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Museo de Historia Natural, Nueva York (XV)

Jueves 01/01/2009 (y 2)

Madison visitado.

Mi estómago se ha recuperado y nos vamos a por el brunch de Elephant & Castle. Allí yo me cojo un tazón de chocolate y dos huevos fritos con hash brown (patatas cortadas muy finas y con mantequilla que se hacen a la plancha a modo de tortilla) y salchichas. Sara un zumo de naranja y huevos con crema de espinacas, tomate y hash brown, también. Todo muy rico y ya estamos otra vez casi rodando. De todas formas no las tengo yo todas conmigo sobre cómo va a responder mi estómago después de este segundo “atentado” en tan poco tiempo.

Desde allí vamos al Museo de Historia Natural. Es el único, junto con el Guggemhein que abre hoy. Tiene su propia estación de metro, la 81st st. Pero como casi todas es bastante grande y tiene varias salidas. Los carteles no aclaran mucho, porque pone que todas son la salida al museo. Y es cierto, pero porque hay como dos museos. El principal y un edificio anexo dedicado al espacio exterior. Había posibilidades de acertar y más de fallar. Nosotros fallamos y salimos en el edificio del espacio. De todas formas se supone que sigue siendo el museo, o al menos eso pone en la entrada.

Nada más entrar hay una fila de vigilantes de seguridad que inspeccionan todas las mochilas. Tienes que abrirlas antes de llegar a su altura y ellos las miran con una pequeña linterna. Un cartel indica que las taquillas están en la parte baja a la izquierda y que, a la derecha, está el mostrador de recogida de entradas y de información. Como no tenemos entradas que recoger vamos a la taquilla. La cola, como siempre, es muy larga para colocarse ahí sin estar seguros de que es ahí donde tenemos que ponernos, así que sacamos los City Pass y vamos a preguntarle a uno. Es increíble la cantidad de gente que hay en los museos (también en el Empire y en el Rockefeller) con la única misión de “dirigir” el tráfico de turistas y tratar de ayudar. Cuando ve que nos acercamos a él con el City Pass no nos deja ni preguntar, nos dice que es en la planta de arriba, nada más entrar a mano derecha. Pues podían poner un cartel un poco más grande.

Aquí también hay cola, pero pequeña. Cuando estamos casi llegando vemos que tienen un cartel ínfimo que pone que es ahí donde se canjean los City Pass por entradas, pero en cuanto hay cuatro personas en la cola no se ve. Tenemos nuestras dudas sobre si desde aquí podremos entrar al museo propiamente dicho. Sara le pregunta a la “simpática” cajera pero no le deja nada claro. De nuevo los camareros con su propina asegurada son muy amables y el resto de trabajadores de cara al público bastante bordes. Cuando llega nuestro turno canjeamos el City Pass y nos dan para el Planetario a las 15:00. Nos señala cómo llegar al edificio principal, “cuando las paredes sean marrones”, no tendremos que salir. Ya son las 14:·30. Justo delante de nosotros se ha colado una vieja saltándose la cola por toda la cara, la señora está muy mayor, pero el que la acompaña (que debe ser su nieto) bien podría haber hecho la cola mientras ella esperaba sentada en algún sitio.

Aprovechamos los veinte minutos que tenemos, hay que estar en el planetario diez antes de que empiece, para ver cómo llegar al museo. La zona del espacio nos puede interesar por el planetario, pero hemos venido a ver el otro museo que ya tiene bastante que ver y que cierra a las 17:45. El Museo de Historia Natural sirvió como escenario para la película «Noche en el museo» y aquí están todas las reproducciones de animales, esqueletos, monumentos, etc. que aparecen en la película. La sala que vemos es la de mamíferos de América del norte. Es un museo curioso. Es casi como una exposición de maquetas (a tamaño natural, los animales en su mayoría disecados) en un pequeño espacio de su habitat con una pintura detrás que simula la profundidad de la escena. Vemos los osos negros y los grizzlies, un montón de cabras, perros de las praderas, etc. Y cada animal está en su vitrina.

El documental del planetario trata sobre «Colisiones espaciales». El narrador del documental es Robert Redford, y cuenta desde el origen de la luna: la colisión de un meteorito contra la Tierra, hasta un modelo de colisión de la Via Láctea con Andrómeda, que según los astrónomos acabará ocurriendo dentro de una cantidad exagerada de miles de años. La verdad es que las predicciones de los astrónomos (sin quitarles mérito y con todo mi respeto a sus años de estudio) son de las más cómodas de las predicciones de las ciencias. Puedes afirmar casi lo que quieras, que como será dentro de miles de años, sino millones, no estarás para que nadie te quite la razón si finalmente no sucede. Tener que estar concentrado para entender a este hombre y la oscuridad, unido a lo cómodo que es el asiento hace que me despiste… y cuando me despisto, me duermo. No me he dormido del todo, pero me he quedado bastante traspuesto.

Al salir volvemos al museo propiamente dicho. En la planta que se comunica con la zona del espacio tienen un gran árbol de navidad decorado con origamis (figuras de papel) de los animales y objetos que hay en el museo. El museo es como una gran tienda llena de escaparates, y en los escaparates hay escenas.

A media hora del final “corremos” para ver los dinosaurios y los mamíferos antiguos (mamuts). También hemos visto fauna americana, asiática y africana. Culturas de los cinco continentes, la sala del océnao, con una reproducción a tamaño natural de una ballena azul colgando del techo,…. y por último los reptiles. Acaban casi por echarnos del museo. A nosotros y a un montón de gente más.



En el tren sí que hay cola en esta ocasión: Todo el mundo ha salido del museo a la vez. Vamos al albergue a por el trípode para hacer la foto del puente de Brooklyn desde Brooklyn con Manhattan de fondo.

Esta vez el cruce en metro ha sido subterráneo, como la vuelta de ayer. Frío terrible a pesar de habernos puesto las mallas. Localizado el muelle para la foto, aunque no es la típica. Cany se queda sin batería, no he sacado la mochila completa y no tengo la de repuesto. Nikki también se queda sin batería… habrá que volver otro día.

Parados en Jay St. Station, los únicos en toda la parada y el andén.

Desde ahí nos vamos a Katz, el mejor pastrami de Nueva York. Escenario del momento más “caliente” de “Cuando Harry encontró a Sally”. Delicioso de nuevo, la cantida de pastrami que ponen entre dos rebanas de pan de molde es una obra de ingeniería. Además del sandwich de pastrami nos pedimos otro de carne de ternera cocida. También muy rico. Esta vez un poco caro, aunque viendo las cantidades, 14,95$ cada uno, tasas aparte (como siempre). Al lado nuestro se sientan dos italianas que se han pedido un perrito caliente cada una, ¿venir hasta aquí para pedir un perrito? Una de ellas le dice a la otra que es que no tiene hambre como para comerse una hamburguesa como nosotros… ¿hamburguesa?

Mañana intentaremos comprar las entradas para el partido de los Knicks. Y después ir a los outlets en Secaucus.

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Comentarios

  • JAAC
    19 febrero, 2009 a las 10:00

    Bien, veo que la frase del blog es correcta 🙂 «Navega, que te llevo» Me alegro de que estés disfrutando del viaje Conxa 🙂A mí es que el tema fruta y verdura no me llama nada, pero nada, la atención. A Sara sí que le gustan, pero si le dan a elegir entre cualquier plato de verdura y un chuletón ya te digo yo qué le gusta más jajajaja

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  • JAAC
    19 febrero, 2009 a las 10:00

    Sí Anselmo, son unos 19 creo que leí y están por muchas ciudades, pero creo en Nueva York en particular no hay… en el caso de que haya no es uno de los importantes de la familia Smithsonian. Habría demasiados mega-museos por acre… los estadounidenses y su manía de usar < HREF="http://hayqueapuntarlo.blogspot.com/2008/04/sistema-mtrico-decimal.html" REL="nofollow">unidades de medida<> raras.

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  • JAAC
    19 febrero, 2009 a las 09:56

    Es que era un pelín aburrido Masmi, de todas formas no llegué a dormirme del todo, ya sabes, como esas veces que estas en un curso tostón y se te van cerrando los ojos, pero siempre te queda el piloto automático por si acaso… :-pFijo que en Madrid hay buenos brunch también, lo que pasa es que teniendo la casa y la nevera… lo de salir a media mañana después de la fiesta :-OLa ballena era un punto, pero todo el museo era más que curioso. La película de «Noche en el museo» es mala con avaricia, pero para ver el museo puede merecer la pena aguantar un rato a Ben Stiller 🙂

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  • conxa
    18 febrero, 2009 a las 17:58

    Qué pasada de museo!!!menuda vuelta nos estamos dando por NY desde casa.Por lo que veo, todo lo que a ti no te gustan las verduras a SAra le encantan eh???

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  • 18 febrero, 2009 a las 13:28

    Pensaba que los Smithsonians eran varios y repartidos por todo EEUU.Es que hoy solo he desayunado yogurth

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  • Masmi
    18 febrero, 2009 a las 11:18

    Pedazo de brunch!!! Ayer leí la información de los brunch en el club Blue Note 😀Que te dormiste? No me lo puedo creer! jajajajaMe ha flipado la ballena colgada del techo, guau!

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  • JAAC
    18 febrero, 2009 a las 10:10

    El museo es una pasada. Aunque resulta un poco «macabro» si te paras a pensar en que está lleno de animales disecados… bueno, como todos.El Smithsonian, con la forense Bones trabajando ;-), está en Washington.Y eso que son sólo las diez :-O

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  • 18 febrero, 2009 a las 09:57

    Joder que maravilla de museo. ¿allí no hay Smithsonian?¿porqué me sigo fijando en esas salchichas con tan buena pinta?

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