Después de recorrer las tiendas de diseño danesas nos fuimos a comer. El destino fue Van Puffelen (Prinsengracht 377). Allí comimos a base de raciones y sopas. Croquetas, queso empanado, un sandwich…
Después nos fuimos al norte de la ciudad a una isla con una arquitectura de lo más curiosa. El asunto es que hacía un frío terrible y en la isla más humedad.
Volvimos a la ciudad. En una de las plazas centrales tenían montada una pista de hielo.
Y después a cenar. Antes de ir al hotel pasamos por el restaurante (Piet de Leeuw, Noorderstraat 11) para comprobar si hacía falta reservar. La camarera nos miró con cara de sorpresa y nos dijo que sin problemas.
En el hotel volvimos a dar una vuelta por la planta baja cámara en mano.
Cuando llegamos a las diez de la noche nos dimos cuenta de por qué. Allí no había más que dos o tres mesas ocupadas y sitio de sobra.