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Perú (XIV), camino del Valle Sagrado

Lunes 04/05/2009 (1)

Nos levantamos con la duda de si aparecerá finalmente Alfonso o nos dejará tirados. Tomamos el desayuno antes de las ocho, nos lavamos los dientes, cerramos los Symbios y bajamos. Se quedarán aquí, hay un pequeño cuarto debajo de la escalera.
Sólo queda esperar que llegue. Mala señal ha sido que el de recepción nos ha preguntado nada más vernos si conseguimos contactar con él ayer. Eso significa que él no lo ha conseguido esta mañana, o puede que ni lo haya intentado.

8:25. 8:30. 8:35… volvemos a llamarle al móvil y no hay manera de que lo coja. De nuevo en la oficina nos acaban atendiendo, aunque se quejan de que no se oye y nos dicen que estará a punto de llegar. 8:40. Alfonso pasa por delante para dar la vuelta al coche. Mientras hemos intentado llamarle a su casa un par de veces desde el hostal sin éxito.

Nos pide perdón por la tardanza, pero que todo está bien. El bus sale a las 9:00 y estamos a tiempo. Nos comenta que le llamaron ayer noche para confirmar los horarios y que estaba todo mal. Que ha tenido que pasar por la oficina esta mañana para demostrarle a la chica que había escrito el tren a las 8:30 pm y no por la mañana. Al decirle que si ayer le llamaron fue porque primero llamamos nosotros no acaba de darse por enterado, pero se lo dejamos claro: si nosotros no llamamos para confirmar el horario nadie se habría dado cuenta de que todo estaba mal. Nos vuelve a pedir perdón. Con perdones no se arregla todo, hemos tenido suerte, pero las cosas no se hacen así. Lo de que el domingo está todo cerrado en Cuzco no se lo hemos dicho, ni que la famosa misa en latín de las seis de la mañana no era tal.

El problema es que no tenemos nuestros billetes de tren para Aguas Calientes. Nos asegura que o bien él o bien un colega suyo estará en la estación de tren de Ollantaytambo a las 17:30 para dárnoslos, que no nos preocupemos, que él no es ningún borracho y se preocupa por la gente. Sobre el boleto turístico nos dice que lo compraremos en el primer sitio y que al tener el autobús para Puno el mismo miércoles no podremos hacer el city tour, que cojamos el parcial, de un sólo día y que cuesta la mitad (70 soles en lugar de 130 que cuesta el completo). Vale, pues eso haremos.

En el autobús se presenta nuestra guía, Karen. Eso de grupos pequeños de 8-10 personas que nos vendió tampoco cuela, es un autobús mediano completo, unos 20-25. Hay gente de todas las partes del mundo: Argentina, USA, Australia, del mismo Perú y, por supuesto, de España e Italia, sólo nosotros, pero representación ya hay. Nos explica las cosas que vamos a visitar y la primera parada será un mercado muy cerca de Pisac, seguiremos en Pisac, comeremos en Urubamba, después Ollantaytambo, para acabar en Chinchero. Los que cojamos el tren para Aguas Calientes nos quedamos en Ollantaytambo. Mal empezamos, Alfonso incluyó en nuestro recorrido los cuatro sitios arqueológicos de los alrededores de Cuzco y aquí no están. Al comentárselo a Karen nos informa de que ese es el city tour y que el que hacemos nosotros es el del Valle Sagrado. Habrá que comentarle un par de cosas más a Alfonso cuando recojamos los billetes de tren.

Por el camino pasamos frente a Sacsayhuamán y nos cuenta que en época inca el nombre de Cuzco era Qosco, que significa el “ombligo del mundo”, y que Sacsayhuamán era cabeza de puma. Según parece la ciudad de Cuzco tenía forma de Puma, siendo la plaza de Armas su estómago.

El mercadillo no es más que una tienda local típica a la que te llevan en todos los recorridos guiados, los amigos de la organización. No estamos seguros de que hayan conseguido vender nada, pero la guía nos ha justificado la parada diciendo que es el último baño hasta el restaurante, que no encontraremos más en el Valle Sagrado y que por eso se para ahí.

Nos explica curiosidades sobre las casas de la zona, tienen los techos de paja como los antiguos incas y las figuras de dos toros y una cruza para demostrar que son católicos, pero siguen tradiciones incas. También vemos palos con bolsas de colores delante de algunas casas. Más tarde nos explica el significado de cada color: una bolsa o un plástico amarillo indican que en esa casa se vende chicha la bebida sagrada; el azul que es una pequeña tienda, azúcar, sal, etc.; y el verde significa, según Karen, que mi marido está fuera de la ciudad y estoy sola en casa.

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Comentarios

  • JAAC
    10 junio, 2009 a las 09:07

    Estamos casi seguros que lo del verde era más una broma para animar al personal que otra cosa… porque como tú bien dices Conxa, si todo el mundo sabe el significado del verde… no habría nadie que le dijera al marido a la vuelta que había una bolsa verde en su puerta 😉

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  • conxa
    9 junio, 2009 a las 15:59

    joerrrr con el Alfonso menuda pieza!!!

    Que gracia lo de los colores, auque si todo el mundo sabia el significado de poner la bolsa verde…..

    Responder