Nuestro último día en Berlín lo dedicamos al zoo. El símbolo de la ciudad de Berlín es el oso y la ciudad se había volcado con Knut, una cría de oso polar nacido en el zoo. Cuando nosotros llegamos ya estaba más crecidito pero seguía siendo la estrella indiscutible. De hecho, tiene una aparición de una hora por la mañana y otra por la tarde (no sé si esto habrá cambiado, ya ha pasado un año).
De todas formas, como en todo zoo que se precie, hay muchos más animales:
Nos acercamos a la zona de los felinos a la hora de comer. También vimos comer al oso panda.
La verdad es que vistas las fotos después de Tanzania está claro que no es lo mismo, en absoluto. Que ese brillo en los ojos de los animales cuando están libres no se ve en los zoológicos.
A la salida nos acercamos a la zona contra-cultural de Berlín, las casas okupadas.
Y por supuesto a la tienda Ampelmann. Allí compramos la alfombrilla del ratón y una camiseta para mi sobrino. Se encuentra en un patio dentro de una especie de urbanización con patios conectados llenos de tiendas de nuevas tendencias, restaurantes, etc.
Vista desde fuera de una de las sinagogas de Berlín, estaba cerrada.
El último día nos dimos un homenaje cenando en un restaurante alsaciano estupendo del que salimos rodando por no demasiado dinero. Los días anteriores habíamos comido en casa, nuestra estancia en Berlín fue en un apartamento alquilado – gracias a Masmi por orientarnos – en el que estábamos como en casa, de hecho era más grande que nuestra casa.
Como siempre, para los despistados que no hayan visto las entradas anteriores, el diario completo aquí.
Y seguimos en nuestra siguiente parada: San Petersburgo.