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Ópera de Viena (II)

Como todo edificio que se convierte en un clásico con el paso de los años, el edificio de la ópera de Viena también cosechó críticas durante su construcción. Dicha construcción se prolongó desde 1861 hasta 1869. No era tan grande como el palacio Heinrichshof que estaba al lado (destruido durante la Segunda Guerra Mundial) y recordaba al desastre militar de 1866 porque poco después del comienzo de la construcción se elevó un metro el nivel de la calle, con lo que el edificio parecía hundido.

La Segunda Guerra Mundial con sus bombardeos y posteriores incendios provocaron grandes daños en el edificio. Se reconstruyó, añadiéndole 2.200 plazas más, reabriéndose en noviembre de 1955.

Durante el recorrido por el interior (algún problema que otro para escribir Español) nos comentaron que se montaban óperas con hasta tres decorados. El primero en la parte del escenario visible. El segundo detrás, un mecanismo baja el primer decorado y mueven el segundo desde la parte trasera. Y el tercero a la derecha del primero. Con la reconstrucción añadieron energía eléctrica, antes se iluminaba únicamente con velas, y en una representación gastan electricidad como una ciudad de 3.000 habitantes.

El edificio de la ópera no puede almacenar todo el vestuario y fue necesario alquilar otro cerca. Para cada obra se va con camiones a recoger el vestuario necesario. Más de 700.000 vestidos forman parte del almacén de la Ópera de Viena.

En la parte de arriba cuentan con un salón para los entreactos con bar de lo más moderno, decorado con mosaicos cubistas.

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