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Recorriendo Jerusalén

Miércoles 19/11/2008 (y 2)

Ya están pisando nuestros pies, tus umbrales Jerusalén. Allí está la muralla y la primera de las puertas. No tenemos ni plano ni nada. El hostal está cerca de la puerta de Jaffa, que creo recordar está cerca de la de Damasco. El neozelandés tiene una foto del mapa de la Lonely Planet. Paramos en la puerta de Damasco (no era la primera que vimos y casi nos tuvo que parar el conductor cuando salíamos todos) y vamos a buscar la que nos interesa: Jaffa.

Atravesamos la ciudad vieja. Esto es bastante decepcionante, es como una calle de playa llena de tiendas de recuerdos, pero la ciudad entera, al menos lo que vemos. En sus orígenes debía ser un zoco de los buenos, también cubierto, pero ahora es como Benidorm a lo bruto. Camino a la puerta de Jaffa pasamos por delante de la Iglesia del Santo Sepulcro, desde el exterior no llama en absoluto la atención, de hecho hay un cartel que lo indica pero no lo parece.


Localizamos el hostal y nos quedamos una doble con baño compartido por 180 NIS. No aceptan tarjeta de crédito y ya hemos pagado 68 (34 por cabeza) por el taxi así que tenemos que cambiar más. Nos indica un sitio con un cambio favorable: 1 euro 4,98 NIS.

Pagamos y vamos a la oficina de turismo que está al lado. La de la información no es demasiado amable. Nos da un plano y nos marca las divisiones en cuartos de la ciudad antigua: cristiano, armenio, judío y musulmán. Además de las “peleas” entre los barrios dentro de ellos también tienen lo suyo: católicos, ortodoxos, coptos, conservadores, ultra conservadores, liberales,… Nos marca un par de cosas más y nos da otra hoja con los horarios. La cúpula de la roca que está en la explanada de las mezquitas del cuarto musulmán, ya está cerrada hasta mañana. También hay un control de seguridad para entrar, ¿más?

Vamos al monte Sion con la tumba del rey David, la sala de la última cena y un museo del holocausto. Está fuera de la muralla. Lo único que parece real es lo del holocausto. La sala de la última cena es demasiado nueva y la tumba del rey David no es más que una tela de terciopelo azul cubriendo “algo”. A pesar de todo la gente se tumba literalmente sobre ella para rezar, hombres y mujeres separados por un biombo. Para entrar en la tumba aquí son los hombres los que se tienen que cubrir la cabeza. Hay kipás de papel para cubrirse y te piden educadamente que lo hagas.

La sala de la última cena:

El museo del holocausto. En su interior hay una lápida por cada una de las ciudades donde murieron judíos.

Entramos de nuevo en la ciudad antigua y nos acercamos a la ciudadela y la torre de David. Camino a la iglesia del Santo Sepulcro encontramos la Via Dolorosa.

Al entrar en la iglesia del Santo Sepulcro hay una especie de piedra en el suelo que todo el mundo toca. En realidad, más que tocar ponen bolsas encima y la rozan como para conseguir que les trasmita «santidad». No creo que sea nada «real» pero bueno, allá que voy a poner la mano también.

En la planta de arriba, al entrar a la derecha hay una escalera, hay unos mosaicos de la crucifixión, totalmente nuevos, y la gente pasa de rodillas bajo una especie de altar. Parece que alguno está donde no debe y el monje ortodoxo, que es un tipo de casi dos metros, cubierto con su túnica negra y el gorro negro y una buena barba, le echa una bronca que da hasta miedo verle la cara.

Abajo hay dos niveles más. En el primeo hay un montón de incensarios colgando del techo y un mosaico en el suelo, y en el de más abajo están excavando la estructura de la iglesia original.

Después de subir y rodear el ábside encontramos otra enorme sala circular acabada en cúpula. Lo único que hay en su interior es una gran estructura de madera a la que todo el mundo quiere entrar. La cola le da dos vueltas y visto el resto de cosas tampoco nos apetece quedarnos allí esperando para ver algo que dicen que es otra cosa.

Salimos con dirección al monte de los Olivos. El exterior de la iglesia, en el cuarto cristiano, sigue siendo tan zoco como lo demás y está lleno de tiendas de recuerdo. Digno de Benidorm. Nos cruzamos con la Vía Dolorosa que es también calle de zoco, las estaciones están frente a las tiendas, nos cruzamos con un grupo de italianos que lo están recorriendo, parándose a rezar. Nos cruzamos con el convento-iglesia de Ecce Hommo.

Para llegar a la Basílica de la Agonía (Getsemaní) hay que salir de la muralla por la puerta de los leones, la simpática de la oficina de turismo nos lo había marcado. La muralla es de los más curioso que ver en Jerusalén.

En el monte de los Olivos hay unos diez olivos milenarios, parece de los más original que hay en la ciudad. En mitad de los olivos está un equipo de grabación (cámaras, focos, reflectores,…) con un monje rodando algo que será un anuncio o similar y otro de los monjes haciendo fotos del proceso. La basílica es un poco decepcionante por circunstancias ajenas. Se levanta sobre los restos de una bizantina, que fue destruida por los musulmanes, que estaba sobre una más antigua, destruida por los romanos. El caso es que la que hay es de 1.920 y está construida con donaciones de todos los países del mundo.

Cerca, al otro lado de la calle, está la tumba de María. Hay que bajar un montón de escaleras. Todo el techo, incluso la zona de las escaleras, está lleno de incensarios colgando. También hay monjes ortodoxos tan impresionantes como el de la Iglesia del Santo Sepulcro. La «tumba» es una piedra en la que parece que se apoyó el cuerpo de la virgen. Está dentro de una estructura con otra cola de las grandes para entrar. Desde fuera se ve la piedra, hay un cristal, y sobre ella hay un montón de dólares de los turistas.

Detrás del Getsemaní hay una iglesia ortodoxa rusa, con sus cúpulas doradas. La iglesia de María Magdalena que está cerrada. Sólo abre un par de días a la semana. De todas formas seguimos subiendo el monte para tener una vista completa de la ciudad vieja.

Volvemos a entrar en la ciudad vieja por la puerta de los leones y nos dirigimos ahora al muro de las lamentaciones. Por lo que leímos ayer en internet este nombre le resulta ofensivo a algunos judíos que prefieren «muro occidental». Según la tradición es un muro del segundo templo erigido en el monte Moría. El primero de los templos fue construido por Salomón y destruido por los babilonios. El segundo fue construido por Esdras y Nehemías y destruido por los romanos, quedando en pie el muro frente al que ahora se reza. Anteriormente se levantaba allí el tabernáculo, mandado construir por el rey David y que albergaba el arca de la alianza. La tradición judía dice que dentro del monte está la piedra primigenia de la que apareció el mundo y Adán. Primero David y luego Salomón edificaron allí templos. Ahora está la mezquita con la cúpula de la roca, pero rezan esperando la reconstrucción del templo. Para los judíos el muro es el lugar accesible más sagrado del mundo, puesto que a la explanada de las mezquitas no pueden acceder.

Pensaba que estaría cerrado a esas horas. Encontramos un túnel con una señal que indica hacia el muro y entramos para saber cómo llegar mañana. Aquí hay otro control de seguridad. Por toda la ciudad se ven militares armados hasta los dientes constantemente, pero aquí hay que pasar un detector de metales y abren las mochilas para inspección ocular. Al igual que pasaba en la tumba del rey David hay un trozo de muro para hombres y otro para mujeres, más pequeño. Hay una zona para rezo y otra para mirar. Para entrar en la zona del rezo los hombres se tienen que cubrir la cabeza. Hay un montón de judíos rezando. El muro, las grietas, está lleno de papelitos con plegarias.

Buscamos la entrada al monte, para acceder a la explanada de las mezquitas mañana. Uno de los guardias del control, uno simpático que sólo lleva una pistola, nos dice donde está y que no hace falta que madruguemos tanto, que con estar a las siete de la mañana seremos los primeros. Volviendo al albergue encontramos una terraza que da al muro con una vista completa y desde la que también se ve la cúpula de la roca.

Tratamos de ir a cenar a la taberna armenia pero no aceptan tarjetas de crédito y las oficinas de cambio ya están cerradas. Sólo nos quedan 100 NIS. Mañana tendremos que pagar en la frontera (hay que pagar para que te dejen salir del país) unos 130 por cabeza y el taxi-bus hasta la frontera. En un día y medio en Israel vamos a gastar más dinero que en cinco días en Siria y eso que entrar en los templos es gratis.

Visto lo visto, unas galletas en el hostal, cuando no se puede no se puede, y a dormir. Mañana volveremos a Jordania que parece más civilizado y luego decimos que los musulmanes son muy radicales…

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12  Comentarios

  • MARIAN
    9 marzo, 2019 a las 19:47

    Hola Jaac, me ha gustado como has descrito tu viaje. Yo ahora voy a regresar nuevamente. Israel es un país increíble.
    De Jerusalén lo que menos me gusta es el negocio montado por cada una de las religiones que allí se han apropiado y repartido los lugares. Después de tanto tiempo y destrucciones es totalmente imposible saber dónde están los lugares que ellos dicen tener localizados….
    Pero sí que hay lugares reales donde no hay ni engaño ni suposiciones, como es Masada, Lago de Tiberíades, Cuevas Qumrán, bañarse en el Mar Muerto, ver el Museo del Holocausto y el increíble rollo de Isaías en el Museo del Libro ….
    Pero es una pena que personas solo vean Jerusalén como un peregrinaje para ver losas, mantos, sepulcros etc, que nos dicen ser lo que no es.
    Bueno, no sé si me he explicado bien. Que si uno quiere viajar a Israel para hacer un recorrido de lugares bíblicos, hay que ir bien documentado, informado. Dejarse guiar por la historia y lo que la arqueología verifica y no por negociantes que han hecho de la religión su modo de vida jugando con los sentimientos de los creyentes.

    Responder
    • 15 marzo, 2019 a las 11:01

      Hola Marian y bienvenida al blog 🙂
      La verdad es que nosotros solo conocemos Jerusalén… nos falta mucho Israel que visitar, aunque tenemos que decir que no está entre nuestros viajes más deseados (la experiencia no fue muy buena). Como a ti, el negocio de la ciudad tres veces santa nos saturó. Seguramente porque, al no ser religiosos, no nos metimos de lleno en el espíritu y, en cambio, nos hicimos preguntas. No entendíamos cómo era posible que se mezclara la religión más ferviente con los recuerdos más terrenales (como camisetas de jugadores de fútbol). Por no hablar de la cantidad de personas armadas que nos encontramos por todas partes. Lo que no quita que hubiera lugares increíbles que visitar. Eso sí, ninguno de los que «venden» como santos que, como dices, es imposible que estén localizados después de tiempo y guerras por mucho que te lo quieran vender.
      Tendremos que volver a Israel. Masada, por ejemplo, sí que es un lugar que tenemos muchas ganas de visitar y, sin duda, hay historia de sobra (historia real, con arqueólogos e historiadores, no con intuiciones o negocio).
      Muchas gracias por tu comentario. Nos alegra ver que hay a quien le gusta el país, pero que también se da cuenta de que el negocio de Jerusalén es excesivo y puede «estropear» el sueño de mucha gente.
      ¡Un saludo!

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  • JAAC
    17 marzo, 2011 a las 14:05

    Hola TIKI,
    Lo primero bienvenida al blog y gracias por tu (permíteme que te tutee) comentario.
    Acepto que tu opinión es completamente distinta de la mía y lo respeto. Lo que no respeto es tu manera de defenderla. Yo no he insultado a nadie, aunque tú te hayas sentido ofendida por mis comentarios. Tú nos llamas «ignorantes» a los que no disfrutamos de la ciudad y de su ambiente, en lugar de entender que no todo el mundo disfruta o le gustan las mismas cosas.
    Me gustaría que me indicaras cómo decir con otras palabras que hay «un montón de judíos rezando» y, sobre todo, en qué punto es ofensivo o ridículo. Si te parece mal que les llame judíos, supongo que también te parecería mal que les llamara israelitas o que utilizara cualquier otro calificativo. Si te parece que decir «judío» se puede considerar ridiculizar o insultar deberías considerar seriamente tu planteamiento inicial.
    Tal vez no tuviéramos los ojos «preparados» para ver la santidad de sus lugares, esos que tú calificas de «Lugares Santos Cristianos» y que lo son de muchas religiones. No creo que los judíos o los musulmanes estén de acuerdo con tu afirmación. Los teníamos preparados para ver exactamente lo que teníamos delante de los ojos, sin que nuestro cerebro se encargara de cambiar nuestras percepciones.
    Que millones de personas, según tú sin importar de qué religión sean (que dudo que cualquier budista, taoista, sintoista, animista… sienta un deseo especial de viajar a Jerusalem, sólo aquellos que profesan una de las religiones para las que la ciudad es santa, las principales bien es cierto, tienen ese deseo), quieran visitarlo no me dice nada. Igual número de millones de personas quieren visitar Nueva York, las pirámides de Egipto o las Vegas y eso no las dignifica más allá de lo que tienen. También me gustaría saber si en tu casa tienes que pasar un control de equipaje y un arco detector de metales cada vez que cambias del salón al dormitorio o a la cocina. Si es así, es evidente que te sentirás como «en casa», aunque tendrías que tener también unos destacamentos de militares con uniforme de combate, unos cuantos policías también bien armados y otros vestido de paisano pero con sus metralletas bien dispuestas.
    Lo de saber tanto jamás lo diré. Precisamente por saber tan poco es por lo que viajo, para conocer y descubrir una pequeña parte de la gran cantidad de cosas que ignoro. Aunque sí que te diré que jamás contrataré un guía espiritual en ningún sentido. Cuando se hace turismo se puede contratar a alguien que te explique lo que tienes delante: quién lo construyó, en qué momento histórico, con qué finalidad, etc. No se trata de que cada uno te cuente lo que deberías sentir frente a un muro, ni que te explique el significado que tiene dentro de una religión que no profesas y que hace que tenga un valor que tú no ves.
    Respecto a la civilización o no de la ciudad, te diré que una ciudad en la que es necesario que haya tanta seguridad, que te mantiene horas y horas en la frontera para dejarte entrar, en la que los habitantes de la ciudad antigua están constamente enfrentados, en la que los habitantes de uno de sus barrios no pueden acceder a otro (supongo que estarás informada de que los judíos no pueden acceder a la explanada de las mezquitas)… no me parece el fin de la civilización que busca convivir en paz y sin problemas. Otro ejemplo más, te diré que la llave de la Iglesia del Santo Sepulcro la tiene un musulmán porque los cristianos, tan civilizados ellos, llevan siglos peleando por el control, entre ellos y con los judíos que también consideran el lugar sagrado.

    En cualquier caso, vuelvo a agradecerte tu paso por mi blog y espero que lo disfrutes en otras ocasiones.

    Responder
  • TIKI
    17 marzo, 2011 a las 13:32

    No se quienes son los que critican la ciudad de Jerusalem, pero debo tacharlos de IGNORANTES! Si esas personas que se refieren a los lugares Santos como que hay en ellos solo «un grupo de judios rezando» o a personas que 'adoran ciertas piedras» en lus Lugares Santos Cristianos, o utilizan palabas sin sentido y ridiculas para referirse s los lugares de peregrinacion, pues no se como calificarlos! No se como hicieron su tour por la ciudad, porque no se dieron cuenta que son sus ojos los que no divisan la verdadera importancia de Jerusalem, la Ciudad Santa a la que millones de personas desean visitar, el objetivo de las personas que sin importar de que religion sean, se sienten en Jerusalem como «en casa», se relacionan espiritualmente con esta significativa ciudad, tan de D-s! Por eso senores…todo aquel que se da el lujo de ceer que sabe tanto, deberia ser mas humilde y contratar un guia espiritual o de turismo, para salir de su ignorancia!!!! y no criticar lo que no conoce!!!!Y LO PEOR…DECIR QUE NO ES CIVILIZADA!!!!
    Esperanza

    '

    Responder
  • JAAC
    14 enero, 2009 a las 00:29

    Lo es. Un «santuario» lleno de negociantes y peregrinos, preparado para hacer dinero de cualquier forma.

    Responder
  • BIRA
    13 enero, 2009 a las 12:39

    Honestamente, Jaac, no pagaría ni un duro por ver todo esto. Me parece algo así como Fátima o Lourdes, pero «a lo grande» y encima con tanto militar y tanto cuento. Buf, paso paso paso.

    Y encima por lo que cuentas, todo son colas y lo que se ve tampoco es que llame mucho la atención. Lo dicho, mi dinerito a otro sitio.

    Responder
  • JAAC
    7 enero, 2009 a las 18:09

    Yo no puedo entender cómo nadie puede quedar satisfecho con esa ciudad. Hay mucha gente que tiene eso como meta soñada, de hecho todas las personas mayores con las que he hablado dicen «qué maravilla, visitar Jerusalén»… y por mucho que les decimos que no merece la pena siguen con la misma idea, que tiene que ser maravilloso.

    Los monjes ortodoxos tienen un tamaño, no son como los franciscanos que a uno se le vienen a la cabeza cuando habla de monjes, no.

    Responder
  • Masmi
    7 enero, 2009 a las 17:51

    Si, si, radicales del todo!
    Menudo mosaico de culturas tienen ahí montado!
    Los peregrinos que conozco que han ido han venido flipados, debe ser que la pasión les ciega.
    Esos monjes parecen mas gorilas de discoteca que otra cosa 😀

    Responder
  • JAAC
    7 enero, 2009 a las 11:31

    Que sí que llevábamos pasta Estilista, lo que pasa es que no lo podíamos cambiar los euros 😛

    Responder
  • JAAC
    7 enero, 2009 a las 11:31

    Gracias por tus buenos deseos Conxa, espero que tus fiestas también hayan sido muy buenas

    Responder
  • conxa
    24 diciembre, 2008 a las 11:48

    hoy no te he podido leer con detenimiento, ya lo haré con calma.

    Que lo paseis bien en Italia, y ya nos contaras.

    Feliz Navidad!!

    Responder
  • Estilista
    24 diciembre, 2008 a las 10:21

    ¡¡Venga, hombre!! Ni se sabe los días esperando a que vayáis a comer a algún sitio decente y dejar la dieta del fuet y las galletas, y ahora resulta que no lleváis pasta.
    Menuda decepción.

    Responder