Si has visto nuestra ruta en coche por los Dolomitas y el Tirol del Sur, la provincia italiana de Bolzano, ya sabrás que uno de los objetivos de nuestro viaje era buscar pueblos con encanto. Y sí, lo conseguimos. Bueno, tenemos que admitir que fue muy fácil. Aquí te hablamos de algunos de los pueblos más bonitos de los Dolomitas y sus alrededores, no sabríamos decir cuál es nuestro favorito… ¡Viajar por Italia es lo que tiene!
Glurns o Glorenza: una joya alpina y uno de los pueblos más pequeños del Tirol del Sur
Glurns –en alemán– o Glorenza –en italiano– es uno de los pueblos más pequeños del Tirol del Sur, con sus menos de 900 habitantes. De hecho, habíamos leído que era el más pequeño, pero investigando hemos encontrado unos cuantos más… Si sientes curiosidad, el municipio más pequeño de la provincia de Bolzano es Waidbruck/Ponte Gardena, con menos de 200 habitantes.
No será el más pequeño, pero Glurns es sin duda uno de los pueblos con más encanto de la zona, con su atmósfera de otros tiempos y su muralla prácticamente intacta, la única de todo el Tirol del Sur. Trazado medieval y casas, en su mayoría, del siglo XVI, desde cuando, según nos contaron, el pueblo había quedado anclado a esa época. Y si no fuera por los coches que pueden atravesar las tres puertas que se abren en su muralla, diríamos que sí…
Glorenza es también un punto de partida ideal para visitar el resto de la Vinschgau o Val Venosta, el valle en el que se encuentra. Castillos, iglesias con frescos románicos, el lago di Resia, del que sobresale el campanario de Curon Venosta, los típicos paisajes alpinos… Sí, podría salir Heidi en cualquier momento.
Por cierto, merece la pena acercarse a la destilería Puni, la única destilería de whisky del Tirol del Sur y de toda Italia, por su arquitectura contemporánea y para conocer un poco su reciente historia. Su dueño, un enamorado del whisky escocés, sacó su primer producto al mercado en 2015. También hay que subir al mirador de la carretera SS-40 que se encuentra unos 100 metros antes de entrar en el pueblo de Tartsch (hay un parking a la izquierda) y subir hasta la iglesia –¡cuidado con las vacas¡– para ver el pueblo desde arriba.
Burgeis o Burgusio: el encanto de una pequeña pedanía menos conocida
Puede que Burgeis o Burgusio no tenga tantos “méritos” como los demás para que lo incluyamos entre uno de los pueblos más bonitos del Tirol del Sur. De hecho, nosotros llegamos ahí por casualidad, buscando alojamiento, y tiene poco más que ver que su, encantadora eso sí, plaza, la misma en la que dormimos. Pero es un ejemplo de que casi cualquier pueblo de esta zona es merecedor de una visita, aunque sea algo rápida. Por cierto, se trata de una pedanía de Mals im Vinschgau/Malles Venosta y se encuentra también en la val Venosta como Glurns.
Ese hotel, el Romantik Hotel Weisses Kreuz, es por sí solo una buena razón para quedarse en el pueblo. Arquitectura contemporánea con el ambiente cálido de las antiguas posadas de montaña y un restaurante con comida muy rica. Sí, nos quedamos a cenar, tampoco hay muchas opciones en el pueblo… Aquí puedes ver precios y disponibilidad.
Klausen o Chiusa: un pueblo anclado en el tiempo inspiración de pintores
Klausen –en alemán– o Chiusa –en italiano– es otro de esos pueblos idílicos que parecen sacados de una postal. Tiene unos 1.300 habitantes y, si lo visitas entre semana y no en temporada alta, como nosotros –no sabemos cómo será en pleno agosto–, te encontrarás esa atmósfera de pequeño pueblo que parece sacada de una película: niños jugando al fútbol, señores mayores charlando y “arreglando el mundo”, familias comprando en los pequeños comercios…
También tiene murallas, aunque no totalmente intactas como las de Glorenza y, como no, callejuelas con sus características casonas antiguas. Eso sí, si en Glorenza son casi todas blancas, aquí son de colores, como en la mayoría de pueblos tiroleses. Las fachadas con sus puntas triangulares, sus almenas y los boínders –los balcones cubiertos de ventanas o vidrieras– que sobresalen de ellas, los carteles de tabernas y tiendas de artesanía en hierro forjado… ¿Puede haber un pueblo tirolés más ideal?
Tan ideal es el pueblo que aquí, a finales del siglo XIX, los pintores románticos venían a buscar inspiración para sus obras reviviendo el “sueño medieval”. De ahí el apelativo de “pequeña ciudad de los artistas”.
Klausen se encuentra en otro valle, la val d’Isarco, que también merece la pena explorar, según nos comentaron, si tienes más tiempo que nosotros.
Villnöß o Funes y las postales más típicas de los Dolomitas
Villnöß o Funes es el lugar al que tienes que ir si buscas la postal perfecta de los Dolomitas. En esta localidad, en plena val di Funes –¡sí, otro valle más!– tendrás algunas de las mejores vistas de las famosas montañas.
El pueblo incluye diferentes pedanías que se extienden a lo largo del valle. En todas tendrás vistas de los Dolomitas, pero lo mejor queda para el final… En la pedanía más oriental, Santa Maddalena/St. Magdalena. Ahí los paisajes tras la iglesia de Santa Madgalena y la iglesia de San Juan en Ranui son insuperables.
Jesesien o San Genesio Atesino: entre Alpes y Dolomitas y al lado de Bolzano
Jenesien, San Genesio Atesino, nos sorprendió tanto que le hemos dedicado un artículo completo. Ahí definíamos el pueblo ideal entre los Alpes y los Dolomitas.
El amanecer con vista a los Dolomitas desde nuestro hotel de montaña, el Landgasthof zum Hirschen, un paseo por el idílico Altiplano del Salto, los caballos rubios Haflinger, la típica merienda tirolesa con vista a los Alpes… ¡todo a 9 minutos de Bolzano en teleférico! Seguro que si entras a ver nuestro artículo sobre San Genesio, estarás de acuerdo…
Sterzing o Vipiteno: el pueblo tirolés a las puertas de Austria
En Sterzing o Vipiteno casi no quedan restos de la muralla medieval que llegó a proteger el casco histórico, pero la planta de éste último sí que se ha conservado casi intacta desde que, en el siglo XIII, la localidad consiguió el rango de villa.
Lo más característico del pueblo es su “torre cívica”, llamada “torre de las doce”. Divide la ciudad en dos partes: la Ciudad Vieja y la Ciudad Nueva, y, cuando había muralla, servía de puerta de entrada al casco histórico.
Sterzing tiene forma alargada y tanto la Ciudad Vieja como la Ciudad Nueva se desarrollan alrededor de la Reichstrasse, la calle principal de la ciudad donde encontrarás, como siempre, coloridos edificios con sus almenas y sus boínders tan característicos.
Vipiteno fue nuestra última visita antes de volver a Austria. Se encuentra en la alta val d’Isarco, en el norte del valle donde ya habíamos visitado Klausen, y a un cuarto de hora en coche del Brennero, la frontera entre Italia y Austria y la conexión más importante entre Alemania e Italia. En pocas palabras: es un pueblo tirolés que quiere mantener su encanto y en el que casi no escucharás hablar italiano, pero al mismo tiempo es la entrada a Italia de alemanes o austriacos. Aquí nos encontramos con más pizzerias y sitios de comida típica italiana que en cualquier otro pueblo… los negocios mandan, está claro. Eso sí, nosotros comimos típico tirolés: sigue siendo un pueblo y sólo hay que buscar un poco más.
En Vipiteno nos quedamos a dormir en el Steindl’s B&B, un pequeño hotel/B&B de diseño muy bonito y con un personal muy simpático. El dueño se ofreció hasta a llevarnos a la parada de autobús en su coche porque estaba cayendo la tormenta del siglo…
Meran o Merano y Brixen o Bressanone: las pequeñas ciudades con encanto a las puertas de los Dolomitas
No sólo los pueblos tienen encanto en el Tirol del Sur, las ciudades también parecen tener alma de pueblo. Pasa incluso con la capital, Bolzano o Bozen, donde la atmósfera del centro histórico y las vistas a los Alpes hacen que no te sientas en ningún momento en una ciudad de más de de 500.000 habitantes.
Pues eso es todavía más cierto en Merano o Meran y Brixen o Bressanone, la tercera y cuarta ciudad del Alto Adigio, con unos 40.000 y unos 20.000 habitantes respectivamente. OK, no son pequeños pueblos perdidos en medio de la montaña, pero no puedes dejar de visitarlas. Seguirán acompañándote las casitas de colores y unos cuidadísimos centros históricos y, además, disfrutarás de un poco más de ambiente.
Pueblos tiroleses y pequeñas ciudades rodeados de paisajes de vértigo… ¡Bienvenido a las puertas de los Dolomitas!
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