Que Italia está llena de maravillas lo sabemos todos, pero no todas están en sus circuitos clásicos a pesar de que muchos lo crean. Cuántas veces hemos oído eso de “yo he recorrido Italia entera: Milán, Venecia, Roma, Florencia, Pisa y Pompeya”, como si no hubiera nada más que ver o como si pasar un par de días entre autobús y autobús fuera suficiente para ver –pero ver «de verdad”– cualquiera de esas ciudades. Más allá de esos circuitos, hay más maravillas que se esconden. No sólo a los ojos de los turistas, sino a los de los propios italianos. Una de esas maravillas es la villa imperial de Pésaro, en las Marcas, que tuvimos la fortuna de visitar.
No sólo está en manos privadas, sino que parece que molestan los turistas. Tanto que sólo se puede visitar los miércoles por la tarde en verano de junio a septiembre y únicamente con reserva. Sí, ése es todo el horario de apertura al público y abre porque así consigue subvención del gobierno al ser “museo” –la condición es que al menos un día a la semana se abra al público–.
Villa imperial de Pésaro
Antes de llegar a la actualidad, pensaréis que fue propiedad de algún emperador por aquello de «villa imperial». Pues resulta que no. La “imperialidad” de la villa se debe a que fue el emperador Federico III el que puso su primera piedra cuando pasó por Pésaro. Alessandro Sforza, el verdadero dueño, le invitó a ver el lugar en el que iba a construir la casa de la familia Sforza allá por 1452.
Diecisiete años más tarde acabaron las obras del primero de los dos edificios con los que cuenta la villa. El segundo, que nunca se llegó a terminar, no llegaría hasta casi un siglo después de la mano de otra familia –los Sforza ya habían perdido su poder–: los duques Della Rovere.
Llegar a la Villa Imperial de Pésaro
La entrada a la Villa Imperial –12 €–, que se compra en la oficina de turismo de Pésaro, incluye el autobús que lleva desde la propia oficina a la villa en mitad de la campagna marchigiana, en el parque natural del Colle San Bartolo.
El edificio del siglo XV de la familia Sforza gira entorno al patio principal con su pozo. Es una construcción sobria. Nada que ver con lo que hizo la familia Della Rovere cuando, al construir el otro edificio, restauró éste y pintó sus paredes con frescos.
Los frescos de la Villa Imperial de Pésaro
Ocho salas con frescos en sus paredes y techos pintados por un grupo de quince artistas entre 1530 y 1532 coordinados por Gerolamo Genga. En su momento incluso las puertas estuvieron cubiertas con frescos, aunque a día de hoy sólo dos los mantienen. ¿Lo más curioso? Sólo hay una referencia a la religión entre todos estos frescos: la representación de la Fe, la Esperanza y la Caridad. El resto son motivos mitológicos o exaltaciones de la grandeza del duque y su familia.
Otra curiosidad más es que fue aquí donde se pintaron por primera vez frutas y verduras provenientes del nuevo mundo. Cólon había llegado a América, aunque él no lo sabía, treinta años antes de la construcción de este edificio de la villa. De aquí sacó la inspiración Rafael, que era de la cercana Urbino, para los frescos del edificio romano de la Farnesina.
La Villa Imperial de Pésaro de la familia Della Rovere
En el edificio construido por los Della Rovere priman los espacios abiertos y los miradores. También hay un patio, que se usó como teatro, y en él un jardín en altura seleccionado entre los diez más bonitos de Italia en 2012.
Desde su azotea se puede observar una vista completa de toda la villa, con el jardín y sus 170 hectáreas de terreno cultivado, y de la ciudad de Pésaro al fondo, por la que bien merece la pena el esfuerzo de subir los escalones.
Decadencia de la Villa Imperial de Pésaro
A mediados del siglo XVII, con el final del ducado de Urbino, la Villa Imperial de Pésaro pasó a los Medici, la última Della Rovere se casó con uno de ellos. Tras la caída en desgracia de los jesuitas en España y Portugal, algunos se refugiaron en la villa y casi la arruinaron al eliminar parte de la decoración, construir sus celdas y oratorios, etc.
En el siglo XVIII se llevó a cabo la primera de las restauraciones pero tras los daños sufridos en la Segunda Guerra Mundial –por fortuna no en la zona de los frescos– tuvo que restaurarse de nuevo.
Hoy en día se encuentra en manos de la familia Castelbarco Albani que la muestra durante cuatro meses al año una vez por semana y sin la posibilidad de hacer fotografías –parece que les molesta que la gente sepa lo que hay dentro y quieran venir a verlo–.
Más información: página web de la Villa Imperial de Pésaro y turismo de Pésaro.
Después de esto, ¿vas a volver a decir que has visto Italia entera?
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