Lunes, 07/09/2.009
El vuelo se hace más largo de lo previsto. No consigo dormirme y acabo viendo las dos películas que ponen: El compromiso y Noche en el museo 2. Pese a lo malas que son las dos no me entra el sueño. Varios paseos a la cola del avión para beber más agua hasta caer dormido. Todo el tiempo entre saltos, que parece que seguimos en el parque de atracciones con tanto movimiento.
El asistente de vuelo es el que me despierta para darme el desayuno. Con lo que me ha costado dormir ya puede ser bueno lo que me vayas a dar. No lo es tanto, pero tampoco está mal.
Aterrizamos en hora, a las seis y media. Entre el control de pasaportes, la llegada a la terminal desde la satélite de Barajas y la recogida de Symbios nos dan las siete y pico. Cogemos un taxi en la puerta hasta casa.
Cambiarnos, que aquí hace más calor y sin parar al trabajo.
Por cierto, al mes y medio Carmela volvió a dar señales de vida por correo electrónico para decirnos que todavía no había recibido el pago del viaje… Sorprendente.