Viernes, 24/06/2011 (3)
Esperemos que los dueños de este hotel no sean veganos. Si lo son, confiamos en que no hayan entrado a limpiar la habitación, porque si encuentran el cementerio nos van a cobrar un suplemento o directamente a maldecirnos (no sé qué será peor).
Es hora de desayunar, que está incluido. La velocidad de la cocina del hotel es como la del resto de restaurantes, pero aquí sólo tienen que hacer unos huevos revueltos y otros fritos. Los hemos pedido así porque consideramos que es lo más rápido de preparar. Tanto tardan que, mientras esperamos, subo a la habitación para ir desmontando la mosquitera y recogiendo lo que pueda. Ella va a recepción a preguntarles cómo llegar a la estación. Le dicen que nos llaman un tuctuc. Estará en la puerta a las 10.20. Son las 9.40 y todavía esperamos el desayuno.
Sara sube a buscarme y nos comemos el desayuno y el malarone, hoy con comida de verdad. La leche está hirviendo y no hay manera de beberla. Es ahora Sara la que sube para recoger su parte.
A las 10.15 ya está el tuctuc en la puerta y nosotros pagando. No han debido ver el cementerio porque no hay suplemento por mortandad.
Comienza la aventura en la estación. Tenemos que conseguir un billete para salir de aquí en el tren de las once. La teoría de hacer cola delante de una ventanilla para comprar el billete no está trabajada del todo aquí. Tan poco está que han tenido que poner barandillas que obligan a la gente a colocarse en un amago de fila, aunque dos o tres juntos en cada momento. El mayor problema es la cantidad de gente que está intentando lo mismo que nosotros y que no les molesta colarse ni luchar, a codazos si hace falta, por un hueco, además de que no llevan una mochila en la espalda.
La solución está en el sexismo. Tienen una fila para hombres y otra para mujeres. No hay ninguna mujer tratando de comprar un billete así que Sara es la primera. En cuando se pone le hacen caso por delante de todos los hombres. Ya tenemos nuestros dos billetes de Second General. Nos han vuelto a decir que no hay tren a Fatehpur Sikri. Ellos sabrán… Lo hemos comprado para Agra.
Nos cambian el andén mientras esperamos. Carreras por el puente entre la gente porque lo cambian un par de minutos antes de las once. Cuando llegamos al nuevo andén avisan del retraso. Un retraso que va creciendo cada cinco minutos y que nos recuerda al primer día en Jodhpur. A los veinte minutos llega el tren. Las vacas campan a sus anchas por la estación y hay un par de ellas metidas en la vía. El tren pita y una de ellas se asusta y sale corriendo como una vaca loca. Nunca había visto a una vaca correr tan rápido y tan descoordinadamente. La otra ignora al tren y los que están esperando tienen que ponerse a dar palmadas y gritar hasta que consiguen que cambie de vía.
En los andenes hay letreros luminosos que indican la categoría del vagón que parará en esa posición. Los dos de Second General están al principio del tren. Cuando paran vemos que la gente ya está sentada en las escaleras. Se ponen de pie y al vernos intentar entrar uno nos dice que nos hemos equivocado, que eso es Second General. Lo sabemos y bien que nos pesa, pero no hay otra opción.
Entramos como podemos. No hay sitio ni para darse la vuelta. Menos aún para quitarse las mochilas. La gente está sentada en las tres literas (la de en medio también está montada), en el suelo, en las escaleras… Es imposible hacer el viaje aquí, son más de cuatro horas hasta Agra.
Salimos, andando hacia atrás, y nos montamos en el vagón de al lado. Nos colamos en un AC3 Tier. No pretendemos colarnos sin más, estamos dispuestos a pagar lo que nos pidan (incluso más de lo que cueste el billete) porque es imposible que viajemos en la categoría de nuestro billete. Al ver que estamos perdidos mirando en todas las literas uno nos pregunta por nuestro asiento para ayudarnos. Nos ha visto perdidos. Le contamos que no tenemos billete. El nuestro es de Second General pero ahí no hay manera de entrar. El tipo nos dice que busquemos al revisor y se lo contemos para que nos busque un sitio. No nos parece mala idea, sólo hay que saber dónde está. Según él en el siguiente coche o en el siguiente o en el siguiente… vamos, que está en el tren, porque éste es el primer vagón «útil» después del Second General.
Dos vagones después, todavía en zona de aire acondicionado, encontramos al revisor. Nuestro ángel de la guarda nos ha seguido y nos dice que si el revisor no nos encuentra un sitio, a su lado hay y podemos quedarnos. El revisor debe estar acostumbrado a estas peticiones porque nos pregunta, sin sorpresa ninguna, si queremos sitio en Sleeper o en AC3 Tier. En realidad nos da lo mismo, donde haya sitio nos va bien. Llevamos con las mochilas desde antes de que llegara el tren y con tanto paseo ya sólo queremos pararnos y descargar. Aquí hace casi frío, como en todas partes con aire acondicionado en este país, pero ya veníamos sudados de fuera.
Nos dice que en el vagón S7, en Sleeper, los asientos uno y dos están libres. Perfecto. Le damos las gracias y nos vamos hacia allí. Hay uno que se ofrece a ser nuestro guía. Éste no es ángel de la guarda, se nota que lo que quiere es sacar una propina por decirnos donde están nuestros asientos. Vas listo compañero, ya quitaron los acomodadores de los cines y somos capaces de encontrarlos solos.
Con los ventiladores en el techo no se está mal. Hemos llegado a este pueblo en Sleeper y en Sleeper nos vamos.
En el tren no hacen más que pasar vendedores. Desde agua hasta refrescos y comida. Lo de la comida es para nota. Llega un tipo con un cubo de fregar el suelo dividido en dos. En un lado lleva kilos y kilos de cebolla picada, con un olor horrible, y en el otro otras verduras que ya pican sólo con olerlas. Cuando alguien le pide una ración coge un papel de periódico, lo lleva alrededor del cubo, hace una especie de cucurucho y lo llena de cebolla y de las otras verduras. Lo agita para mezclarlo y le pone más especias y una lima cortada. La gente exprime la lima sobre la mezcla y lo come con las manos. Se le quitan a uno las ganas de volver a comer en la vida.
El suelo está lleno de restos de esta comida y de zapatos. Todos se los quitan al entrar y van descalzos por allí. ¿Qué clase de defensas tiene esta gente?
No ha pasado el revisor en ningún momento. Suponíamos que recorrería el tren pidiendo billetes y que, cuando llegara, nos pediría la diferencia entre el precio de nuestro billete y el coste de nuestro asiento. Hemos pagado 50 rupias, menos de un euro por un trayecto de cuatro horas y media, por cada billete desde Sawai Madhopur hasta Agra en Second General y donde estamos el coste es como poco el doble.