A pesar de que la CIA piense que la frontera entre Portugal y España a la altura del pueblo de Olivenza es tan peligrosa como la franja de Gaza –está considerada por la agencia como zona de conflicto–, las relaciones entre los dos países son tan buenas que se ha creado el primer parque internacional en Europa de gestión conjunta: el Parque Natural Tajo Internacional. Son 20 los municipios que lo forman, once en España y nueve en Portugal, y abarcan la zona fronteriza alrededor del río Tajo.
Visto así, nuestra visita tenía que cruzar la frontera y en más de una ocasión. La verdad es que era la señal de nuestros móviles la que cruzaba de un país a otro constantemente: tened cuidado con esa “itinerancia de datos” cuando paséis por la zona que la visita puede saliros más cara de lo previsto al final del ciclo de facturación.
Idanha-a-Nova
Idanha-a-Nova es uno de esos nueve municipios portugueses que forman el lado luso del Parque Natural Tajo Internacional. Nunca me había planteado cómo sería la división administrativa del país vecino, pero es bastante compleja. Idanha-a-Nova cuenta con menos de 15.000 habitantes –aunque el dato es antiguo– divididos en 13 freguesías, lo que vendrían a ser pedanías. Todas forman parte del parque, pero la que visitamos nosotros fue Monsanto.
Monsanto
Para empezar, hay que decir que Monsanto es conocido como el pueblo más portugués de Portugal, signifique eso lo que signifique, desde 1938. En lo alto de la torre del Lucano, o del reloj, hay un gallo de plata que lo conmemora.
Si en Alcántara nos habíamos encontrado con una ciudad fortificada por las continuas luchas fronterizas, al otro lado de la frontera, Monsanto era su contrapartida. Mientras los caballeros de la orden de Alcántara eran dueños y señores de la ciudad extremeña, en Monsanto mandaban los caballeros de la orden del Temple, los templarios, primero y los de la orden de Santiago después, cuando los templarios cayeron en desgracia.
Granito en Monsanto
Monsanto no parece una ciudad construida, parece haber crecido del granito. De hecho, muchas casas están dentro de gigantescas rocas de granito vaciado. Paseas por un camino de piedra, rodeado de casas de piedra cubiertas de ese musgo grisáceo y verde tan especial. Si lo complementas con un día cubierto y lluvioso como el que nos tocó a nosotros, cualquiera diría que está en las tierras altas de Escocia en lugar de a poca distancia de Extremadura –cuánto daño ha hecho esa imagen de Extremadura seca y dorada…–.
Como sucede en España, no encontraréis mucha juventud recorriendo esas calles. Las fronteras humanas no nos diferencian tanto y las comodidades de las grandes ciudades son demasiado atractivas a ambos lados. Pero seguro que encontráis a algún simpático anciano portugués que os hará de guía. Pensad que nosotros llevábamos un guía y, aún así, un monsantino era el que iba marcándonos el camino.
El nombre de Monsanto ya deja claro que no se trata de una ciudad plana y, siendo fronteriza, encontramos el castillo en el punto más alto.
Castillo de Monsanto
Jamás conquistado, el castillo de Monsanto controla los alrededores desde sus 758 metros sobre el nivel del mar. En un día propicio –el nuestro no lo era, primero por una neblina que ocultaba la vista y después por una tormenta– nos dijeron que se puede llegar a ver España. Fueron los templarios los que levantaron la fortaleza en plena reconquista para defender la zona por un lado del reino de León y por otro de los musulmanes, y vaya que lo hicieron bien.
Ahora no es mucho lo que queda del castillo aparte de su muralla que casi se puede recorrer entera por el camino de ronda. Un aljibe, una capilla… las construcciones de piedra se han conservado. Fuera de la muralla, pero muy cerca, se encuentra la capilla templaria de San Pedro de Vira-Corça, la segunda capilla más antigua de Portugal.
Gastronomía, comer en Monsanto
La gastronomía es parte fundamental de la iniciativa Tajo Internacional y no hay que perder la ocasión de probar la portuguesa. Una buena opción para hacerlo es la Adega Típica O Cruzeiro, la comida es típica pero el lugar es una moderna construcción con una vista impresionante desde sus ventanales. Allí disfrutamos del plato por excelencia de la cocina portuguesa: el bacalao. Primero en formato pasteis y después brasa y horno. Sin olvidar un delicioso arroz de galo, arroz de gallo, con su cresta y todo.
Y atentos a los postres: la tigelada, las papas de carolo, a base de maíz, y el pudim de leite, se me hace la boca agua sólo de recordarlos…
La visita a Monsanto formó parte del recorrido por el parque natural Tajo Internacional de la mano de Extremadura Turismo. Muchas gracias a Malévolo por ayudarnos a conseguir las fotos que ilustran esta entrada.