La visita a la ópera de Sídney: Australia en un edificio

No cabe duda, es pensar en Australia y –además de la imagen de un canguro y de un koala– aparece en tu cabeza el edificio de la ópera de Sídney. Tanto es así que se trata del destino turístico número uno del país: no puede faltar en ningún itinerario de viaje por Australia y, por supuesto, es uno de esos lugares que tienes que ver en Sídney aunque tengas muy poco tiempo.

Pocos edificios son tan reconocibles en todo el mundo como la Sydney Opera House con sus “gajos”. ¿Te has parado a pensar que llevas viéndolo toda la vida? Yo recuerdo verlo en la portada de un libro ilustrado de grandes construcciones cuando era niño y pensar que el futuro debía ser así. Hasta que lo abrí y comprobé que el futuro era pasado: esa maravilla tan futurista se había empezado a construir en 1959.

¿Cómo se llegó a levantar un edificio que, más de 60 años después de su diseño, sigue sorprendiendo por su modernidad? Fue una conjunción de circunstancias y personajes lo que propició su construcción… y fue esa construcción la que estuvo a punto de acabar con las carreras de todos ellos.

El edificio de la ópera de Sídney

Hoy en día son muchos los edificios con formas completamente alejadas de la clásica línea vertical. Paredes inclinadas, abombadas, onduladas… abundan en las grandes ciudades. Pero cuando se levantó el edificio de la ópera de Sídney, a mediados del siglo XX, el efecto fue casi tan brutal como el de admirar la primera catedral gótica. Aquello que sólo había sido una idea tachada de imposible se podía llevar a la práctica.

Al igual que pasó décadas después con el Museo Guggenheim de Bilbao, el edificio de la ópera puso a Sídney en el mapa. Poco importaba que fuera una sala de conciertos, habría podido ser el edificio de un museo o una cárcel. Eran su diseño rompedor y su posición sobre la bahía los que componían esa imagen que se exportaba al resto del mundo.

A pesar de eso, no fue hasta 34 años después de su finalización, en 2007, cuando fue incluido en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

Jørn Utzon, el arquitecto visionario

El arquitecto visionario que diseñó el que se convertiría en símbolo de todo el país fue Jørn Utzon. Por el nombre ya parece que muy australiano no era. Efectivamente, era danés. Junto con arquitectos de otros 31 países, se presentó al concurso internacional promovido por el estado de Nueva Gales del Sur.

A pesar de la semejanza de las conchas, cáscaras o bóvedas del edificio de la ópera de Sídney con los gajos de una naranja, no está claro que se basara en ellos. Sí que hay quien dice que la idea se le ocurrió al pelar una naranja y abrir sus gajos. Nada parecido se había diseñado –menos aún construido– hasta ese momento. Obviamente, ganó el concurso, pero lo que menos gente sabe es que nunca vio su edificio acabado… y no porque muriera antes de finalizarlo.

Decía que la construcción estuvo a punto de acabar con todos los personajes involucrados. Pues bien, su arquitecto fue uno de los primeros damnificados. Las tensiones creadas a lo largo del proceso llegaron al límite en 1966 –ocho años después del inicio de las obras– y Utzon presentó su dimisión, abandonó Australia y nunca más volvió. Para poner las cosas en contexto, la estimación inicial era que toda la obra requeriría un total de tres años de trabajo… y ya iban ocho. Finalmente acabaron siendo dieciséis años y los siete millones de dólares se convirtieron en ciento dos.

La historia de la construcción de la Opera House de Sídney

En la década de 1940, Eugene Goossens, director del conservatorio de música de Sídney, comenzó a reclamar un edificio adecuado para las grandes producciones de teatro de la ciudad. Con la ayuda del gobierno del estado de Nueva Gales del Sur, se convocó el concurso internacional en 1955.

En diciembre de 1958 comenzaron las obras –ésas que, según el proyecto inicial, iban a durar tres años–, aunque, según la placa conmemorativa, fue en marzo de 1959. A pesar de lo “simple” del diseño, las complicaciones de llevar al mundo real esas formas hicieron que los tiempos –y el presupuesto– se fuera dilatando. Hay que tener en cuenta que, en aquella época, el diseño no era más que un boceto que tenía que ser “completado” por los ingenieros… y fueron éstos los que dijeron que era imposible llevarlo a la práctica.

Claramente al final sí que se pudo levantar, pero los retrasos y los aumentos de presupuesto fueron enormes. Con el cambio de gobierno del estado en 1965, las relaciones se tensaron hasta el punto de que Utzon abandonó el proyecto un año después.

Aún así, las obras continuaron. En ese momento quedaban por terminar los interiores. Una vez que se despidió/dimitó Utzon, se llevaron a cabo cambios en su proyecto original. Finalmente, siete años después de que Peter Hall se hiciera cargo del proyecto, se finalizó el edificio de la ópera de Sídney. Era 1973 y la maravilla futurista ya estaba en pie y acogía su primer concierto.

Curiosidades de la Opera House de Sídney

Semejante maravilla arquitectónica no podía estar exenta de unas cuantas curiosidades. Por si la historia de su construcción –y el hecho de que su arquitecto nunca la viera terminada– no fuera suficiente, aquí dejamos otras cuantas anécdotas de esas que pueden dar lugar a una conversación en la barra de cualquier bar de Sídney.

• El lugar en el que se construyó la Opera House de Sídney, Bennelong Point, es sagrado para los Gadigal, los aborígenes locales. Por si fuera poco, fue aquí donde se celebró el primer concierto de la ciudad en 1791 a cargo de un aborigen de nombre Bennelong, del que más tarde tomó el nombre esta parte de la bahía. Antes de que la música se hiciera con Bennelong Point, se construyó un castillo, Fort Macquarie, y, más tarde, fueron los tranvías los que tomaron su lugar.
• Jørn Utzon jamás había estado en Sídney, ni en toda Australia, hasta que ganó el concurso dotado con 5.000 libras de premio.
• Para sufragar los costes de la obra, el estado de Nueva Gales del Sur lanzó una lotería. Los australianos pueden decir que el edificio es suyo literalmente.
• La Reina Isabel II inauguró el edificio en 1973, aunque ya se había dado un “concierto”. En 1960 Paul Robeson cantó “Ol’ Man River” a los obreros. Aquel día, los asientos fueron andamios.

• Más de ocho millones de personas visitan cada año el edificio. Más de 2.000 espectáculos tienen lugar en la Opera House al año –en realidad, en 363 días, cierra dos días al año–, con más de 1,5 millones de público.
• Uno de esos espectáculos fue el último Mister Olimpia que ganó Arnold Schwarzenegger en 1980.
• 1.056.000 tejas de cerámica blanca brillante y crema cubren los gajos del edificio. Fabricados por una empresa sueca, están diseñados para que se limpien solos. Para mantener la uniformidad, los azulejos que se estropean son reparados y reutilizados. En 2015 cayeron sólo 40 azulejos… ¡aprende Calatrava!

Información para visitar la ópera de Sydney: horarios, entradas…

Es posible visitar el edificio de la ópera de Sydney con tours guiados de dos tipos: el “clásico” y el “backstage tour”.

Es posible realizar el tour “clásico” en español los martes, jueves y viernes –excepto Navidad y Viernes Santo– a las 15:00. Durante la visita de una hora de duración se suben unos 300 escalones, pero hay un tour especial para personas con movilidad reducida. El precio es 40 $, aunque por internet hay descuentos. Es posible incluir cena en la visita.

Toda la información, y las reservas, está disponible en su página web.

Un icono de la arquitectura contemporánea que no defrauda nunca.