Y después de los vinos y siguiendo con lluvia, el domingo nos fuimos a visitar los Monasterios de Yuso y Suso, en San Millán de la Cogolla, La Rioja. Estos monasterios son patrimonio de la humanidad (UNESCO) y en ellos aparecieron los primeros textos escritos en español y euskera.
Allí nos contaron que toda iglesia cristiana que se precie de estar bien construida tiene que tener el altar orientado a Roma. La iglesia del de Yuso (el de abajo) está orientada directamente al este, hay una vidriera circular y un círculo en la reja del coro que están alineados y el sol pasa por ambos en los equinoccios al atardecer (esto contradice un poco la teoría, porque la orientación debería ser un poco sur-este, pero bueno). La de Suso cambió varias veces de orientación. La original estaba dentro de la cueva del eremita San Millán correctamente orientada, posteriormente se construyó el monasterio mozárabe (s.X), aprovechando la cueva, y el altar se orientó al norte, la llegada de los benedictinos amplió el monasterio y lo reorganizó para tener el altar bien orientado.
En Yuso, también benedictino en algunos momentos, ahora agustino, se conservan los libros de canto de los monjes. La colección completa de 29 volúmenes con todas las liturgias del año. Estos libros están escritos en pergamino (de piel de cordero) a mano, aunque son del siglo XVIII. La numeración de las páginas se hacía por folio, de manera que cada folio tiene un recto y un vuelto – verso y anverso – que es donde se encuentra el número y la otra cara. Además cada pergamino tiene una cara blanca y una amarillenta, la blanca era la parte de la piel del cordero que estaba hacia afuera con la lana, mientras que la amarillenta es la cara interior de la piel – el tono amarillento lo da la grasa.
Panorámica de Suso
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