estaciones son viejas, de azulejos y vigas de hierro y el tema calefacción no está muy logrado, ni tampoco en los vagones.
Ya en el hostal miramos en internet el horario del Guggenheim para ir mañana antes de ir a Brooklyn, abren a las 10, y la página de venta de entradas de último minuto para ver si hay algo que merezca la pena. Hay partido de los Nicks el viernes, contra Indiana, pero tampoco somos tan apasionados de la NBA y las entradas son para cuatro plantas por encima de la pista. Casi mejor hacer la visita turística al Madison Square Garden tranquilamente. Eso sí, en la página del estadio pone que no se pueden llevar cámaras de vídeo (ni de foto que graben vídeo), ni móviles durante la visita y que no hay donde dejar nada.
Como el museo abre bastante tarde nos daremos antes una vuelta por Central Park.