Hay imágenes que desde niño se te quedan grabadas en la mente. Muchas de ellas ni siquiera te planteas ver algún día –no era un niño con muchas esperanzas de viajar–. Ver las fotografías de los desfiles militares en la Plaza Roja de Moscú con el Kremlin y la Catedral de San Basilio al fondo eran una de ellas. Las cúpulas de la catedral forman parte de la imagen de Rusia en el exterior. En realidad, eran prácticamente la única imagen que el régimen soviético comunicaba.
Nuestro albergue, Godzillas, estaba relativamente cerca de la Plaza Roja (20 minutos andando) y era lo primero que queríamos visitar en Moscú. Era uno de los objetivos del viaje, un motivo para ir a la ciudad.
La Catedral de San Basilio y sus intentos de destrucción
La posibilidad de que la Catedral de San Basilio no recibiera a los turistas a su llegada a la Plaza Roja es algo que ha estado a punto de hacerse realidad en muchas ocasiones. Napoleón se había enamorado del templo y tenía previsto trasladarlo piedra a piedra a París, pero el invierno ruso se encargó de impedírselo. El francés decidió que o suya o de nadie y quiso destruirla, pero la lluvia evitó que las mechas llegaran a hacer estallar las cargas explosivas colocadas por su ejercito. Los bolcheviques también buscaron su destrucción, aunque se contentaron con saquear el interior. Fue gracias a la decisión de Stalin de dejarla donde estaba que podemos seguir disfrutando de ella.
Conmemorar la victoria militar en Kazán con una catedral
La idea del zar Iván el Terrible era conmemorar su victoria en Kazán construyendo la Catedral de la Intercesión de la Virgen en el Montículo, también conocida como Catedral del Manto de la Virgen sobre el Foso –los reyes y sus ofrendas a Dios en las victorias militares, así se construyó también El Escorial–. Se trata, más que de una iglesia, de un conjunto de ocho capillas unidas por puertas y pasillos, alrededor de una central. Las capillas están dedicadas a la Santísima Trinidad; a santos en cuyos días de veneración sucedieron hechos importantes en la guerra contra el Kanato de Kazán; a los tres patriarcas de Constantinopla; y la central al manto de la Virgen, símbolo de protección dado que el 1 de octubre, día de la Protección (Prokov) de la Madre de Dios y siempre Virgen, María, comenzó el ataque a Kazán.
Fue su hijo, Teodoro I, el que mandó construir, en 1588, la capilla sobre la tumba de Basilio el Bendito muerto en 1557. Es una construcción independiente pero la devoción por el santo llevó a que toda la catedral tomara su nombre.
Como esperábamos la imagen de la catedral nos fascinó nada más entrar en la Plaza Roja. Los colores y la forma de sus cúpulas, tantas veces vistos, no dejan de sorprender al que se coloca delante de ella. Tuvimos que acercarnos un par de días porque llegamos cuando estaban cerrando, 17.30 [abierta de miércoles a lunes de 11.00 a 17.30].
El interior de la Catedral de la Intercesión de la Virgen en el Montículo
El interior, aunque lleno de iconostasios, pinturas religiosas murales y con paredes pintadas con motivos florales, nos dejó la sensación de que no era tan memorable. De hecho, lo que más nos llamó la atención de la visita fue un concierto de música religiosa a cappella en la última capilla del recorrido, hasta compramos el CD.
Durante nuestra estancia en la capital rusa, aprovechando la «cercanía» de nuestro albergue, nos acercamos en varias ocasiones, pudiendo disfrutar de los colores de la puesta de Sol y de la iluminación nocturna que la convierte en una construcción de cuento de hadas.