Cuzco, originalmente Qosqo en quechua y actualmente Cusco, ha conseguido hacerse un hueco en el turismo por sí mismo, a pesar de ser la entrada obligada a Machu Picchu. Eso demuestra que la ciudad colonial –y sus restos incas y pre-incaicos– guarda muchos tesoros. ¿Cómo si no iba a conseguir retener a todos los turistas ansiosos de llegar a una de las nuevas siete maravillas del mundo? Iglesias católicas, templos incas, construcciones coloniales y restos indígenas aderezados con museos y tradiciones que muestran, una vez más, el sincretismo que surgió en Sudamérica con la llegada de la nueva religión: esto es la ciudad de Cuzco. Mucho que ver, que entender, que hacer, que descubrir en un viaje a la capital del antiguo imperio inca.
Comer poquito, beber muchito y dormir solito. Éste será el primer consejo que recibas cuando llegues a la ciudad de Cuzco en Perú, y es que sus casi 3.400 metros sobre el nivel del mar pueden sentar mal a más de uno. Es el famoso soroche o mal de altura. Nosotros no lo sufrimos, y eso que llegamos en avión después de pasar un día en Lima al nivel del mar, pero ya sabes, más vale prevenir que curar, así que: comer poquito, beber muchito y dormir solito.
La ciudad de Cuzco, el ombligo del mundo
¿Sabías que nuestro planeta está lleno de ombligos? La frase “creerse el ombligo del mundo” está bien traída. Además de Cuzco y su plaza de Armas, hay un ombligo del mundo en la Isla de Pascua y el Uluru también lo era para el pueblo aborigen de los anangu. En este caso se debe a que, en teoría, Cuzco tenía la forma de un puma en el que Sacsayhuamán era la cabeza, la actual plaza de Armas el vientre y el Qoricancha los testículos del animal.
La piedra de los doce ángulos, en la calle Hatun Rumiyoc
Puede que hayas visto muchas imágenes de construcciones de estilo imperial inca, pero, si todavía no has visto una pared de cerca, la piedra de los doce ángulos te sorprenderá. Para alguien que ha jugado muchas –y cuando digo muchas digo MUCHAS– partidas de Tetris es como la pieza perfecta para conseguir acabar un nivel. Plana, totalmente lisa, con ángulos perfectos que encajan con las demás piedras a su alrededor. Es la perfección en un estilo de construcción que se basaba en eso: en encajar las piedras para que se mantuvieran firmes. Nada más y nada menos.
La Hatun Rumiyoc es una estrecha calle peatonal que parece un muestrario de piedras talladas de forma perfecta, pero sabrás que has llegado a la más famosa cuando veas el tapón de personas que se forma frente a ella.
La plaza de Armas el principal lugar de interés de Cuzco
Los conquistadores se encontraron, a su llegada, con una enorme plaza en el centro de la ciudad. Si la actual plaza de Armas te parece grande, piensa que la inca tenía el doble de tamaño. Hoy en día es “fácil” hacerse una idea desde alguno de los miradores de la ciudad: cuando localices la plaza de Armas, busca la cercana plaza del Regocijo, hasta allí llegaba la original.
Los palacios incas originales –de Pachacútec, de Huayna Cápac y de Viracocha Inca– dieron paso a las construcciones coloniales –entre ellas, la catedral de Cuzco y la iglesia de la Compañía de Jesús que no hay que dejar de visitar– que utilizaron sus cimientos. Hoy en día casi todos los edificios de la plaza son restaurantes, agencias de viajes o tiendas de recuerdos… En cualquier caso no hay que dejar de acercarse a su parque central y a la fuente, ¿qué os parece un ombligo del que mana agua?
La Catedral de Cuzco
La catedral de Cuzco se alza sobre los antiguos cimientos del Suntur Wuasi, el palacio del inca Wiracocha. Además del edificio principal, el templo del triunfo y el de la Sagrada Familia, situados a sus lados, también forman parte de la catedral.
Desde un cuadro de la última cena en la que la comida es cuy y la bebida chicha, hasta otros en los que la Virgen es representada como una mezcla entre mujer y montaña –la pachamama o madre tierra– o los soldados romanos de la crucifixión visten con las armaduras del ejército de Pizarro. Es el estilo de la escuela cuzqueña, presente en todas las obras de la catedral: una forma de explicar la religión a un pueblo con otras creencias muy arraigadas.
El museo inca
Ya hablamos de que Perú es mucho más que la cultura inca, que sólo gobernó durante unos cien años. Pero en Cuzco la cosa cambia. Aquí fue donde se fundó la dinastía incaica, allá por el siglo XIII, mucho antes de convertirse en un imperio. Cuzco es Inca por los cuatro costados: el mejor lugar para la existencia del Museo Inka del Cusco, en su nombre oficial.
En una antigua casona colonial, la casa del Almirante, se exhiben piezas de épocas pre-incaicas –de las culturas mochica, chimú, nazca…– y elementos incas –ropas, alimentos, tumbas…–. Sin olvidar la “joya de la corona”, una parte dedicada a Machu Picchu, su descubrimiento y su recuperación. Cuando lo visitamos no había mucha información en paneles o carteles y era aconsejable contratar un guía para hacer la visita. Allí, entre otras cosas, nos contaron que hay muchas dudas sobre el origen de las prendas de vestir que hoy asociamos al Perú, desde los ponchos a los sombreros con orejeras y borlas pasando por las polleras, es posible que todo llegara desde Europa o fueran los europeos los que lo inventaran al llegar.
Horario: Abre todos los días del año, de 8 a 18 de lunes a viernes y de 9 a 16 sábados y festivos.
Precio: La entrada cuesta 10 soles para extranjeros y 5 para peruanos. No incluye guía.
Qoricancha, el templo inca de Cuzco, y el convento de Santo Domingo
Al Qoricancha es conocido como Templo del Sol, pero su nombre quechua significa, literalmente, cercado dorado o de oro: había una banda de oro que recorría la parte alta de los muros. En cualquier caso, en su interior se hallaban templos dedicados a la Luna, a las estrellas y, por supuesto, al Sol. No se puede visitar Cuzco sin acercarse al Qoricancha, aunque no te esperes encontrar un templo inca…
A la llegada de los conquistadores, los muros del templo fueron cubiertos con yeso, se saquearon algunas piedras para la construcción de la catedral y, sobre el antiguo templo, se construyó el convento de Santo Domingo que ocultaba por completo la construcción inca. Así habría seguido la cosa si no hubiera sido porque un terremoto a mediados del siglo XX acabó con el yeso en parte de los muros dejando a la vista la arquitectura casi perfecta inca.
El barrio de San Blas
Uno de los lugares más característicos de Cuzco es el barrio de San Blas. Ubicado en una colina a espaldas de la catedral es la cápsula del tiempo, colonial, de la ciudad. Calles empedradas, casonas encaladas… y muchas cuestas. Tomatelo con calma.
Gastronomía cuzqueña, el cuy
No sólo se trata de qué ver en Cuzco, también se trata de qué hacer, por ejemplo comer en la antigua ciudad inca. El maíz –choclo– y la patata –papa– son los reyes de la gastronomía, pero son muchos los platos típicos de la ciudad. En las cartas de los restaurantes verás nombres tan curiosos como timpo, chuño cola, kapche, chicharrón con mote, humitas… pero, sin duda, el que más te llamará la atención es el cuy.
Antes de que preguntes, porque seguro que lo has leído o visto en algún sitio. Sí. El cuy es lo que en España se conoce como cobaya o conejillo de Indias. Así es la vida, también hay niños que tienen como mascota un conejo y luego bien que se echa en los guisos. Eso sí, tengo que decir que a mí, particularmente, no me gustó demasiado. Creo que también tuvo mucho que ver el lugar en el que lo comimos, la preparación, que era nuestro primer día en Cuzco… Dale una oportunidad y nos cuentas, o cuentanos si ya lo has probado.
Información práctica: cómo llegar y cómo moverse
Para volar a Cuzco desde España hay que pasar necesariamente por Lima. Pero puedes comprar un billete con escala para llegar a la antigua capital inca. Eso sí, ten en cuenta el cambio de altura que supone llegar en avión, más aún desde la costera Lima. Aquí puedes ver los horarios y precios de los vuelos a Cuzco.
Desde el aeropuerto a la ciudad de Cuzco llegamos de la mano de uno de los jaladores que tratan de vender los tours a Machu Picchu y al Valle Sagrado de los incas, pero también hay combis –los pequeños minibuses peruanos– que hacen el trayecto. Una vez en la ciudad, a pesar de sus 19 iglesias, es fácil moverse a pie, recordando que hay que evitar los esfuerzos los primeros días –caminar poquito–.
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