Se podría pensar que 33 km de costa no pueden dar para mucho, pero nada más alejado de la verdad. Playas –eso sí, muy pequeñas–, grutas sólo accesibles en barco y, sobre todo, calas que enamoran hasta a los poco amantes de la playa como nosotros. Porque a la fascinación del mar es difícil resistirse, así que cumpliendo con los lugares que ver en Favignana nos rendimos a ella.
Después de haber buceado por sus fondos marinos y de haber disfrutado de toda su belleza desde lo alto de la isla, en el Castillo de Santa Caterina, alquilamos un coche para dar una vuelta por su costa y descubrir alguno de sus bonitos rincones. Además, llevábamos conductor y guía, nada menos que… ¡mis padres!
Recorriendo la costa de Favignana
Salíamos de Lido Burrone, ya que nos alojabamos justo al lado. Lido Burrone se encuentra en la costa suroriental de la isla, es su playa más grande y la única con “servicios”: tumbonas con sombrillas, duchas y… ¡hasta un chiringuito con wifi! Desde allí empezamos nuestra vuelta por la costa en el sentido contrario a las agujas del reloj y estas fueron nuestras etapas…
Grotta Perciata
La primera fue la Grotta Perciata. En el dialecto local perciata significa “agujereada”, ya que el mar penetra por debajo de la roca creando un puente –un “agujero” en la roca– formando una de pequeña piscina natural.
Cala Azzurra
Pasamos Punta Fanfalo, con sus acantilados y el resort que ahora acoge, y llegamos a la Cala Azzurra, Cala Azul, una de las playas de arena más bonitas de la isla, conocida por sus aguas cristalinas y turquesas.
Bue Marino
Desde allí llegamos a Punta Marsala, con sus vistas hacia la homónima ciudad, en Sicilia, y después al Bue Marino, Buey de Mar, así llamada porque antiguamente estaba poblada por la foca monje, ahora ya desaparecida de estos mares.
En el Bue Marino, como en la cercana y preciosa Cala Rossa, Cala Roja, las canteras de toba llegan hasta el mar, enmarcando en esta última una pequeñas playa de arena como en un anfiteatro de roca. El nombre parece tener un origen cruento: de rojo sangre se tiñó el mar cuando la flota romana venció la cartaginesa frente a estas costas. Corría el año 241 a.C. y esta batalla, la batalla de las Egadas, fue decisiva para la victoria de los Romanos en la Primera Guerra Púnica. El mar ha conservado muchos restos de esta gran batalla, algunos de los cuales se pueden admirar en el Ex Stabilimento Florio.
Scalo Cavallo
La siguiente parada fue el Scalo Cavallo, un acantilado con sus rocas de toba, aquí también perfiladas con las típicas formas que les dejaban los pirriaturi.
Una pausa en el pueblo para comprar comida en el mercado de los sábados –cayeron unos deliciosos quesos sicilianos y atún, entre otras cosas– vuelta a casa para comer, y allí que volvimos.
Cala Fumeri
La tarde comenzó en Cala Fumeri, muy cerca del centro de Favignana y desde donde se ve la Praia, playa del pueblo, justo al lado del Ex Stabilimento Florio, y accesible sólo desde que ya no hay mattanza ya que antes la sangre de los atunes capturados llegaba hasta allí. Desde aquí se tiene, también, una bonita vista de la cercana isla de Levanzo.
Las calas de Favignana en la costa sur
Lo siguiente fue volver a la parte sur de la isla, aunque nos saltamos la bonita zona de Punta Lunga, la Cala Calamoni, la playa de Marasolo y el Scivolo (tobogán), muy bonitas pero que teníamos ya muy trilladas en nuestros paseos diarios para llegar al puerto de Punta Lunga donde salíamos en barco para nuestras inmersiones. Así que nos acercamos a la Cala Pirreca, con su pequeña playa de piedras y sus aguas cristalinas con diferentes tonos de azul. Frente a ella se encuentra la pequeña isla de Preveto, o isla de las gaviotas, a la que se puede llegar nadando y que es un buen sitio para hacer snorkel, y un poco más atrás está la isla Galeotta, donde habíamos ido a hacer nuestra primera inmersión unos días antes.
Desde allí pasamos a la Cala Rotonda, con su arco de piedra modelado por el viento y por el mar, el arco de Ulises.
Al oeste de la cala, las piedras separan el mar abierto, con sus olas provocadas por los fuertes vientos, de una pequeña piscina natural, con su agua cristalina y completamente calmada, llena de peces formando casi un pequeño acuario.
Cala Faraglioni y Punta Sottile
La penúltima etapa del día fue la Cala Faraglioni, una pequeña playa de arena caracterizada por una particular forma semicircular. Finalmente llegamos a Punta Sottile, donde nos esperaba el Sol para ponerse detrás de la isla de Marettimo.
La naturaleza nos regaló un final a la altura de un día lleno de sus bellezas.
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