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El viaje sin fin

Empezar unas vacaciones con la idea de que hay que coger cuatro aviones para llegar al destino no parece la mejor manera. Habrá quien piense que eso significa que el destino es lejano, desconocido, atrayente… Otros pensarán en la cantidad de horas que se «escaparán» entre aterrizajes y despegues, escalas y aeropuertos, y los propios vuelos… Nosotros ni lo pensamos. Es más, ni siquiera sabíamos exactamente cuántas horas iban a ser necesarias para llegar desde Madrid hasta Cairns. Sólo conseguiríamos agobiarnos pensando en «¿cuánto falta?» o «¿falta mucho?» al más puro estilo Bart Simpson. De hecho, ni cogimos el reloj. Era mejor pasar las siguientes horas en la ignorancia.

Salir de Madrid a las 17.25 de un viernes y volver a pisar tierra firme –no en formato aeropuerto– a las 11.30 de la mañana del domingo descoloca al más pintado, pero si la mayor parte de esas horas las pasas durmiendo como un bendito en el avión –bueno, en los aviones– la cosa mejora mucho. Que no quita que, nada más reservar las excursiones y transportes para los primeros días después de comparar precios en varias agencias, nos fuéramos a la cama para una siesta que no sabíamos si era a media mañana o a media tarde. Se puede decir que, hasta hace un rato, no hemos estado seguros de la hora que era ni en Cairns: el móvil decía una cosa y el ordenador otra. Ha ganado el reloj de la recepción del Caravella 149 y, por extensión, el móvil.

Londres Heathrow

Las primeras tres horas hasta Londres no fueron mal, a pesar de que la facturación en Barajas fue un suplicio con sólo tres mostradores abiertos para todos los vuelos. Heathrow me impactó: qué cantidad de gente puede llegar a haber en un aeropuerto esperando que salga su vuelo. Nos recordó, de lejos, al de Qatar, que también es un gran hub –punto de escala–. Las siguientes doce horas las pasamos durmiendo camino de Singapur. Allí tuvimos que bajar del avión con todo nuestro equipaje de mano mientras lo limpiaban para el resto del viaje. La T4 de Barajas será muy bonita y muy moderna, pero cosas tan sencillas como los baños de Changi (Singapur) la dejan a la altura del betún. Todavía nos quedaban casi siete horas para llegar a Sidney. Aquí sabíamos que tendríamos que recoger a los Symbios porque no pudimos facturarlos hasta Cairns al tratarse de dos vuelos diferentes aunque del mismo grupo. Después nos enteramos de que todos los pasajeros que llegan a Sidney y no tienen un vuelo internacional a continuación, tienen que recoger sus equipajes y volver a facturarlos. Más de 30 horas y tres despegues después volvíamos a ver a los Symbios… durante los cinco minutos que duró la facturación para el último vuelo del día. Cuando se llega al país de destino ya se piensa que los vuelos serán cortos. No en Australia. De Sidney a Cairns son tres horas -aunque una se recupera por la diferencia horaria-. Ya estábamos en tierra y sin intención de volver a coger un avión hasta un par de semanas después.

Singapur Aeropuerto Changi

No podemos contar mucho de Australia porque sólo hemos estado unas horas y con los ojos un poco perdidos, pero hay cosas que son ciertas aunque parezcan sorprendentes. Habíamos oído más de una vez contar que bastante gente en Australia iba descalza por la calle. Sí, descalza por la acera, por el asfalto, por el carril bici y por las zonas verdes. Cuando te lo cuentan te puede parecer una exageración o directamente un bulo: alguien ha oído que uno conoció a una persona que había vivido con uno que había visto a un tipo andando descalzo por la playa de Sydney… y que llegó a la conclusión de que los australianos están locos y caminan descalzos por la calle. Bueno, pues no. Ya no hay intermediarios. Lo hemos visto con nuestros propios ojos: no son mayoría, ni muchos, más bien muy pocos, pero los hay: gente que va descalza por la calle y que pisan la acera, el asfalto, la tierra… y lo que pillen con la planta desnuda de sus pies.

Australia Avión Sobrevolar
Otra cosa que desde ya podemos confirmar: no se estresan. ¡Y es genial! Se nota que su ritmo de vida, al menos en Cairns que no es una ciudad muy grande, es tranquilo. Casi se podría decir que parece que están de vacaciones en sus puestos de trabajo. Todos están encantados de haberte conocido, lástima que –otra cosa que ya confirmamos también con rotundidad– hablan muy raro. No es fácil entenderles porque a lo de hablar raro le unen el hacerlo muy rápido. Una contradicción ¿no? Parecen muy relajados pero luego hablan como si no tuvieran un segundo que perder.

Curiosos estos australianos…

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Comentarios

  • Seren
    16 octubre, 2012 a las 00:16

    a disfrutarlo!! con lo que ha costado llegar xD
    Y nosotr@s a leeros :))

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    • 17 octubre, 2012 a las 12:15

      ¡Muchas gracias! esperamos que os entretenga, por lo menos, lo que escribamos 🙂

      Responder
  • Alegria
    15 octubre, 2012 a las 13:14

    A mí se me hacen eternos los viajes de avión, así que en el vuestro me subiría por las paredes! Jajajaja. Muy curiosos los australianos, seguro que tienen muchas más peculiaridades, tengo ganas de que nos las sigáis contando.

    Un saludo! 😉

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    • 17 octubre, 2012 a las 12:14

      Como los tres primeros los pasamos casi todo el tiempo durmiendo la cosa no fue mal… lo que pasa es que ya no teníamos sueño al final! jajaja
      ¡Muchas! desde la manera en que te avisan de que tu comida está lista, hasta el uniforme del conductor del autobús que parece un boyscout venido a más 😉

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  • 15 octubre, 2012 a las 12:32

    Madre mía, qué aventura solo llegar.
    Ahora seguro que todo lo de allí, tendrá mejor sabor.. :)-

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    • 17 octubre, 2012 a las 12:13

      Es que cuando uno se va a la otra parte del mundo… pues tiene que coger ¡cuatro aviones! -bueno, en realidad tres, que dos vuelos fueron en el mismo 😉 – y mira que nosotros huimos de los viajes con escala por aquello de que no se despisten las mochilas…
      En eso estamos: saboreando 🙂

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