El mercado de Otavalo, el más grande y, en muchos aspectos, el mejor de Sudamérica, no podía no entrar en los planes de nuestro #LatTrip. Después de sorprendernos con las poco conocidas pero maravillosas podas ornamentales del cementerio de Tulcán, llegaba el momento de visitar una de las atracciones turísticas más conocidas de Ecuador. Y es que viajar a Ecuador sin visitar el mercado de Otavalo no es lo mismo. Aún así, no ha perdido su encanto y es todo menos un evento para turistas. Los protagonistas, afortunadamente, siguen siendo los locales que acuden aquí cada sábado para vender o comprar animales, ropa, comida… manteniendo viva esta estupenda tradición. Los turistas, maravillados por el bullicio, los olores, los colores, la vestimenta de las otavaleñas… siguen casi perdidos entre la marea de locales, aunque desde luego destacan, y mucho, sobre todo cuando llegan en grupo.
Imbabura es una de las provincias de Ecuador en las que la cultura indígena es más arraigada. La etnia indígena Kichwa Otavalo dio nombre a la ciudad y sus costumbres y tradiciones siguen muy fuertes. El kichwa es hablado por un porcentaje de población mucho mayor que la media del país y el traje tradicional es muy utilizado, sobre todo por las mujeres. La vestimenta típica de las otavaleñas es preciosa y los mercados son una ocasión perfecta para poderla apreciar en todas sus variantes.
Los mercados de Otavalo: artesanía, comida y feria del ganado
Hay tres mercados en la ciudad: el de artesanía, el de comida y la feria del ganado. Los primeros dos están todos los días, aunque el sábado invaden las calles cercanas y son mucho más concurridos, mientras que la feria del ganado tiene lugar sólo los sábados.
Lo mejor es ir pronto, sobre las 7 de la mañana, al mercado de los animales, que se encuentra pasado el estadio y cruzando la Panaméricana. Es espectacular ver como llegan desde grandes ganaderos con decenas y decenas de animales, hasta pequeños campesinos a vender su vaca, su cerdo, o sus pocas gallinas. A veces las negociaciones se hacen sin ni siquiera parar de caminar. Los muchos puestos de comida que rodean el mercado están siempre llenos y hay vendedores ambulantes que ofrecen desde dentífricos hasta peines al lado de quienes vende sus gallinas.
Después de pasear por la feria del ganado se puede ir hacia el centro, llegando hasta el mercado de comida, llamado Mercado 24 de Mayo, entre las calles Modesto Jaramillo y García Moreno. Allí os esperan frutas, verduras, panes, carnes de todo tipo y, como no, los platos preparados que veréis degustar a gran cantidad de locales.
El mercado diario de artesanía, llamado Mercado Centenario, tiene su centro en la Plaza de los Ponchos, es el más turístico. Aquí, aparte de artesanías locales y de todo Ecuador, hay probablemente cosas hechas en China y que, en cualquier caso, poco tienen que ver con la tradición. Pero sigue habiendo también piezas muy bonitas de artesanía local: desde sombreros a instrumentos musicales andinos, pasando por telas tejidas a mano, mantas, joyas… El paraíso para los adictos a las compras. Aquí no es necesario llegar muy pronto, de hecho hasta las 9-10 sigue habiendo vendedores montando sus puestos.
Alrededores de Otavalo: artesanía y naturaleza
Otavalo no es sólo sus mercados. Es una ciudad rodeada por naturaleza y por pueblos indígenas con grandes tradiciones, entre ellas las que están ligadas a diferentes tipos de artesanía. Hay bastantes agencias que ofrecen tours guiados, pero visitar los alrededores de Otavalo por cuenta propia es fácil, rápido (las distancias son cortas) y barato en transporte público.
Peguche
Llegar a Peguche, un pueblo indígena casi pegado a Otavalo, cuesta 0,25 US$ –un taxi también es muy barato, alrededor de 2US$–. Y allí, en la plaza principal, os esperará el señor José María Cotacachi en su taller. Podéis admirar como teje de la forma tradicional sus estupendas piezas: tapices de lana, mantas de alpaca, ponchos… Verdaderas obras de arte, con diseños basados en temas de culturas prehispánicas como la Inca, la Valdivia o la Nasca.
Desde la plaza llegaréis fácilmente al cercano Taller de Instrumentos Andinos Nañda Mañachi, donde José Luís Pichamba os enseñará todos los tipos de instrumentos andinos que él y su familia fabrican a mano y de la forma tradicional. Cuando hay grupos grandes, os hará también una demostración tocando alguno de ellos.
Saliendo de la plaza pero yendo hacia el lado opuesto, se llega a la Cascada de Peguche, rodeada de un bonito parque. Todo está cerca y podéis visitarlo en un par de horas como mucho, aunque quedarse a pasar el día en el parque, si se tiene tiempo, es muy buena opción.
Laguna de San Pablo y el Lechero
Desde Otavalo también hay autobuses muy frecuentes e igual de baratos ( 0,25 US$) a la Laguna de San Pablo y, desde allí, se puede ir a pie –aunque es todo cuesta arriba y se tarda casi una hora– hasta El Lechero, un árbol sagrado para los indígenas locales, desde donde se puede admirar la laguna. Laguna que tuvo que ser espectacular en su día pero ahora está casi completamente rodeada de edificios así que ha perdido buena parte de su encanto, aunque al fondo se siga admirando el volcán Imbabura. Eso sí, la mayoría de días está cubierto de nubes, como cuando fuimos nosotros…
Cotacachi y Laguna de Cuicocha
Otra excursión típica desde Otavalo es la que lleva hasta el pueblo de Cotacachi y la Laguna de Cuicocha. El pueblo de Cotacachi en si no merece mucho la visita: no hay gran cosa que ver. Todo cambia si estáis interesados en comprar artesanías en cuero: hay prendas y accesorios realmente estupendos, desde diseños más tradicionales a muy modernos, a precios bastante buenos. A nosotros nos quedaban muchos meses de viaje, si no una cazadora habría caído…
Desde Cotacachi –o desde la más cercana Quiroga– se puede llegar al Parque Nacional Cotacachi Cayapas para ver la Laguna de Cuicocha, con los dos característicos islotes que sobresalen de sus aguas. Se trata de un antiguo volcán que implosionó y la erupción creó los dos islotes. Se puede rodear en un trekking que os llevará hasta los 3.500 msnm –hay 3.100 en la base– y, cuando hay buena visibilidad, se puede ver otro volcán: el Cotacachi. Si el tiempo no es muy bueno, o sea que no hay buena visibilidad, o no queréis hacer el trekking, los 8 US$ que cuesta llegar hasta ahí desde Cotacachi o Quiroga –en este caso no hay transporte público, pero si no os quedáis mucho el taxista no os cobra la vuelta– no valen mucho la pena en nuestra opinión.
Donde dormir en Otavalo: relax y descanso en la Casa Mojanda
De camino a otra laguna, la de Mojanda, se encuentra un sitio muy especial donde tuvimos la suerte de dormir y de dejar que el tiempo pasara sin prisas: la Casa Mojanda. Su completísima biblioteca, su salón de juegos y de video con cantidad de películas, su granja con todo tipo de animales –incluidos caballos en los que se puede salir a pasear– y la naturaleza que la rodea invitan a quedarse más de lo previsto. Hay hasta guía incluido en la habitación: la perrita de la casa, que os acompañará, por un sendero que ya conoce perfectamente, hasta la Cascada de Taxopamba.
La hostería tiene también un huerto ecológico y de allí salen muchos de los ingredientes de las deliciosas cenas y desayunos incluidos en el coste de la habitación. Sólo por ellos ya merecería la pena ir. Además, la dueña de la casa tiene la costumbre de cenar con sus huéspedes, dando vida a unas interesantes charlas que os permitirán conocer la intensa vida que la ha llevado a muchos lugares del mundo –es estadounidense– y, por qué no, practicar inglés.
Otra atracción de Otavalo más que un simple hotel.