Las ciudades amuralladas tienen un aire especial. Esa antigüedad que muestran las murallas construidas para defender de los ataques exteriores y, con suerte, las callejuelas y los edificios medievales del interior hacen que las visitas te transporten en el tiempo.
De las mejor conservadas, a pesar de lo que ha sufrido en su historia reciente, es Dubrovnik, la llamada perla del Adriático, tanto es así que la ciudad y sus murallas, forman parte del patrimonio de la Humanidad. La mejor manera de disfrutar de ella es haciendo el camino de ronda, el camino que recorre toda su muralla de casi dos kilómetros de longitud, sintiéndose como uno de los soldados que la han protegido durante siglos desde esas garitas. La muralla de Dubrovnik que se conserva en la actualidad se construyó en el siglo XII, aunque hay datos que hablan de ellas ya en el siglo VIII, de madera. No había un enemigo definido y se erigieron tanto para defenderse de los enemigos de Oriente como de Occidente.
La muralla de Dubrovnik se construyó con las piedras que llevaban sus visitantes
Se trata de una doble muralla, la parte interior, o hacia tierra, y la exterior, marítima. La interior tienen entre cuatro y seis metros de grosor y, en algunos puntos, nos permiten disfrutar de las vistas de la ciudad desde una altura de 25 metros, mientras que la exterior tiene un grosor de entre uno y cinco metros. Puertas y fuertes se encuentran a lo largo de las dos mostrando los puntos que más protección necesitaban en el momento de su construcción. Era obligatorio para todos los que viajaban a la ciudad croata llevar una piedra que se usaba para construir la muralla.
El paseo requiere de unas dos horas, merece la pena tomárselo con calma para poder disfrutarlo. Todas las guías de viaje dejan bien claro que si el día es soleado el calor que se puede pasar obliga a llevar agua y crema solar. Recomiendan también hacerlo a primera hora de la mañana. Nosotros pasamos por allí en abril y lo hicimos por la tarde. A lo largo del camino hay varios puntos cubiertos, los fuertes y más de un bar/tienda en el que poder comprar bebida para refrescarnos.
El camino de ronda de Dubrovnik
El camino de ronda te permite ver la ciudad en toda su magnitud, la ciudad antigua obviamente. En el momento en que nosotros estuvimos, 2006, era fácil apreciar los estragos de los bombardeos. Los tejados restaurados eran perfectamente reconocibles entre los más antiguos con un color más apagado.
Independientemente de las huellas de la guerra y de otras calamidades sufridas por la ciudad, se trata de una ciudad llena de vida. Es fácil ver a los niños jugando al fútbol con porterías pintadas en los muros de la catedral o de la misma muralla. Los más crecidos tienen otras formas de disfrutar de la muralla y de sus vistas: el Buza Bar, acoplado al exterior de la muralla es posible disfrutar desde sus mesas, cubiertas por blancas sombrillas, de impresionantes puestas de Sol.
La calle principal de la ciudad amurallada de Dubrovnik, la Placa, no sólo no pierde un ápice de su belleza desde el camino de ronda, si no que se muestra en toda su magnitud.
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